Visita a Albi, capital del Tarn en Francia

Vistas de Albi desde el otro lado del Puente Viejo
Vistas de Albi desde el otro lado del Puente Viejo

Nuestro periplo por las tierras del Tarn se iba a cerrar en la monumental ciudad de Albi. Habíamos visitado las maravillosas Montauban y Cordes Sur Ciel pero ambas se verían superadas por la magnificencia de la capital del Tarn. No en vano, está inscrita en la lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad de la UNESCO.

Llegamos cerca de las cuatro de la tarde al centro de Albi y tuvimos el tiempo justo para dejar nuestros equipajes en Hostellerie du Grand Saint Antoine, que sería donde nuestros maltrechos pies encontrarían reposo aquella noche después de dos días intensos recorriendo la región.

Antes de la cinco nos encaminamos hacia la zona vieja de la Ciudad Episcopal. Para ello cruzamos una gran plaza abierta donde habían montado una pequeña feria y los albigenses disfrutaban de unas cervezas al tímido e inesperado Sol de una tarde de marzo. Callejeamos un poco más y fuimos descubriendo los secretos de Albi…

Catedral Santa Cecilia

La torre de la Catedral de Albi vista desde los barrios del centro
La torre de la Catedral de Albi vista desde los barrios del centro

Cuando la contemplas no sabes si estás ante una catedral o una fortaleza. Sus dimensiones son enormes -es la mayor catedral de ladrillo del Mundo– y su posición, en lo alto de un repecho de la ciudad, hizo que su torre de campanario pudiera ser utilizada como torre vigía.

Su construcción data del siglo XIII y hay que recordar que toda esta región del Tarn, de la cual Albi es la capital, fue un bastión de los cátaros, queriendo los católicos dar un golpe de autoridad al recuperarla y construir la catedral.

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En nuestra exploración de sus entrañas lo que más me impresionó fue los frescos pintados en la bóveda sobre el altar. De colores vivos, dominados por el azul, parecen haber sido pintados hace tan sólo unos pocos años. El secreto de su gran estado de conservación es que partes de la catedral original fueron modificadas con el paso de los años, por los cambios de estilo arquitectónico de las distintas épocas. Así, la bóveda fue cubierta por otra capa de piedra, siendo los frescos aislados en su interior. Cuando por fin se descubrieron bajo la otra estructura, se manifestaron como una obra de incalculable calidad y valor.

La zona del coro, la sala del tesoro y el gran órgano del siglo XVIII son las otras highlights del lugar.

Museo de Toulouse-Lautrec (Palacio de la Berbie)

Cartel de Moulin Rouge de Lautrec
Cartel de Moulin Rouge de Lautrec

El museo del famoso y extravagante pintor francés se encuentra alojado, desde el año 1905, en el palacio de la Berbie.

Esta construcción -también del siglo XIII y pieza clave de la Ciudad Episcopal- fue hasta principios del XX residencia de obispos. Sus muros, espesos y altos, le confieren un aspecto de fortaleza militar más que de casa de los humildes siervos de Dios, pero creo que, a estas alturas, ya sabemos cómo se las ha gastado la Iglesia a lo largo de la historia.

Comenzaba a perder fuerza el Sol cuando entramos al museo del pequeño genio y máxima figura histórica nacida en Albi. Toulouse Lautrec fue famoso, sobre todo, por su capacidad para retratar la vida nocturna parisina de finales del XIX. Más de 1.000 obras suyas, incluyendo sus 30 carteles más famosos, forman parte de esta colección única en el Mundo del prolífico (no llegó a cumplir los 37 años) pintor.

lautrec-albi

Pudimos observar sus pinturas más clásicas, sus primeras obras -con no más de 14 ó 15 años- que ya tenían la calidad de un profesional del pincel, litografías, y carteles.

Una de las historias que más gracia me hizo fue la de un personaje que sale en muchas de sus obras: su primo. Al buen mozo le había mandado su familia a estudiar y ganarse la vida en un París lleno de oportunidades. Pero las que a él más le atraían eran las que daba la gran vida nocturna de la capital francesa. Prostíbulos y bares atraparon al apasionado joven y su familia empezó a preocuparse al averiguar en qué se fundía los francos su brillante vástago. La solución fue la versión francesa de «De Málaga a Malagón». Le encargaron a Toulouse Lautrec que saliera con su primo para controlarle y reconducirlo a un camino más casto. Imagino que esos dos podrían haber grabado la precuela de «Resacón en las Vegas«.

Recorrí las distintas salas del museo admirando las obras, sobre todo aquellas que me resultaban más conocidas, como los famosos carteles que creó para el Moulin Rouge.

El recinto no está sólo dedicado a Toulouse sino que también hay una colección de arte moderno, una galería dedicada a los descubrimientos arqueológicos, una sala de exposiciones temporales, una sala dedicada a los talleres y una galería dedicada a la Ciudad Episcopal.

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Vistas desde los jardines exteriores del Palacio de la Berbie
Vistas desde los jardines exteriores del Palacio de la Berbie

Salimos al patio exterior donde unos jardines de estilo francés sustituyeron a la antigua plaza de armas. Asomado a sus anchos muros pude disfrutar de una grandísima vista de el río Tarn y los puentes que hunden sus cimientos en él, como espadas de filo ancho.

Allí contemplé el atardecer sobre Albi.

Mercado Cubierto y el Puente Viejo

La mañana de nuestro último día de viaje acudimos al mercado cubierto de Albi.

El mercado cubierto de Albi
El mercado cubierto de Albi

Situado en la zona donde tradicionalmente desplegaban sus mercancías los mercaderes desde la Edad Media -alrededor de la Ciudad Episcopal- este mercado, de planta triangular y construido con ladrillo y metal, fue inaugurado en 1905.

Eran las 9 de la mañana y todavía se apreciaba poca actividad en su interior. Coloridos puestos de frutas se alternaban con los de múltiples variedades de ricos quesos de la región.

Los vinos también ocupan un lugar preferente en el mercado, siendo los de Gaillac los más famosos de la zona.

Aprovechamos para realizar las últimas compras de productos de la tierra y cogimos la furgoneta para salir de la ciudad. Es entonces cuando pasamos por el Puente Viejo.

puente-albi

Construido en el año 1040 -se dice pronto, pero hace casi 1000 años- fue una ayuda vital para el desarrollo comercial de la ciudad.

Aprovechamos para tomar muy buenas fotos de la Ciudad Episcopal y el centro desde el otro lado del río.

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Una ciudad monumental que puede ofrecer de todo al viajero.

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