Cruzo la frontera sudafricana y me interno en Mozambique variando mis planes iniciales. Empiezo con la vibrante Maputo, pero aún no soy consciente de cómo me va a atrapar este país. Segunda parte de mis crónicas en directo en aquel viaje de dos meses por el sur de África:
9 de Marzo 2013, Maputo, un hostal del centro.
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Radiografía de un día en África.
08.00 am: Me despierto en el hostal de Nelspruit en Sudáfrica. Los días en Kruger han sido una pasada aunque no hayamos conseguido ver a los amigos de Torrebruno (ni tigres (leopardos en realidad) ni leones). Me da pena despedirme de los nuevos amigos Priscilla (brasileña que estará ya en Tailandia), Carl (al que puede que vea en Mozambique) y Mike. Grandes risas la noche pasada en nuestra última charla en el hostal.
09.00: Crazy Dave (loco de verdad, dueño del hostal y guía) me deja en el consulado de Mozambique tras regalarme la última noche y un león de piedra «para compensar que no hayas visto al de verdad«. Quiero viajar esa misma mañana a Mozambique así que pongo la mejores de mis sonrisas cuando relleno el formulario y me quedo allí plantado esperando a que me lo tramiten.
12.30: Tras unas horas esperando en la salita, me dan el visado y llega la decisión de si coger el bus convencional o una de las furgonetas en las que sólo van locales. Dave me ha dicho que es más seguro el bus y que la parada de las furgos esta en una zona medio chunga. Pero, ¿a qué he venido a África?, ¿a ir con la clase bien y los blancos?. Me voy con la mochila, atravieso un mercado y vienen unos hombres a preguntarme si ando perdido. Les digo que no, que voy camino de la parada de furgos y me indican donde están las que van para Maputo. El lugar está lleno de gente cocinando, durmiendo, comerciando… De todo. Soy el único blanco y los mozambiqueños de la furgo me reciben muy amablemente y con cara de sorpresa. Las primeras preguntas en portugués siempre son sobre fútbol: «sim, eu sou espanhol… ¡Do Real Madrid!. Sim, o Madrid ganhou a Barcelona! e Manchester!.
13.45: La furgo se llena (sólo sale cuando lo está) y salimos. Ronald, un comercial de hoteles de Zimbabwe, se me sienta al lado y comenzamos a hablar. Muy majo. El tío me ayuda con el tema de la frontera y me compra una fanta por haberle dado un trago de mi agua.
18.00: El calor del viaje ha sido insoportable. ¿Aire acondicionado?: ¡eso es para nenazas!. ¡Ya estoy en Maputo!. Además, la furgo ha tomado un par de desvíos y hemos parado en un par de aldeas de la Mozambique profunda. La gente sonrie cuando me oyen hablar portugués y son simpatiquísimos. La estación de furgos (las llaman chapas) es un caos anocheciendo. Mi mochila me delata y todos vienen a ofrecernos taxi a mí y a Ronald. Cogemos un rickshaw y Ronald decide quedarse en el hostal también. En el hostal dejo las cosas, me doy una ducha de agua fría y, un minuto más tarde, estoy sudando a chorros.
21.30: La gente que he conocido en el hostal es de primera. El conserje me ha casado con una holandesa (Agnes, mide 1.90 metros) que ha llegado casi al mismo tiempo. Los dos le hemos seguido el rollo y ahora todos nos tratan como marido y mujer. Tres chavales consultores que están de vacaciones (vienen de Sudáfrica) se unen y, cómo no, Ronald. Nos vamos todos de cena a un italiano aquí cerca. No es típico, pero tampoco lo es el que me quiera comer el brazo del consultor mejicano. Me muero de hambre porque sólo he desayunado y comido algo de fruta.
22.30: Acaba la cena y la gente se quiere ir a dormir. Ha sido un dáa largo… Pero… A ver, ¿cuántos días de mi vida voy a pasar en Maputo?. Tiene fama de ser la mejor ciudad de toda África en cuanto a vida nocturna. El Brasil del continente negro. Convenzo a mi nuevo colega de Zimbabwe y nos vamos los dos a tomarnos algo por ahí. Aunque nos han marcado un sitio algo más pijo en el mapa del hostal, oímos una música que nos gusta y, cual ratas siguiendo al flautista de Hamelin, desembocamos en un bar que no parece tal. Es el patio trasero de una casa y chicos y chicas de clase media-alta de Maputo se están poniendo finos a birras y bailan mientras el personal sirve comida y bebida sobre unas mesas de plástico. Todo muy informal. Como no tienen cambio me dan un «vale por» escrito en un papel a mano. Nos tomamos unas cervezas negras mozambiqueñas y nos quedamos flipados contemplando cómo bailan estos tíos la música techno-hip-hop africana. Ronald (que es negro) tampoco parpadea: «ni yo me puedo mover así… ¡Ese tío tiene la cintura rota!«.
01.30: Nos vamos a otro pub, llamado Africa Bar. Dentro hay una fiesta privada de cumple y nos admiten sin problemas. Soy el blanco de atención (valga la redundancia) y en menos de 2 horas ya he conocido a medio bar (que pena que aquí los hombres son los que salen y las mujeres se quedan cuidando niños) y me invitan a una fiesta en la playa hoy. ¡Necesito número mozambiqueño para moverme por aquí! (me he comprado la tarjeta SIM esta mañana). Podemos ir todos los del grupo del hostal, así que aquí andamos planeando ahora. Después, David y Malik nos invitan a una birra y nos cuentan cosas sobre el país, los lugares que debo ver (a esas alturas ya he decidido que me quedo más de lo que pensaba) y, cómo no, acabamos hablando de fútbol. David vivió en Brasil y Londres y compartimos historietas varias.
04.00: David y Malik nos acercan en su coche al hostal y nos dan el número para llevarnos de marcha hoy con los demás. Le comentamos lo de playa y dicen que hay una discoteca que es la mejor de Mozambique y no podemos dejar de ir: Coconut.
04.15 am: Me he pegado otra ducha de agua fría para dormir fresquito… Y lo consigo.
Camareros, gente por la calle que te ayuda, otros que sólo quieren echarse unas risas y saber de tu país. Mi primera impresión de los mozambiqueños es que son los tipos más abiertos, divertidos y amables con los que me he topado nunca en mis viajes.
Y tengo más cosas de hoy, pero ya lo dejo para otro tocho. Ayer fue un día muy intenso, levantándome en Sudáfrica y ya pasando un gran día en Mozambique. Este país tiene algo. Me voy a quedar más días de los que pensaba.
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Todo bien. Hoy por fin ha bajado un poco el calor y ahora a cenar en el hostal y hacer una prefiestecilla con la gente de aquí.
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Besos y abrazos
old white guy:"But there were also Negroes who worked in the house that passed information, food, clothing, and medicine along and used what little influence they had to help the plight of all Negroes."That is the absolute truth there and is overlooked. Some of them even tried to poison the massa.
Pode ser que lhe aconteça o mesmo que com o Balbino Caldeira. Passou a vergonha de perder a causa…Kaos, «piquei» este teu post pro meu blog.AbraçoTC