Hace unos años sufrí el mayor flechazo viajero que he vivido en esta vida. Casi por azar y basado en opiniones de un guía que tuve en Sudáfrica, decidí viajar del espectacular Parque Kruger a Mozambique.
Apenas sabía nada de ese país, salvo algo de su historia, que tenía buenas playas bañadas por el Índico y que su capital, Maputo, era la mejor ciudad de todo el sur de África para correrse una buena juerga. De esto último me enteré por mis amigos sudafricanos, que tenían el dicho de “lo que pasa en Maputo se queda Maputo”. Y era cierto.
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Descubriendo Vilanculos y sus playas
Tras pasar un loco fin de semana en la cálida Maputo, me marché a la costa sur mozambiqueña con un montón de nuevos amigos en la mochila y mi portugués bastante mejorado.
El fin de semana había sido duro y necesitaba algo de descanso junto al mar. No podía haber elegido mejor lugar. Eso sí, hay viajes a Mozambique y viajes a Mozambique.
La agencia de viajes Aventura África me habría ofrecido bastante mejores opciones de descanso y disfrute que las que yo me pude apañar en ese momento.
Vilanculos, en la costa sur de Mozambique, es un pueblo encantador.
De tamaño pequeño, Vilanculos sigue siendo una villa de pescadores. Sus habitantes viven por y para el mar.
Al despuntar el sol, los hombres parten en sus embarcaciones – muchas de las cuales parecen que van a hundirse en cualquier momento – para ganarse el pan de cada día en forma de peces. Pero, como suele ocurrir en estas latitudes, el papel de la mujer es aún más duro.
Cada día, las mujeres deben atender a los hijos, la casa y, además, decenas de ellas se meten hasta la cintura en el mar en busca de crustáceos y moluscos que quedan atrapados cuando la marea baja.
Corría el mes de abril y la marea dejaba una ancha franja de arena al descubierto durante la mañana, mientras que al atardecer tenía el espacio justo para poner la toalla y sentarme a contemplar ese maravilloso cambio de tonalidades que incendiaba el cielo.
Mi día a día en Vilanculos consistía en correr a primera hora del día, buscar sombra el resto de la mañana, comer en el pequeño restaurante de una sola mesa que la señora Litossa tenía en el mercado y jugar por la tarde con los niños de la zona hasta que sus padres regresaban con el pescado fresco que les compraríamos para la cena.
En poco tiempo, me sentía uno más en el pueblo y Litossa me llamaba al móvil si no aparecía a mi cita puntual con su menú de un solo plato del día.
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El archipiélago de Bazaruto
Aunque mi objetivo en Vilanculos era el más puro descanso junto al mar, no pude resistir la tentación de realizar un par de incursiones en el archipiélago de Bazaruto.
El archipiélago de Bazaruto está formado por seis islas: Bazaruto, Benguerra, Magaruque, Banque, Santa Carolina (también conocida como Isla Paraíso) y Shell.
Tras un viaje en lancha rápida de una media hora, desembarcamos en la isla principal, Bazaruto. El paisaje que me encontré me dejó prendado.
Las playas son largas y vírgenes, con ningún signo de vida humana. Además, se encuentran acotadas por dunas enormes, las cuales puedes subir para obtener las mejores vistas del sur de Mozambique. Yo lo hice.
Me hundí hasta la rodilla en ocasiones, pero al llegar a la cima de una gran duna, me giré… Allí, delante de mí, el Índico me mostraba cinco o seis distintas tonalidades de azules. Para añadir un toque más a la foto, un velero de pescadores mozambiqueños faenaba junto a la costa. Recortado contra el agua y el horizonte, parecía el típico barco que todos dibujamos cuando somos pequeños e imaginamos una imagen marina idílica.
A mi espalda, la arena de la duna descendía hasta una especie de valle dorado parcheado con verdes arbustos aquí y allá. Si aquello ya me parecía algo surrealista – era como un oasis del desierto -, la cosa subió unos puntos cuando apareció un pastor con un rebaño de ovejas.
Apenas hay población en la isla de Bazaruto y los mejores resorts de lujo para alojarse se encuentran en la de Benguerra. En Benguerra encontrarás una paz inigualable en una especie de paraíso marítimo-terrenal.
Sin embargo, el verdadero tesoro del archipiélago de Bazaruto lo constituyen las aguas que le rodean.
Están declaradas Reserva Marina y la vida que encontrarás en ella te hará pensar que te encuentras en el mundo de la Sirenita, Nemo o similar.
A los corales y peces de todos los tamaños y colores, en los meses de otoño, se les suele sumar uno de los animales más impactantes del mundo: el tiburón ballena.
Con su enorme cuerpo – que puede llegar a medir hasta 15 metros de largo – moteado por una especie de lunares luminiscentes, parecen amenazadores cuando en realidad no suponen ningún peligro para el hombre. De hecho, juegan muchas veces con los buceadores y salen del agua con la boca abierta para que les puedan limpiar los parásitos de la barbilla.
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Me pasé horas buceando. Regresando al atardecer hacia Vilanculos, un grupo de delfines echaron una carrera a nuestra lancha. Era el final perfecto a un día perfecto en Mozambique. Una joya del sur de África.