
Y por fin, casi 2 años después del comienzo de mi primera aventura africana, llega el momento de escribir los últimos capítulos de aquel libro que abrí en este blog en 2013.
Al haber estado escribiendo sobre este viaje de forma bastante constante durante todo este tiempo, lo he revivido a través de mis líneas y tengo la sensación de que no ha pasado tanto tiempo desde aquel día de finales de febrero de 2013 en que me subía a un tren en Alicante rumbo a Madrid. Desde allí volé a Ciudad del Cabo (Sudáfrica), previa escala en Londres, sin saber siquiera si mi viaje iba a durar 10 días o 2 meses.
Todo en esta aventura, excepto los diez primeros días, fue totalmente improvisado. Y es así como salen los mejores viajes. Sin lugar a dudas.

Comencé mi periplo en la cosmopolita Ciudad del Cabo, para recorrer el barrio de Soweto en Johannesburgo, donde vivió Mandela, una semana más tarde. De allí tomé un bus hacia Nelspruit, muy cerca de la entrada sur del famoso Parque Kruger. Inmerso en la salvaje naturaleza africana pasé un par de días con la esperanza de encontrarme con alguno de los grandes felinos. No tuve esa fortuna pero pude ver, en libertad, animales como elefantes, gacelas, búfalos de agua, cebras, hipopótamos, hienas…y un largo etcétera, incluyendo aves, reptiles e invertebrados.
Aquí llegó el punto de inflexión de mi viaje. Tenía pensado pasar unas semanas en Lesotho y Swazilandia pero me encontré en un autobús con un mozambiqueño que me vendió su país como ninguna oficina de turismo podrá hacer jamás. Yo había leído algo sobre Mozambique pero no tenía muy claro si ir allí solo. Finalmente, la pasión de mi amigo Wiliam (sí, con una «l») decantó la balanza y crucé la frontera situada a tan sólo unos 80 kms de la sudafricana Nelspruit.
Fue la mejor decisión viajera que tomé jamás.

Mozambique fue una explosión de sensaciones. Su gente se vuelca con el viajero ya que no son muchos los que se deciden a explorarlo a fondo de manera independiente. Maputo me demostró por qué es considerada como una de las ciudades con mejor marcha nocturna de toda África. La vida relajada de la villa pesquera de Vilanculos te permite reposar mientras exploras el cercano archipiélago de Bazaruto. Tiburones ballena e islas semi-desiertas con dunas y vegetación exuberante. Unas perlas del Índico.
El norte de Mozambique es de los lugares menos explotados, turísticamente, que he estado jamás. Ya no todo el mundo habla portugués y las aldeas se reparten por las suaves montañas verdes de formas redondeadas. En Isla de Mozambique y las montañas de Gurué pasé las mejores semanas de mi aventura africana.
Tras un mes en Mozambique, me despedí con mucha pena del país que más me ha marcado y crucé la frontera hacia Malawi.

Malawi demostró ser un país por el que es muy fácil viajar. Parece que la quietud de su gran lago -el Nyasa (o Malawi)- ha contagiado a sus habitantes y llevan un ritmo tranquilo. Mejores carreteras e infraestructuras y anglófono, es más frecuentado por los turistas.
Del lago Malawi pasamos a nuestros últimos días en la naturaleza antes de regresar a la vida urbana. El Parque Nacional de Liwonde ofrece la oportunidad de ver hipos, elefantes y mucho más a mejor precio que en otros lugares del cono sur del continente negro. Nos sentimos como en casa en nuestra tienda de campaña que plantamos el campamento del amigo Frederick.
Los últimos días los pasé entre Blantyre, un autobús y Johannesburgo. Un periplo de ocho semanas que ha despertado la pasión por África en mi corazón. Quizá muy pronto esté explorando otra parte del continente. ¡Permanezcan atentos a sus pantallas!.
Sudáfrica:
Haz click para más info y llévate un 5% de descuento.
Mozambique:
– Vilanculos y Bazaruto
Pincha aquí para hacer tu reserva.
Malawi:
– Cape Maclear en el lago Malawi
– Blantyre
Puedes leer muchos más artículos sobre esta experiencia en la etiqueta: Sur de África en dos meses.