
Llega el verano en el hemisferio norte y con él los planes de vacaciones de mucha gente que lleva todo el año estresado por la vida laboral rutinaria que suelen tener los ciudadanos del mundo occidental. Sus miradas ansiosas se paran en las fotos de los escaparates de las agencias de viaje, de las revistas especializadas o de las páginas de internet. Es un rastreo continuo en el que se busca, sobre todo, un lugar donde poder olvidarte de todo.
Porque todos tenemos nuestras preferencias a la hora de tomarnos unos días libres. Unos buscarán lugares de naturaleza exuberante que les ofrezca actividades de aventura o, simplemente, tumbarse en una playa desierta; otros, más urbanitas, ciudades donde el ocio y la cultura les mantenga ocupados; habrá algunos que buscarán voluntariados; y muchos más que escogerán opciones que no se me ocurren ahora.
Pero casi todo el mundo coincidirá en algo: buscarán un lugar donde olvidarte de que tienes un trabajo y obligaciones. Tras el éxito del famoso “rincón de pensar”, llega a sus pantallas “el rincón de desconexión”. Ya véis, todo en esta vida tiene su opuesto.
Os voy a sugerir cinco países en los que, poniendo un poco de vuestra parte, se os olvidará que alguna vez estuvisteis en una oficina trabajando para alguien.
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Brasil

En un país tan enorme como Brasil, es difícil encontrarse, pero sencillísimo perderse. Los atractivos que ofrece el escenario del pasado mundial de fútbol y las próximas olimpiadas son casi inacabables.
En el sur tenemos las grandiosas cataratas de Iguazú, una oda a la naturaleza como no vi otra. Observando el bestial torrente de agua que se despeña por la Garganta del Diablo – el salto más famoso – uno llega a abstraerse de todo, incluso de la gente que le rodea en ese momento y el vapor de agua que sube de las profundidades del abismo ante tan violento choque. Para aquellos que, además, hayan visto la película “La Misión”, el lugar tendrá un significado aún más profundo.
Si queréis algo más de acción, el surf y la fiesta os esperan en las playas de Florianópolis. En el interior, la densa selva amazónica ofrece lugares donde descubrir la naturaleza a pie o caballo, como el Pantanal. En una tierra barrida por las altas temperaturas, las anacondas, caimanes, capibaras, monos, pirañas y aves de llamativos colores te dan la oportunidad de no pensar en nada más.
El mismo efecto tendrán las caipirinhas y caipiroskas que te ofrecerán en los muchos garitos de las zonas de marcha de Río de Janeiro y otras muchas ciudades brasileñas. Y éste es el mayor secreto para una buena desconexión: mezclarse con los brasileños. Son gentes alegres que, en su mayoría, tiene un concepto de la vida y de las cosas importantes en ella, bastante alejado del que traerás contigo en tu mochila mental.
En el norte podrás disfrutar de fantásticas playas de dunas como Pipa o la cálida y vivaz noche de Salvador de Bahía.
Existen centenares donde perderse en Brasil.
Mozambique

Otra ex-colonia portuguesa en mi lista de países donde perderse. Y es que Mozambique es considerado por muchos como el Brasil africano.
Cuando crucé la frontera desde la vecina Sudáfrica, pensé que me encontraba en otro continente. Las gentes con las que me cruzaba tenían cierto parecido físico con las sudafricanas, pero su actitud hacia la vida nada tenía que ver.
Un país que sufrió una larga y sangrienta guerra civil es, hoy en día, un lugar lleno de bellezas naturales y, tal y como ya descubrió Vasco de Gama en el siglo XVI, “boa gente”.
Tómate un buen pescado con ellos en las playas de Vilanculos o Bazaruto tras bucear con tiburones ballena. Comparte un arroz básico, regado con un ron de coco (a 25 céntimos de euro la petaca), con los lugareños que habitan las aldeas de las montañas sagradas de Gurué. Habla con hechiceros y reyes y reinas de aldeas a la luz de una hoguera.
En menos de un mes, Mozambique te habrá absorbido completamente.
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Nueva Zelanda

La forma más sencilla de perderte y desconectar en la Tierra Media de El Señor de los Anillos es disfrazarte de guerrero humano, elfo, enano, hobbit u orco y esperar que aquel mundo ficticio que recreó Peter Jackson en Nueva Zelanda sea real y te absorba. La probabilidad de que esto ocurra no es alta, pero tampoco los hobbits lo son y mirad todo lo que consiguieron.
Nueva Zelanda es el país con la naturaleza más bonita y amistosa que vi jamás. Glaciares, paisajes lunares, playas desiertas, selvas y bosques, ríos y bravos mares, praderas, cascadas, montañas, fiordos… Podrías enumerar casi toda la lista de accidentes geofráficos que conoces y aquí los encontrarás todos.
La mejor forma de perderte del mundo en Nueva Zelanda es recorriendo todos sus rincones en un coche, furgoneta o autocaravana, alquilada o comprada. Son pocas las ciudades que encontrarás en su salvaje isla sur o en el extremo septentrional de la norte. Muchas millas donde perderte y fundirte con la naturaleza hasta que te asalvajes sin importarte lo más mínimo.
Etiopía

Un lugar perfecto para perderte pero, cuidado, quizá no tan bueno si lo que estás buscando son unas vacaciones idílicas, sin hacer nada y disfrutando de la vida.
Etiopía es un país duro, habitado por gente dura que se abrirá a ti en cuanto te abras lo más mínimo. Su cultura te hará retroceder siglos y entrarás en un mundo apenas tocado por las colonias occidentales. No obstante, tienen el orgullo (y te lo dirán si prestas atenciones a las historias de las personas que encuentres en el camino) de ser el único país africano que jamás fue colonizado por una potencia europea.
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En el norte, podrás zambullirte en las altas tierras que rodean las legendarias ciudades de Gondar y Lalibela o cruzar en ferry el sagrado lago Tana, fuente de agua del país y en cuyas islas se dice que reposó la Virgen María y se escondió, durante un tiempo, el Arca de la Alianza.
En el sur, las tribus del valle del Omo te transportarán a las raíces más profundas de la misteriosa África negra.
En el este y el oeste, paisajes vastos y la musulmana Harar, con sus estrechas calles pobladas de mezquitas y su relajada forma de vivir el Islam.
No tengas prisa, ármate de paciencia y deambula por la honesta y bondadosa Etiopía. De las mejores gentes que conocí jamás te esperan allí para ayudarte a desconectar.
Myanmar

Este gran país asiático tan poco abierto al exterior es un lugar idóneo para desconectar de tu vida rutinaria.
Sus gentes no están tan acostumbradas al turista como ocurre con sus vecinos tailandeses y aún hay lugares donde se conserva esa inocencia innata en las personas asiáticas.
Podrás recogerte en alguno de los muchos monasterios budistas que encontrarás en el camino. Allí, ayudado por la meditación y una vida muy frugal, podrás olvidar todas tus cargas y centrarte en los aspectos importantes de tu vida.
La impresionante ciudad de Bagan con sus más de dos mil pagodas, la quietud de las casas de caña construidas sobre el lago Innle, los trekkings que podrás realizar por las perdidas aldeas que rodean las montañas de Hsipaw. Una joya que te espera en el sureste asiático.
Entonces, ¿dónde piensas desconectar este verano?.