Dónde comer en la región del Tarn en Francia

Durante el viaje que realicé el pasado mes de Marzo por el Tarn recorrí las villas de Albi, Montauban y Cordes Sur Ciel. Historia, arquitectura, cerámica, vinos y la planta del pastel fueron los protagonistas principales de aquellos días. Pero también tuvimos, como todo el mundo, que comer y cenar, probando la exquisita gastronomía de esta región de Francia.

Terre de Pastel

Nuestra primera parada del viaje fue en Terre de Pastel para aprender un poco más sobre los distintos usos de esta planta y la importancia histórica y económica que tuvo en toda la región.

Además del spa, el complejo incluye un pequeño restaurante con capacidad para 60 personas en tres salas diferentes y un comedor privado para 12 personas. Posee una carta variada que ofrece platos de temporada elaborados con productos regionales de la zona del suroeste de Francia. Los vinos también son de la zona, siendo el Gaillac una de sus máximas estrellas.

Pudimos degustar un menú de gourmet de cocina fina donde el pato -astro gastronómico de la zona- fue el centro principal.

Datos Prácticos

Hostellerie du Vieux Cordes

Situado en el centro histórico del precioso pueblo de Cordes Sur Ciel, este hotel-restaurante es de los mejores sitios -si no el mejor- donde podéis comer o cenar.

El menú del que pudimos disfrutar allí se centró de nuevo en el pato y el foie, acompañado de frescas verduras y un postre exquisito compuesto de una pequeña tartaleta de chocolate recubierta de chocolate negro caliente y frutas del bosque. De nuevo los vinos de Gaillac fueron los encargados de acompañar la comida.

El entorno vale su precio. Atravesando un bonito patio entramos en un antiguo salón con muros de piedra y dimensiones justas. La decoración crea una atmósfera muy íntima que hace que sea ideal para parejas en una escapada romántica. Recordad además que sólo tenéis que subir unas escaleras de piedra si queréis, además, descansar en habitaciones de lujo.

Datos Prácticos

L’Esprit du Vin

En la capital del Tarn, Albi, tuvimos el honor de probar las creaciones del joven chef David Enjalran. Este restaurante posee una estrella Michelín -concedida hace 9 años- y puedo dar fé de que la ha ganado de forma merecida.

L’Esprit du Vin está dividido en dos salones muy diferentes entre sí. Uno de colores claros y otro más oscuro y sobrio. A nosotros nos acomodaron en una mesa redonda del primer salón. Era una noche de un Jueves de marzo y estábamos cenando a un horario más español que centroeuropeo, lo que hizo que fuéramos los únicos comensales.

El menú, que sale por unos 75 euros, constó de un chutney de mango y mousse de foie gras con semillas de sésamo negro, espárragos verdes con parmesano y salsa de buey con trufas negras acompañados de un huevo no muy cocido y filete de abadejo salvaje sobre una cama de calabacín troceado, berberechos y gambas de Mozambique.

Para rematar la faena nos sacaron de postre unos macarons con semillas de amapola. Eran de chocolate, limón, fresa y frambuesa. Después me tomé un sorbete de fresa natural y decidí apurar el poco vino Sauvignon Blanc -de la bodega de D’en Ségur- que reposaba en mi copa.

Salió el artista de la cocina cuando mis compañeros disfrutaban de sus cafés y nos comentó un poco lo que habíamos cenado. Me sorprendió su juventud -no debe llegar a los 40- y el desparpajo con el que nos explicaba que él cocina sobre todo sirviéndose del olfato. Es un creador de perfumes. Así se definió.

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Le Bistro des Capucins

Situado en el hotel L’Abbaye des Capucins de Montauban el Bistro ofrece una carta accesible a todos los bolsillos. Prepara comidas y cenas y se centra, sobre todo, en los platos típicos de la región.

Nosotros probamos uno de ellos: Cassoulet de pato y cerdo.

Nos fue servido en un cuenco de barro. Traducido a la gastronomía española, es una mezcla entre fabada y cocido. La carne de pato y cerdo viene acompañada de unas alubias blancas de tamaño algo menor a las de la fabada. También encontramos cebolla, tomate, ajos, tocino entreverado y algo de pimienta, que le deja un regustillo ligeramente picante.

Yo, que soy un gran amante de las comidas españolas conocidas como «de cuchara», disfruté mucho de este plato. Eso sí, es pesado y no recomiendo tomarlo para cenar. Error que cometimos nosotros.

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Chateau de Sallettes

Situado en el corazón de los viñedos de Gaillac este híbrido de restaurante, hotel y viñedo ofrece un lugar precioso de retiro en el que disfrutar de la buena mesa. Los precios no son precisamente baratos pero se corresponden con la calidad de la cocina del chef Pascal Auger, que posee una estrella Michelín desde el año 2008 por su trabajo en el Chateau.

Nuestro menú consistió en: tartar tibio de salmón con yogur, Vieira tandoori con salsa de mantequilla y merluza cocida muy lentamente con espárragos, puerros, pera, cúrcuma y guisantes. El postre fue un mousse de praliné con crema helada de castaña y nubes de violeta, todo bañado en chocolate y caramelo.

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Chocolates Pecou, Les Délices de Montauban

No es un restaurante pero he querido incluirlo en la lista para que lo disfruten los amantes de esa tentación tan irresistible que es el chocolate.

Esta chocolatería de Montauban tiene un producto de exquisita calidad y una tienda de cuento. Entramos por curiosidad y acabamos probando varios tipos de bombones y chocolates. Yo, amante del chocolate negro, compré unas bolsas de almendras recubiertas de chocolate de 70% de cacao. Me arrepiento de no haberme llevado más.

El negocio es familiar y llevan nada menos que cinco generaciones produciendo unas cuatro toneladas de chocolate al año y quince del resto de dulces que comercializan. Nos comentaron que en Francia se trabaja más con licor y el chocolate es más puro que el utilizado en su gran competidor, Bélgica. El dato curioso es que la almendra que utilizan la traen de Alicante. No pude evitar sentir un poco de orgullo por mi tierra.

Datos Prácticos