Muchos de los viajeros que visitan Islandia lo hacen en busca de sus glaciares, volcanes, cascadas y vastas extensiones de tierra deshabitada. Sin embargo, son pocos los que saben que en Islandia también hay playas que te dejarán boquiabierto. Es el caso, en el sur de la isla, de las playas de arena volcánica de Dyrhólafjara y Reynisfjara. Ambas de arena negra, formaciones basálticas, un oleaje brutal y acompañadas por abruptas montañas cubiertas de verde, a nadie dejan indiferente. En el noroeste de Islandia, sin embargo, hay otra playa que lucha enconadamente con las otras dos por el título de playa más bella de Islandia. Se trata de Raudasandur (o Raudisandur), un vasto arenal que ofrece distintas tonalidades de colores según cómo le dé la luz del sol. Algunos ven en ella tonos rosados, otros rojos, y otros naranjas. Sea cual sea el color que consigas apreciar, lo que es seguro es que quedarás sobrecogido por la belleza natural tanto de la playa como del entorno en el que se halla.
Y es que la playa de Raudasandur se encuentra en uno de los lugares más solitarios de Islandia: en los fiordos del noroeste. Y decir uno de los lugares más deshabitados de Islandia es lo mismo que decir uno de los lugares más deshabitados del mundo.
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Ese marco incomparable le confiere un dramatismo, surrealismo y melancolía al paisaje difíciles de igualar. Es uno de esos lugares que no se pueden mostrar con fotografías o vídeos, y que resulta complicadísimo describir con palabras. Aún así, lo voy a intentar para animaros a visitarlo.
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Cómo llegar a la playa de Raudasandur en Islandia
Lo primero que debes saber antes de iniciar tu viaje hacia Raudasandur es que no es sencillo llegar al lugar.
Esta playa se halla en pleno corazón de la parte sur de los fiordos del noroeste de Islandia. Aquí las carreteras son escasas, interminables y no todas se encuentran asfaltadas. De hecho, para llegar a las arenas rojas (ese es el significado de su nombre traducido al español) tendrás que recorrer un último tramo de unos 12 km de arena compactada. Los días de fuertes lluvias (que no son pocos en esta zona) hay gente que decide no descender las fuertes pendientes que llevan hasta el magnífico estuario arenoso.
Si has cruzado con el ferry que lleva a Brjanslaekur, solo tendrás que tomar la carretera 62 en dirección oeste, hacia Patreksfjördur. Después tendrás que tomar un par de desvíos más hacia la izquierda, tras haber ascendido un bello puerto de montaña y descendido un fiordo. Recuerda que debes descender la última cuesta con mucho cuidado a una velocidad muy reducida. El terreno es muy deslizante, sobre todo en los días de lluvia.
Si vienes desde Búdardalur por tierra, el trayecto es de casi 3 horas y media hasta Raudisandur.
Aproximándote a la playa por el norte, la poblaciones más cercanas son Bildudalur (una hora) y Patreksfjördur (algo menos de 40 minutos). No necesitas que tu coche sea 4×4, pero sí que debes conducir con cierta precaución por las pistas y carreteras de los fiordos. Si viajas en invierno, consulta siempre el estado de las carreteras antes de planear tu viaje.
La ciudad más importante al este es Akureyri, pero tienes un tirón de más de 5 horas, por lo que es bastante improbable que esa sea tu última parada antes de la playa.
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Visitando la playa de Raudisandur
En el descenso hacia la playa de Raudisandur las ganas irreprimibles de hacer fotos sin cuartel te asaltarán en cuanto estés cerca de las últimas curvas del camino. Desde esa posición elevada se puede captar casi la totalidad de la inmensa playa que se abre, de repente, frente a tus ojos con una belleza despampanante.
Sin embargo, hay otras perspectivas para las cuales tendrás que descender del todo. El camino lleva al camping de Melanes.
Allí encontrarás unas pequeñas cabañas de madera, unos aseos (que son oro en esta parte de Islandia, si no eres de los que les da igual hacer sus necesidades en la naturaleza), una pequeña cocina y una tienda de souvenirs, artesanías y bebidas. Justo al lado hay una gran parcela de césped en la que a veces he encontrado alguna autocaravana. Esa bloque verde se halla ya totalmente rodeado por la arena de Raudasandur y, a veces, incluso el agua quiere acercarse a ella. Y es que la marea es caprichosa por estos lares.
De hecho, de las 4 veces que visité Raudasandur este verano, siempre la vi con un aspecto distinto.
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Desde ese camping de Melanes parte un sendero que debes seguir para explorar la playa que tienes frente a ti. Cruza un pequeño riachuelo – en el que hay unas piedras colocadas estratégicamente – y después sigue por un parche de césped hasta bifurcarse en dos, pudiendo seguir a ras de arena o ascender un pequeño promontorio desde el cual podrás tener muy buenas vistas de la playa y las montañas y de la parte este del arenal, separado levemente del resto por ese promontorio rocoso.
Realmente, si dispones de tiempo, ese mismo sendero puede llevarte a una excursión mucho más larga, acercándote a algunas de las cascadas naturales que se despeñan por las laderas de las montañas circundantes, fenómeno que se multiplica considerablemente cuando las lluvias aprietan.
Mi consejo es que tomes ese camino de la izquierda y admires, primero, todo desde las alturas. Si el día está medianamente despejado (algo no tan sencillo), podrás ver cómo los acantilados continúan donde acaba la playa, en el oeste, para formar una espectacular barrera, como si de unos dientes de sierra se tratase, que lleva hasta Látrabjarg, el punto más occidental de Islandia, y que se halla a tan solo 300 km de Groenlandia.
Hacia el norte, podrás ver la zigzagueante carretera por la que has descendido, pero también una serie de montañas por las que se derraman varias cascadas de distintos tamaños y alturas. Frente a ti y bajo tus pies, la arena multicolor de Raudisandur es bañada por el golpeteo constante de las olas de un mar helado.
Las aves marinas, a veces, hacen compañía a las locas ovejas islandesas que, agrupadas de tres en tres, vagan por todo lo ancho y largo de la isla hasta que sus dueños las recogen antes del invierno.
Merece la pena perderse por esa inmensidad marina, caminando sin rumbo, a solas, mientras te sientes insignificante ante una naturaleza que se despliega con tanto poder e inmensidad ante tus ojos.
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Cuándo es el mejor momento para visitar Raudasandur
Indiscutiblemente, el mejor momento para visitar la playa de Raudisandur es durante los meses de verano (julio y agosto), cuando tienes más probabilidades de encontrarte con un precioso día soleado islandés. El sol arrancará los mejores colores a una playa que sin ello pierde bastante. Sin embargo, con el cambiante tiempo islandés, es prácticamente imposible planear una visita soleada con el 100% de fiabilidad.
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En cuanto al mejor momento del día, será cuando haya marea baja. De todas maneras, en cualquier momento que realices tu visita a Raudasandur, siempre te parecerá un lugar al que te alegrarás de haber ido.