Valladolid no es una provincia de contrastes, sino de sorpresas que uno se puede encontrar a sólo dos horas en coche de Madrid. Tal vez el lector sepa que estas tierras son la cuna del que dicen es el mejor castellano de España, pero – salvo que uno sea filólogo en activo – lo que le convertirá en visitante asiduo no es la dicción de sus locales, sino los paisajes, el arte, la gastronomía, la historia y la naturaleza que descubrimos en una escapada a Valladolid.
Producto de las experiencias acumuladas durante dos viajes recorriendo la provincia de Valladolid, esta lista – que ni pretende, ni puede, ser exhaustiva – recorre las 10 visitas imprescindibles, o experiencias recomendadas, por estas tierras castellanas. Es más que probable que me quede corto, es más que seguro que haya que volver a viajar a Valladolid para completarla con otras 10 o 100 experiencias más, pero son un buen comienzo.
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Índice de contenidos
1.- De la tierra a la copa, Museo del Vino de Valladolid
Ni una, ni dos ni tres, sino hasta cinco son las “Denominaciones de Origen” de vino presentes en la provincia de Valladolid: Rueda, Ribera del Duero, Toro, Cigales y Tierras de León. Tal riqueza enológica demandaba un museo a la altura del tema a ilustrar y se ha conseguido por partida doble, con el Museo Provincial del Vino de Valladolid.
Por un lado el museo se encuentra en el Ala Sur del Castillo de Peñafiel. Esta espectacular obra militar, del siglo IX y reconstruido en el XV, está ubicada en lo alto de una loma en el pueblo de Peñafiel. Con su forma alargada y estrecha, producto de la orografía del cerro en que se asienta, asemeja a un barco varado desde el que se dominan valles como el del Duero y el Duratón.
Por otro, el museo – abierto en 1999 – ha estado cerrado durante los últimos meses para acometer importantes obras que han renovado su interior. El lunes pasado, 30 de Marzo, se procedía su segunda inauguración. Pantallas táctiles, una app para móviles que sirve también como audioguía y una accesibilidad mejorada a las instalaciones son algunas de las novedades (que, gracias a los buenos oficios de la Diputación de Valladolid, pude comprobar de primera mano mientras aún continuaban las obras) con los que te encuentras cuando recorres la historia del vino, desde el suelo en que crecen los viñedos hasta los olores que distingues al tenerlo en la copa.
Horarios y tarifas del Museo Provincial del Vino de Valladolid en la página web de la Diputación de Valladolid. Y, si, a mí también me parece que lo de “Provincial” ya sobra.
Si escribes “Museo del Vino” en Google, el mapa te lleva a la Calle Hospital. Este el Castillo de Peñafiel en Google Maps ya que ahí se ubica el museo.
2.- El pueblo más literario de España, la Villa del Libro de Urueña
Aburridos de las estadísticas sobre el número de bares en las zonas de marcha de las ciudades, uno se encuentra, por fin, con una estadística que le sorprende. En Urueña hay una librería por cada 20 habitantes, lo cual es más destacable aún si tenemos en cuenta que este precioso pueblo en la comarca de Tierra de Campos tiene menos de 200 habitantes censados.
Contando con cinco museos dedicados a los libros o la música, Urueña fue declarada “Villa del Libro” en 1975 y forma parte de una red internacional que alberga a las pocas ciudades (14 hasta la fecha) que han obtenido este reconocimiento. Es, de hecho, la única existente en España.
El amurallado pueblo de Urueña se encuentra a sólo una hora de la ciudad de Valladolid, en lo alto de una loma y dominando los paisajes de la Tierra de Campos, una extensión plana y casi infinita limitada sólo por – y visibles en días despejados – las lejanas montañas que bordean Asturias.
Proclamando orgullosamente ser uno de los pueblos más bonitos de España, esta es la página web del Ayuntamiento de Urueña
3.- Valladolid es Castilla y Castilla es tierra de castillos
Dos viajes por la provincia de Valladolid dan para ver muchos castillos pero hacen falta más viajes para ver los casi 40 censados que permanecen en pie en mejor o peor estado de conservación. Estos verdaderos tesoros en piedra proceden en su mayoría de la época de la Reconquista, cuando se hizo retroceder – despacio pero inexorablemente – a las huestes invasoras que habían llegado de África en el año 711.
He visitado el Castillo de Peñafiel, famoso por – lo mencionaba antes – su colosal tamaño y forma, como si fuera un barco posado en lo alto de una loma. El Castillo de Tiedra es otro imponente vigía de la meseta, aunque sus dimensiones palidecen frente a las de otros castillos. Parece casi de juguete pero en su día fue testigo de un histórico encuentro entre el Cid y Doña Urraca.
Construido en el siglo XV por Garci Franco de Toledo, noble de origen judío, señor de Vellosillo, este edificio gótico es uno de los ejemplos más típicos de lo que se ha dado en llamar como Escuela de Valladolid. La fortaleza está protegida por una barbacana, que tiene en sus ángulos cubos cilíndricos con matacanes y almenas. El patio de armas se siente dominado por la esbelta torre del Homenaje, de planta cuadrada, con atalayeras en sus esquinas.
El Castillo de Garci Franco, en Villafuerte, fue una ruina adquirida en 1983 por la Asociación de Amigos de los Castillos con el fin de restaurarlo. Treinta años después, casi cumplido por completo su objetivo, se puede visitar – con cita previa – y alberga un pequeño museo con información y fotos de estas fortalezas. Si el guía es Javier, planificad con antelación unas horas para la visita, la energía y entusiasmo de este hombre no tienen fin.
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En el Valle del Río Esgueva encontramos el, como no, pequeño pueblo (menos de 300 habitantes) de Encinas de Esgueva, conocido por su cercano embalse y por su castillo. El Castillo de Encinas ha sido restaurado, aunque el foso es de época, y en su interior se realizan bodas y celebraciones.
Junto a ellos, constan poco más de 15 murallas que protegieron poblaciones y pobladores de ataques musulmanes o de otros señores cristianos (compartir una religión no iba de la mano de compartir el poder en un territorio). Algunas son sólo paredes con una placa, otras se mantienen como restos anexos a una torre fortificada.
En el caso de Urueña,se puede subir en varios puntos a la muralla que rodea por completo a la población. Las murallas protegen hoy a la cultura, las piedras defienden el papel impreso.
Página web sobre castillos de Valladolid de la Diputación, que incluye el acceso a una Guía de los Castillos de la Provincia de Valladolid en PDF.
Página Web Asociación de Amigos de los Castillos.
4.- Valladolid en verde y azul, naturaleza y ríos
Ancha es Castilla y ya he mencionado varias veces sus paisajes de planicie infinita, pero que sea el granero de España puede dar una impresión equivocada. No todo es amarillo y aparentemente seco, en Valladolid también hay sitio para el verde de la vegetación, si se sabe encontrar.
A dos kilómetros del pueblo de Encinas de Esgueva (del que he mencionado su castillo) existe una obra hidráulica poco habitual en estas tierras de secano, un embalse, uno de los sólo tres que existen en la provincia. Con la pesca y el baño permitidos, alrededor del embalse existe un camino, una ruta circular que se convierte en un agradable paseo con opción a ruta botánica – más allá de los carrizos y espadañas junto al agua – y observación de aves. No falta un merendero (con un bar aledaño abierto sólo en temporada alta) bajo los pinos y junto al agua.
Para transportar el trigo de los campos de Castilla hacia los puertos del Norte, a mediados del siglo XVIII se acometió una faraónica obra de ingeniería. Una “autopista” hidráulica que atravesaría varias provincias en una red de cuatro canales de Segovia a Reinosa. La ambición de los promotores del proyecto chocó con las realidades de las arcas de la Hacienda de la época y sólo tres ramales y 207 km fueron construidos.
En Medina de Rioseco se encuentra el final del ramal de Campos y es en las riberas del mismo donde la sombra de los arboles han convertido un canal de comunicación en paseo fluvial. En bicicleta, caminando, o incluso en barco o kayak, a la sombra de los arboles y cruzando el paso de patos, el Canal de Castilla en Medina de Rioseco es una alargada extensión de verde follaje.
La Casa de la Reserva Natural de las Riberas de Castronuño es un aula, museo y centro de interpretación de la riqueza en fauna y flora de la vega del Duero. Tanto si eres aficionado a la observación de aves como si no, podrás observar mediante un equipo óptico de aumento la vida salvaje en el Parque, perteneciente a la Red de Espacios Naturales Protegidos.
Página web del Ayuntamiento de Encinas de Esgueva
Página web del Canal de Castilla
Página web de Casa del Parque Riberas de Castronuño,Castronuño
Estos son los enlaces, para que los sitúes en el mapa:
Embalse de Encinas de Esgueva en Google Maps
5.- Valladolid para comérselo, gastronomía de quesos, pan y lechazo
La exigente y sobria vida del campesino de Castilla tenía que mantenerse con una dieta basada en los productos de la tierra, tanto cultivos de secano como animales resistentes. Mucho han cambiado las cosas con el paso de los siglos pero de Valladolid sigue siendo reputado su pan, su queso y sus carnes.
Junto al Canal de Castiilla que mencioné antes se establecieron fábricas de harina (como la de San Antonio en Medina de Rioseco, que ya no tiene actividad pero se puede visitar), el ingrediente básico para un producto básico en nuestra dieta, el pan. En Mayorga, la localidad donde se conserva el buzón más antiguo de España, existe un museo dedicado al pan donde podemos conocer mejor desde los distintos tipos de grano que se pueden usar para su elaboración, a una muestra de la evolución de los tipos de molido e incluso participar en la elaboración de nuestro propio pan.
Aunque no estoy de acuerdo con el dicho de “pan con pan, comida de tontos”, un producto con el que combina perfectamente es el queso. Y de ovejas para producir la leche con que se elabora están llenos los campos de Valladolid. Si queréis visitar una granja donde se elaboran quesos artesanales, os recomiendo que os acerquéis a la Granja Cantagrullas, donde podréis además degustar especialidades para todos los paladares.
De las ovejas no sólo se obtiene leche (y lana), también son – aunque da pena verlos correteando por los campos sabiendo su destino – uno de los platos más conocidos de la gastronomía de Valladolid, el lechazo o cordero lechal. Cuando es de variante de oveja churra y sólo se ha alimentado de su leche, el cordero acabará su corta existencia de menos de un mes como lechazo churro asado.
Si en el siglo XVI usaba cuatro ruedas para moler harina con la fuerza del Río Duratón, a un lustro de finiquitar el siglo XX abrió sus puertas como asador restaurante el Molino de Palacios en Peñafiel. Este establecimiento, en un edificio singular, ofrece en su menú el lechazo churro asado entre otros platos y es una parada imprescindible en una visita a Peñafiel.
Página Web de Turismo de la Provincia de Valladolid sobre el Museo del Pan
Experiencia en Granja Cantragrullas, elaboración de quesos artesanales en Valladolid.
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Página web del Asador Restaurante Molino de Palacios en Peñafiel