
Una avioneta de 12 plazas sobrevoló el aeropuerto de Maiquetía, los montes del parque nacional del Ávila y se dirigió en línea recta hacia el archipiélago de Los Roques, probablemente el tesoro más preciado del caribe venezolano.
Con la ilusión de un chaval, me aposté junto la pequeña ventana del avioneta contemplando el paisaje y, de vez en cuando, miraba de reojo al piloto y su cabina de mandos tan cercana. Lo que no sabía en esos momentos es que la agencia de viajes que habíamos contratado el viaje se había olvidado de pagar nuestro billete de vuelta. Pero será mejor que no avancemos los acontecimientos.
Llegamos a la terminal de vuelos nacionales de Caracas donde un empleado de la agencia Excursiones Canaima nos esperaba. Nos tramitó los papeles y nos acompañó hacia una terminal de vuelos exclusivos para avionetas. Pagamos la tasa de 38 bolívares y esperamos el embarque en una pequeña sala.
El cielo estaba nublado y las islas del archipiélago aparecieron por sorpresa mientras la avioneta descendía sobre la pista de aterrizaje del Gran Roque. Las aguas cristalinas que rodean cada uno de los cayos se fueron perfilando. Cada una de las islas de Los Roques aparecía con su escasa vegetación y con ellas la promesa de vivir 5 días rebozados en arena blanca.
Una vez pusimos los pies en tierra, pagamos la tasa para entrar en el parque natural -170 bolívares- y nos dirigimos a la posada que teníamos reservada a través del pack acordado con la agencia.
Habíamos pagado el habitual pack que ofrecen la mayoría de agencias turísticas en Venezuela. El precio -desorbitadamente caro- incluía el vuelo de ida y vuelta, dos noches a pensión completa con excursiones por las diferentes islas y las tres comidas básicas del día. Todo por la friolera de 450 euros. En vistas a que probablemente podríamos encontrar algo mejor decidimos escoger el vuelo de vuelta tres días más tarde y probar suerte en las distintas posadas de las islas para que el completo de tantos días no fuera tan caro.
Sinceramente, os aconsejo que huyáis de las agencias turísticas en Venezuela y tratéis de hacer vuestro viaje por libre contratando vuelos y posadas. Os saldría bastante más barato y tendréis más elección a la hora de encontrar posada o regular las fechas de vuestro viaje.
Además, las excursiones por las islas del archipiélago previamente concertadas se reducen a las más cercanas: Madriski y Franciski. Si quieres ir a otros lugares más emblemáticos como Sarki, Cayo de Agua o Carenero deberéis pagar aparte. Antes de contratar con una agencia cualquier servicio parecido preguntad qué es lo que incluye al detalle.
Nos instalaron en la posada Sueño de Mar. Se encuentra a pocos minutos del puerto del Gran Roque -aunque al fin y al cabo todo se encuentra cerca en esta pequeña isla- y una mujer con sus hijas nos recibió calurosamente. La posada es sencilla pero ofrece un bonito gusto en la decoración. Durante las dos noches en que estuvimos en la posada disfrutamos de buena comida y sufrimos los habituales problemas de restricción de agua y luz que asola el Gran Roque con frecuencia.

El precio si vais por libre -sin contratar agencia de antemano- es de 500 bolívares en temporada alta.
Al llegar a la posada, dejamos las mochilas en la habitación y nos dirigimos al puerto donde ya nos esperaban para asaltar el primer cayo de Los Roques. Durante los siguientes cinco días nuestra rutina diaria sería saltar de isla en isla en este maravilloso enclave caribeño. En breve os cuento cuáles fueron las islas que más me gustaron, donde nos instalamos durante las siguiente noches y, por fin, desvelaré el misterio de cómo pudimos volver a Caracas sin billete de vuelta!
