Durante los 15 días que pasé en el estado de Bahía, pude sentir el latido de su vibrante capital, Salvador de Bahía; explorar los densos bosques de la Chapada Diamantina; y pasear por las interminables playas atlánticas de Morro de São Paulo.
Sobre mi experiencia en este último destino – y tras haberos dejado los consejos prácticos para viajar a Morro de São Paulo – os escribo hoy.
Haz click para más info y llévate un 5% de descuento.
Índice de contenidos
Morro de Saõ Paulo: lugar de fiesta
Cuando bajé del barco que me llevó hasta la isla de Tinharé (donde se encuentra la población de Morro de São Paulo), pagué la tasa ecológica – 15 Reales – y ascendí la empinada cuesta que llevaba al pueblo. Una gran pancarta se hallaba tendida sobre ella. Rezaba: «¡Olvídate de Ibiza! Aquí tenemos Pulsar«.
Sonreí pensando que la fama de Ibiza llegaba realmente lejos y le pregunté a un joven brasileño que pasaba por mi lado si sabía lo que era Pulsar. Obviamente, sí que lo sabía. Esta vez fue él el que sonrió y me contestó condescendientemente que era la discoteca más famosa de la isla y, posiblemente, de todo el estado de Bahía.
Durante los días que pasé en Morro, no dejé de encontrarme con comerciales de la discoteca que intentaban vender sus entradas a los muchos visitantes del fin de semana. Para poner los dientes largos al personal, iban equipados con portátiles donde te mostraban imágenes de las fiestas que se montaban.
En Pulsar se organizan fiestas de la espuma, disfraces y cosas parecidas. Todo esto hasta el amanecer. Toca de Morcego y Teatro do Morro son las otras dos opciones discotequeras de la zona.
Pero la fiesta en Morro comienza mucho antes, en los bares de las playas segunda y tercera, los del mismo pueblo o los pequeños puestos ambulantes que van bebiendo distintas bebidas de alcohol y frutas.
Muchos de estos locales – y algunos restaurantes – también tienen música en directo para ir animando al personal.
Si viajas hasta la isla de Tinharé en busca de fiesta y desfase, no te equivocarás.
Morro de São Paulo: playas de todo tipo
En mi caso, debo reconocer que no es eso lo que buscaba. Naturaleza y tranquilidad me seducían mucho más que la posibilidad de ver bailar a una sensual brasileña en cualquiera de esas discotecas… Antros de perdición para mi alma cándida. Bueno, que si me conocéis ya sabéis que no es lo habitual, pero, oigan, un momento de debilidad lo tiene cualquiera.
Pasé mis cuatro días en Morro en un total y absoluto retiro espiritual natural.
Pincha aquí para hacer tu reserva.
En la Chapada Diamantina tuve la suerte de conocer al gran Michael, un viajero alemán con el que trabé una gran amistad. Me vino genial estar con él allí, pero lo cierto era que me apetecía tener unos días para mí, y Morro me acabó brindando esa oportunidad.
La primera tarde fui tan solo hasta la Cuarta Playa. Las playas cercanas a Morro solían tener nombres propios, pero cuando sufrieron el boom del turismo simplificaron los nombres, numerándolas del uno al cinco.
La Cuarta Playa comenzaba a una media hora caminando desde mi hostal. Me tumbé a disfrutar del poco sol que quedaba – anochecía sobre las 6 en noviembre – y me di un baño en sus cálidas aguas. Apenas había gente y disfruté del baño hasta el anochecer.
Cuando miraba hacia mi izquierda, veía una larga y estrecha franja de arena que se extendía hasta donde se perdía, en la lejanía, para acabar en una masa de bosque verde. Desde el primer momento en que la vi, supe que iba a caminar hasta el final de ella.
Excursión hasta la Quinta Playa
A eso dediqué el día siguiente. Me llevó unas dos horas y media llegar hasta esa zona boscosa, siempre caminando por la orilla. Eso sí, debo reconocer que me lo tomé con tranquilidad e incluí una parada para disfrutar de un partido de fútbol que estaban jugando unos chavales en la arena.
En las playas Primera, Segunda y Tercera, había tanta gente como de costumbre, pero la Cuarta solo poseía algo de público en su primer tramo, donde aún había piscinas naturales.
Las piscinas naturales se forman por la acción de la marea, que varía durante todo el día en la isla de Tinharé. Cuando la marea está baja, se forman, entre las rocas, estas pequeñas pozas de agua salada donde la gente aprovecha para tumbarse. También son un buen lugar para meterte con gafas de bucear y observar la colorida fauna submarina.
Caminé a lo largo de la cuarta playa. A mi izquierda, las aguas del Atlántico se habían retirado. A mi derecha, la línea de vegetación selvática se veía interrumpida por algunas pousadas de lujo, donde unos pocos turistas descansaban al sol en una calma total.
Comí al llegar al final de la Quinta Playa, donde ya no encontré absolutamente a nadie. Algunos árboles caídos me acompañaban mientras me sumergía mentalmente en aquella preciosa naturaleza.
En el camino de vuelta tuve la suerte de encontrarme con un partidito de fútbol al atardecer. Les faltaba un jugador, así que les vine genial. Eso sí, estoy viejo para darle unas vueltas a chavales brasileños que juegan descalzos sobre la playa. Bueno, digamos que aunque hubiera sido más joven, tampoco habría cambiado mucho la cosa. Eso sí, me lo pasé genial.
Regresé reventado a mi hostal en un día que fue perfecto.
Gamboa
La población de Gamboa se encuentra a tan sólo un paseo de unos 45 minutos desde Morro de São Paulo. Un paseo precioso.
La primera parte transcurre por la ladera de una colina con preciosas vistas sobre el Atlántico. Cuando desciendes al nivel del mar, debes atravesar una serie de calas que serán, más tarde, engullidas por la marea. Las aguas toman aquí un tono más verdoso y la vegetación es más densa.
Finalmente, llegué a Gamboa, donde se estaba disputando un campeonato de fútbol a pocos metros de la playa, sobre un terreno que era mezcla de arena y césped. Al menos quinientas personas estaban presenciándolo y me uní a ellos, siendo el único blanco de toda la grada. Me lo pasé en grande.
Para regresar, como la marea estaba alta, tomé uno de los barcos que te devuelven al muelle de Morro por 5 Reales.
Otras opciones
Aunque mi vida en Morro de São Paulo fue lo más relajada posible, existen muchas opciones en Tinharé.
Senderismo en la selva, buceo, tirolina, paseo en 4×4, paseo en caballo, excursiones en barco…
Sin embargo, no cambio mis paseos en solitario, mis tardes noches mirando cómo jugaban al futvólei, mis partiditos con los brasileños y mis conversaciones con mi amiga y dueña del hostal, por nada del mundo.
Reserva tu viaje con las mejores herramientas por orden de prioridad:
Morro de São Paulo se ha ganado un lugar de honor en mi corazón viajero.