No va a ser ningún secreto afirmar que soy un negado en el tema de los vídeos. Tenía una grabación de mi experiencia volando por los cielos en caída libre de hace ya más de cuatro años y no fue hasta ayer que conseguí convertir el archivo VOB en algo inteligible para el señor YouTube. Todo gracias a Diego Pons que se pasó unos días por Barcelona y me ayudó a convertir el archivo.
Pues bien, hace unos años un amigo me convenció para desvirgarme en el tema de tirarme de un avión a más de 4,000 metros de altura. Soy de los que se apuntan a un bombardeo -a veces sin pensármelo demasiado- así que un buen día subimos al coche y nos acercamos a la localidad de Empuria Brava en la costa brava catalana para realizar semejante locura. El careto de espanto que pongo antes de saltar del avión es para enmarcar y recordarlo la próxima vez que me apunte a otro bombardeo sin pensármelo…
El lugar es muy recomendable para todos aquellos que quieran iniciarse en esta salvajada. Desde Empuria Brava y a más de 4,000 metros de altura, se gozan de visitas espectaculares al cabo de Creus y a los Pirineos. Eso sí, la adrenalina en el cuerpo cayendo a 200 km/h no te da para ponerte a contemplar el paisaje, ni mucho menos para sacar unas fotitos. De todas maneras, cuando salta el paracaídas uno se relaja pensando que seguirá vivo tras la experiencia y vas paseando por los aires disfrutando del mejor regalo que le pueden dar a uno: seguir viviendo.
La crónica la conté en Diario del Viajero y todavía se me ponen los pelos de punta al releerla.
De todas maneras, no renuncio a una segunda experiencia. Eso sí, el precio pica y mucho. Por esa época -verano del 2006- me salió por 175 euros más 75 más por el vídeo.