El valle de Eyne -o d’Eina- está reconocido desde principios del siglo XIX como un santuario botánico gracias a la abundante variedad de flores, plantas y animales que pueden encontrarse en su interior. El valle tiene sus puertas en la población francesa de Eyne y asoma a Cataluña a través del collado de Núria y el pic d’Eina en su zona más alta. En un valle más profundo y espeso, el río y los torrentes hacen de las suyas y el sol asoma durante gran parte del día.
En su interior, desde los 1000 hasta los 2500 metros encontramos una gran variedad de especies botánicas y una fauna muy variada. Si tenemos suerte podremos ver marmotas, rebecos, águilas y mariposas de colores dispares.
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Se trata de una reserva natural desde el año 1993 siguiendo las expediciones científicas de principios del siglo XIX cuando el doctor Antoine Pyrame de Candolle escribía entusiasmado:
Cada paso era una alegría por todos los descubrimientos que estábamos haciendo… nunca he visto tantas plantas juntas en el mismo lugar
Al llegar a la localidad de Eyne aparcamos el coche y nos dirigimos a la oficina de turismo donde se levanta una bonita terraza en frente para tomar algo. Nos aprovisionamos de un mapa y la chica de la oficina nos sugirió varias alternativas para realizar una caminata por la zona. Entre ellas, una ruta por los monumentos megalíticos del valle y otra que realizaba una circular por el valle de Eyne de unos cuatro kilómetros. Nos decantamos por esta última opción.
Nos desplazamos con el coche un par de kilómetros más al norte donde se levanta un parking. Desde este punto un sendero marcado inicia el ascenso por el interior del valle con destino al pico de Eina. Nuestro objetivo era realizar una circular por el valle d’Eyne de unos 4 o 5 kilómetros aproximadamente. Una ruta nada exigente que nos permitiría dar un buen paseo por el valle, descubrir su variada naturaleza y hacer un buen picnic en alguna de sus sombras que encontráramos por el camino.
El camino bordea en su mayor parte del recorrido río Eina y lo va saltando de lado a lado con puentes de madera. Se pueden observar multitud de mariposas de varios colores y helechos de todo tipo. A media subida dejamos el río a nuestra derecha y sigue ascendiendo dejando algunos claros y buenas vistas a nuestra espalda con el pico Carlit decorando el horizonte.
Aproximadamente a los dos kilómetros llevamos a nuestro punto intermedio de la jornada. Cruzamos el río y el camino principal sigue senda arriba en dirección al collado de Nuria. Si queremos hacer la circular entera del valle son unos 22 kilómetros aproximadamente, demasiado para llevar a un bebé de 14 kilos a cuestas. Nos decantamos por seguir el camino que desciende dejando el río a nuestra derecha.
Nos hubiera encantado encontrar una zona de picnic en las inmediaciones del río pero la profunda vegetación de la zona nos lo impedió así que seguimos el camino de vuelta realizando ua pequeña circular por el valle d’Eyne.
El camino abandona el río y se interna en zonas más abiertas donde disfrutamos de unas buenas vistas al horizonte de la Cerdeña francesa. A poco metros de llegar al parking de inicio vimos un prado con sombras que nos pareció ideal para nuestro picnic y no lo dudamos ni un minuto. Para llegar a él, nos internamos nuevamente en el parking donde tuvimos acceso al prado y ahí mismo colocamos nuestras toallas.
El valle d’Eyne ofrece más opciones como su ruta megalítica con dólmenes y demás restos arqueológicos que dejamos para otra ocasión. La abundancia de flores, plantas y variedad de insectos lo hacen muy apetecible para viajar en familia sobre todo con niños pequeños.
Ruta circular por el valle de Eyne de 4 kilómetros
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Hermosas las fotos. y Hermosa la nota. Ya tengo muchas ganas de viajar y conocer lugares tan hermosos. Como diseñadora en al final me la paso mas viendo fotos de lugares que en realidad viajando.. jaja ironias de la vida.