
Australia es un país de grandes contrastes naturales.
Desiertos, montañas, jungla, bosques continentales, hermosas playas bañadas por distintos océanos, acantilados, fauna muy diversa y, lo más importante para que todo lo demás no se eche a perder, poco poblado por el ser humano.
La mejor forma de apreciar este mosaico de belleza indescriptible es recorriendo el país en tu propio vehículo.
Así hicimos unos 1.700 kilómetros entre Sydney y Melbourne, pasando por las Blue Mountains y recorriendo la maravillosa Great Ocean Road.
Menos de una semana después de ésto nos encontrábamos arrancando el motor de nuestra Toyota High Top en Perth bajo una lluvia que no presagiaba nada bueno.
Nuestra meta era recorrer los casi 900 kilómetros que nos separaban de Monkey Mia y volver a la capital de Western Australia en una semana. Unos 2.000 kilómetros de carretera si contamos con desvíos y demás.
Salimos de Perth por la Brand Highway – la número 1- y comenzamos a pasar por pequeños pueblos entre los cuales las granjas salpicaban el paisaje. Pero esto no es el Este y nos dimos cuenta después de pasar The Pinnacles.
En la costa Este los pueblos se suceden, las granjas comienzan donde acaba la anterior y hay restaurantes, hostales y gasolineras suficientes como para no preocuparte de dónde vas a comer, dormir o repostar. En la costa Oeste tienes que preocuparte del tema. Sin ninguna duda.
Si viajáis en una furgoneta con cocina y cama -como hicimos nosotros- os aconsejo que compréis toda la comida, agua e incluso una lata de gasolina -o un recipiente vacío al menos- que podáis en Perth o en alguna otra población de tamaño suficiente algo más al Norte, como Geraldton.
El tema de la gasolina es realmente preocupante. Fijaros en el consumo de vuestro coche y haced algunos cálculos sencillos con papel y boli para saber la cantidad de kilómetros que podéis recorrer con un depósito. Yo me fijé la primera vez que consumimos un tanque entero y -como mantuvimos velocidad y demás- me sirvió mucho para orientarme luego y elegir bien los puntos de repostaje.

En la carretera veréis carteles informando sobre el próximo puesto gasolina, la próxima tienda o el próximo hotel. ¡No paséis por alto ninguno de ellos!. No son pocas las historias -leyenda urbana o no- de mochileros tirados en pleno Outback sin gasolina ni señal en el móvil, a 40 grados a la sombra y con poca agua o comida.
Pues éso, una vez estéis bien preparados, a conducir y disfrutar. Hacedlo de día. Primero porque hay lugares preciosos en la costa que no podréis percibir de noche y segundo porque en la noche los dueños y señores de la carretera son los animales.

Nuestra primera parada fue The Pinnacles, cerca de Cervantes. Después pasamos una tarde en Geraldton, el pueblo o ciudad con más habitantes entre Perth y Exmouth, para acabar en Monkey Mia y regresar.
De los pueblos en los que paramos apenas nada que resaltar salvo la quietud y tranquilidad común a a todos ellos.
Sin embargo la costa y la carretera en sí eran un espectáculo.
Cuando llegas a la zona de Shark Bay la costa es impresionante y salvaje, el mar cambia de verdoso a azul oscuro, del turquesa al verde transparente y acabas parando en cada punto de observación. Desde algunos de ellos puedes intentar bajar hasta las playas desiertas que se muestran misteriosas al pie de los acantilados.
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Uno de los lugares que no podéis perderos es la Shell Beach, una playa interior -da a un lago- a pocos kilómetros de la costa cuya particularidad es que, en lugar de arena, en la orilla encontrarás una capa de minúsculas conchas de almejas y caracolas que puede llegar a tener hasta 10 metros de profundidad.
Allí pasamos unas horas paseando y tirados al Sol. Yo llegué a meterme al agua pero estaba helada y la concentración de sal es bastante alta.
Después a conducir y conducir…Y conducir. Durante el día encuentras muy pocos coches pero después del atardecer ya vas prácticamente solo. Ésa es la hora bruja. El Sol tiñe el cielo de fuego y apagas el motor en el arcén para escuchar los sonidos de la naturaleza y la libertad puras.

Es en ese momento cuando te das cuenta de que Australia no pertenece a los australianos sino a las centenares de especies que llegaron antes que ellos.
Tenéis que conocer Western Australia para poder decir que os habéis adentrado en la Real Australia.
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