Escribo estas líneas nada más acabar de ascender al pico del Maigmó por su parte más complicada, la cara norte. Hacía tiempo que no escribía un artículo en caliente, recién vivida la experiencia y la verdad es que así debería ser siempre.
Aunque viví muchos años en Dublín y considero a la ciudad como mi segunda casa, lo cierto es que me siento un afortunado por haber nacido en un lugar como Alicante.
Haz click para más info y llévate un 5% de descuento.
Ciudad de tamaño medio en la que resulta cómodo moverse, en sus alrededores puedes encontrar una infinidad de playas y un paisaje agreste donde las montañas contemplan los campos de cultivo y bosque al oeste, y el bello Mediterráneo al este.
Si a eso le añades la fortuna de tener una media de más de 300 días de sol al año, no es complicado deducir que Alicante es una provincia ideal para realizar actividades al aire libre.
El año pasado decidí comenzar a explorar la sierra alicantina y realicé rutas por Sierra Helada, Puigcampana y Torre del Aguiló.
Hoy le ha tocado el turno a una de las sierras más emblemáticas de la provincia alicantina: la del Maigmó
La sierra del Maigmó
Desde los campos del extenso valle del Vinalopó se divisan las imponentes crestas de la Sierra del Maigmó. Su pico más alto roza los 1.300 msnm y el conjunto de montañas forma el Paraje Natural del Macizo del Maigmó, que a su vez se encuentra incluido en el Paisaje Protegido Serra del Maigmó y Serra del Sit, declarado en 2007.
Este paisaje protegido representa uno de los principales núcleos forestales de la Comunidad Valenciana y está formado por el conjunto de sierras del Maigmó, Sit, L’Argüenya, Castalla, Frare y Cavall.
La Sierra del Maigmó se encuentra entre los términos municipales de Tibi, Castalla, Agost y Petrer, y separa las comarcas del Medio Vinalopó, al oeste, y de la Hoya de Castalla, al este.
Los bosques de pinos y carrascas se entremezclan con arbustos y campos de cultivo, formando un hábitat típico mediterráneo.
El balcón de Alicante
El sol lucía alto en el cielo cuando aparcamos el coche junto al lugar conocido como el Balcón de Alicante.
Cuando te asomas a él entiendes por qué se llama así. Las vistas son espectaculares. La costa alicantina se muestra ante tus ojos en el horizonte.
Pincha aquí para hacer tu reserva.
Hoy no teníamos ni una sola nube en el cielo, pero una bruma baja impedía ver la costa con claridad. Aun así, podíamos adivinar la silueta de la isla de Tabarca y mucho más allá.
Tras recrearnos unos minutos con la vista, tomamos la senda que nos llevaba a la cara norte de la montaña.
Ascendiendo al pico del Maigmó por la cara norte
El camino más sencillo hacia la cima se encuentra en la vertiente sur, pero mi buen amigo Manu prefiere hacer las cosas un poco más difíciles y yo me enciendo con poco, así que decidimos subir por el norte, la zona de umbría.
Tras unos 10 minutos caminando a paso lento y charlando, llegamos al punto en el que comenzamos a ascender.
El primer tramo es sencillo. La senda es estrecha, pero la cosa no se complica un poco más hasta que llegas a una pequeña pared vertical sobre la que debes escalar unos metros, ayudándote con un par de cadenas y grapas fijadas a la roca.
A pesar de que el día era soleado, un viento frío se convirtió en el protagonista del siguiente tramo. Siempre peco de ir poco preparado a las rutas de montaña en Alicante, por aquello de que ves lucir el sol y piensas que no puede ser que vaya a sentir frío.
Las manos se me empezaron a congelar al tocar la roca helada, pero pudimos seguir subiendo sin muchos problemas.
Después, comenzamos un tramo de piedra suelta en el que teníamos que caminar con cuidado. Accedimos a un par de pasos en el que tuvimos que ayudarnos con una cuerda horizontal y encaramos la parte final de la ascensión.
Aquí la señalización del camino se hace un poco confusa. Primero intentamos una estrecha y pequeña garganta por la que yo no pude subir. Manu, que sí había podido salvar el primer obstáculo, no vio claro el segundo y acabó bajando para buscar otra vía.
Rodeamos un poco hacia la cara sur y encontramos de nuevo las marcas, pero tampoco llevaban a un lugar practicable. Manu probó algo diferente y consiguió llegar a la cima, pero yo no pude subir por el mismo sitio.
Finalmente, retrocedí y encontramos un paso mucho más sencillo. Y es que la montaña hay que observarla con calma y mente fría, porque al final siempre te ofrece una forma de conquistarla. Es como una mujer orgullosa, pero a la que no dejas de gustarle.
Las vistas desde lo más alto eran espectaculares.
Pudimos ver hasta la sierra de Aitana y también el cercano pantano de Tibi, inaugurado por Felipe II y que tiene el honor de ser el más antiguo de Europa.
Para el descenso elegimos la cara sur. Mucho más sencilla y por la que llegamos, en un paseo de 40 minutos, al aparcamiento.
Reserva tu viaje con las mejores herramientas por orden de prioridad:
Una excursión genial a tan sólo 30 minutos del centro de Alicante.
Josecarlos, 4 separe 2019….Creo que Pepa y Marta tienen razón en lo que dicen. Ni piel fina ni chorradas. A lo tuyo, David y huelgan comentarios de esos. Saludos.
Muchas gracias, Marta :) En ningún momento tuve la intención de ofender a nadie con esa expresión, pero en estos tiempos parece que todo el mundo anda con la piel muy fina. Saludos y ojalá disfrutes pronto de la ruta! :)
Muy buen post, creo que este fin de semana iré a pasear por allí.
Y para Pepa, a algunas mujeres nos gusta que nos conquisten. Me parece sexista tu comentario asumiendo que hablas por todas las mujeres.
Sobra mucho la frase machista en referencia a una mujer »orgullosa». Una mujer no necesita que la conquistes, como una montaña a la que tienes que subir sí o sí. Y quizá no es que sea orgullosa, sino que no tiene interés en ti. Que te vaya bien en la vida, acho.