Mar y montaña, montaña y mar. La isla de Córcega ofrece playas remotas y otras atestadas. A su vez, a pocos kilómetros de distancia y muchas curvas, nos devuelve a la tranquilidad del interior y el regazo de sus montañas nevadas.
Tras visitar Corte en el interior de Córcega volvimos a la costa. Tomamos la carretera N-200 y nos dirigimos hacia el este. Recorrimos una bonita zona frondosa siguiendo el curso de un río cuyas aguas nos iban saludando a cada recodo de la carretera. El día no acompañaba. Negros nubarrones se cernían en el horizonte y a medio camino empezó a llover. Para esa etapa teníamos previsto visitar la zona de Étang de Diane, las ruinas romanas de Aléria y el étang d’Urbino. No sé si fue el mal tiempo o la escasa oferta atractiva de la zona pero finalmente decidimos tirar millas y llegamos hasta Porto Vecchio de un tirón. Al fin y al cabo, según las rutas de Google maps sólo 125 kilómetros y dos horas de coche separan Corte de Porto Vecchio.
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Aléria y Étang d’Urbino
Llegamos a Aléria sobre las cinco de la tarde y el recinto para visitar las ruinas ya estaban cerradas. Sólo existía una sala del museo que podíamos visitar. Hablamos con unos turistas que salían en ese preciso momento del recinto y por lo visto se trataba de una exposición de cerámica. Mi amor por la cerámica en general deja bastante que desear. No me malinterpretéis; soy de letras, soy un devoto de la literatura, me emociona contemplar una buen lienzo y me embobo admirando el interior de una catedral o las proporciones de una bella escultura. Sin embargo, cuando veo un surtido de artículos de cocina del pasado, no puedo. Lo siento pero no puedo con la pottery. Así que, sin dudarlo, reanudamos la marcha y nos dirigimos al siguiente destino: l’étang d’Urbino.
El estanque de Urbino se trata de un amplio lago a tocar del mar. Existe un pequeño restaurante en la orilla y la carretera se convierte en una pista forestal de tierra hasta llegar al lugar. En un día soleado es posible que sea bonito pero a nosotros nos tocó lluvia y viento así que no duramos ni cinco minutos en el lugar.
Visita a Porto Vecchio
Esta vez sí pusimos la directa y no paramos hasta llegar a Porto Vecchio. A esta ciudad al sureste de la isla la llaman la St. Tropez de Córcega. Se encuentra en un promontorio al lindar de una bahía y es un lugar preferido entre los turistas franceses de clase alta. Podréis verlo fácilmente por algunas mansiones, coches y hoteles elegantes.
Alojamiento en Porto Vecchio
Teníamos pensado descansar un par de noches en Porto Vecchio y optamos por encontrar algo en condiciones y agradable. Nos decantamos por el hotel le Tilbury. Se encuentra en la Rue du Général Leclerc, la calle principal que se empina hacia el casco antiguo y presenta una bonita presencia desde el exterior. Fue un acierto.
La habitación era amplia, con un baño limpio y espacioso y nos salió por 100 euros la doble con desayuno incluido. El hotel cuenta con piscina al aire libre -que no pudimos disfrutar por el mal tiempo- y ofrecen servicio de desayuno en la habitación que nos pareció rico y abundante.
En la planta inferior del hotel tienen una sauna y jacuzzi. Lo probamos y casi nos asfixiamos con el cargado aire. Nada del otro mundo. No obstante, el hotel fue un hallazgo así que lo recomiendo.
Restaurantes en Porto Vecchio
Durante los dos días que corrimos por Porto Vecchio seguimos nuestra habitual rutina de viaje: bocatas preparados con la comida que comprábamos en los supermercados y una buena cena de homenaje durante la noche.
El casco antiguo de Porto Vecchio me decepcionó bastante. Aunque es agradable pasear por sus calles, el centro histórico del pueblo es pequeño y tampoco vi edificios cuya arquitectura sea digna de mencionar en este post.
Los restaurantes se agolpan por la zona marítima y por el casco antiguo. Debido al tiempo nos quedamos las dos noches merodeando por la zona alta que es más bien pequeña y podréis orientaros sin problemas.
La primera noche probamos suerte en el restaurante A Merendella. Se encuentra en 31 Rue Borgo. De primero probé una buena ensalada con queso de cabra caliente y de segundo una deliciosa dorada acompañada de verduras. Vino, pan, cafés y unos chupitos de eau-de-vie nos salió por 65 euros para dos personas. Echando un vistazo a los menús de los restaurantes adyacentes vimos que todos más o menos se mueven por los mismos precios.
La segunda noche fuimos a una pizzeria que tenía una estupenda pinta desde el exterior. También se encuentra en el casco antiguo de Porto Vecchio y se llama Furana a Prova. Se trata de una pizzería estilo tasca y lo que me atrajo del lugar fue ver una señora metiendo pizzas en un enorme horno de leña. Sin duda, el lugar prometía y una pizza apetecía. Los precios de las pizzas en Córcega se mueven por los standards italianos del sur: entre 7 y 9 euros puedes comer una buena pizza. Las pizzas estaban buenas pero quizás el entorno del restaurante me habia seducido tanto que me quedé un poco decepcionado con la calidad. Aun así, el restaurante es recomendable ya que es uno de los lugares donde comeréis bien a precio mucho más económico que los restaurantes turísticos de la zona.
Playas de Porto Vecchio
Durante las dos jornadas que estuvimos en Porto Vecchio las aprovechamos para realizar un par de escapadas en coche por los alredores.
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El primer día el tiempo pareció mejorar y nos decidimos por visitar las playas al sur de Porto Vecchio. No existen playas adyacentes a esta localidad pero si conducimos hacia el sur en apenas 20 minutos nos encontraremos preciosas playas que merecen la pena visitar.
En abril no encontramos turistas. Sin embargo, las playas que visitamos tenían toda la pinta de estar saturadas de bañistas durante el verano.
Seguimos la carretera principal N-198 y nos desviamos hacia el mar al cabo de unos 15 o 20 kilómetros. La idea era realizar un circuito circular pasando por las playas de la zona y volver a Porto Vecchio siguiendo la bahía que crea la Punta di a Chiappa.
La carretera no parece llegar hasta la playa. Como buen turista, aparcamos al ver unos coches estacionados a un lado de la carretera y seguimos un camino de tierra que medraba hasta el mar rodeado de pinos y plantas.
Vistamos la playa de Palombaggia que a pesar de las nubes que enturbiaban el color del agua me pareció espléndida. Arena fina, pequeños islotes para crear panorámica y aguas limpias.
Justo al lado se abre la playa de la Folacca y más hacia el sur la playa d’Asciaghju. Ambas que podrían también estar a la altura de la Palombaggia.
Zonza y senderismo a la Piscia di Ghjaddu
El segundo día nos decantamos por visitar el interior y conducimos por la serpenteante y panorámica carretera que une Porto Vecchio con Zonza. Se trata de un bonito pueblo en el interior y por sus alrededores encontramos un bonito lago y una señal que anunciaba un trekking por la zona me hizo parar el motor del coche. Encontramos un parking sobre tierra donde unos cuantos coches descansaban sus motores. Hicimos lo mismo y nos informamos sobre qué tipo de trekking se trataba y observamos en un panel informativo que existían unas bonitas cascadas en el interior del bosque llamadas Piscia di Ghjaddu. El itinerario duraba unas dos horas ida y vuelta.
Nos decidimos a hacerlo y no decepcionó. El camino discurre por un bosque frondoso que ayuda a aliviarnos del calor del sol. De vez en cuando los árboles se dispersan y abre vistas panorámicas de esta zona montañosa. Encontramos a varias familias y parejas por el recorrido. Sin duda, los franceses son amantes del senderismo y puede verse en los Pirineos y dan testimonio lo bien que cuidan sus recorridos, señales y excelentes albergues.
La cascada forma una pequeña fuente emergiendo del interior de una garganta con una caída de unos 150 metros de altura. Podemos admirarlas desde un promontorio y desde ahí se inicia un descenso a través de unas escaleras de madera que facilitan el paso. Aunque no podemos llegar hasta los pies de la cascada, merece la pena el descenso ya que disfrutaréis de mejores vistas al paisaje.
A la vuelta, un estupendo menthe à l’eau en una terracita de Zonza y vuelta a nuestro hotel en Porto Vecchio para descansar.