Cuando visitamos Ferrol, nos adentramos, inevitablemente, en el esplendoroso pasado en el que España era una temible potencia militar que dominaba los mares. No en vano, aún se encuentra allí el astillero militar más importante del país, del que salen algunas de las fragatas más modernas y efectivas del mundo. En una mañana nublada visitamos esos astilleros, pero al ser una instalación militar, no pude realizar fotos que documenten un posible artículo sobre ellos. Sin embargo, esa misma mañana nos acercamos a un antiguo fuerte defensivo que fue pieza fundamental para que la famosa y estratégica Ría de Ferrol nunca cayese en manos enemigas. Os hablo del castillo de San Felipe.
El castillo de San Felipe es uno de esos lugares históricos que tiene el poder de hacerte sentir como un viajero en el tiempo. Sobre todo si lo visitas como hice yo: un día entre semana, y en total soledad.
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Se trata de una fortaleza que hoy en día se halla perfectamente integrada en la naturaleza y junto algunas casas – que se asoman tranquilamente a una hermosa playa – pertenecientes al municipio de Mugardos, famoso por su inigualable pulpo a la gallega.
Una visita histórica que recomiendo encarecidamente.
Índice de contenidos
Cómo llegar al castillo de San Felipe
El castillo de San Felipe se halla en la margen derecha de la Ría de Ferrol, enclavado junto a una playa, viviendas y un gran parche boscoso de los que motean de verde el bello municipio de Mugardos.
Tan solo tardarás unos 20 minutos en llegar desde el centro de Ferrol al castillo de San Juan. Desde A Coruña también es una visita factible, pues se encuentra a unos 50 minutos en coche. Si deseas visitar la antigua fortaleza desde Santiago de Compostela, tendrás que conducir aproximadamente una hora y cuarto.
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Historia del castillo de San Felipe
La historia del castillo de San Felipe está íntimamente relacionada a la de la Ría de Ferrol e incluso a la de la flota más famosa que jamás ensambló nuestro país: la Armada Invencible.
Y es que la fortaleza fue ideada por los mandos militares estratégicos del rey Felipe II, cuando se dieron cuenta de que defender uno de los astilleros más importantes del país (junto a los de Cádiz) era algo vital para el poderío de la corona. De los astilleros de Ferrol salían decenas de buques de guerra cada año y también aquí se refugiaron algunos de los que pertenecieron a la desgraciada Armada Invencible.
El castillo de San Felipe comenzó a edificarse a mediados del siglo XVI, convirtiéndose desde el primer momento en un bastión imponente y bien armado. Sin embargo, la responsabilidad de la protección de la entrada a la Ría de Ferrol no recaía tan solo sobre la piedra de sus muros, pues San Felipe se hallaba adecuadamente flanqueado y apoyado por los castillos de Nuestra Señora de la Palma (o, simplemente, La Palma) y San Martín.
Los tres eran capaces de ayudarse mutuamente en caso de un ataque a cualquiera de ellos.
El de San Felipe tomó el nombre de su mecenas, Felipe II, y era el principal de los tres. Por la noche, una pesada y enorme cadena de hierro se tendía entre las almenas del San Felipe y el de La Palma, impidiendo la entrada a la ría a posibles buques asaltantes.
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Por el día, las aguas de la ría estaban sobradamente protegidas con las dos líneas de baterías de cañones que apuntaban a ella.
El castillo fue remodelado profundamente a mediados del siglo XVIII, cuando el arquitecto Francisco Montaigú trajo consigo las técnicas del francés Vauban, que había diseñado defensas en forma de estrella y otras prácticas – y efectivas – modernidades en lugares como la francesa isla de Ré. Fue en esta época cuando se añadieron el hornabeche, el foso y la puerta principal.
Entre los momentos gloriosos e históricos que ha vivido el castillo de San Felipe destacan dos en particular. El primero hace referencia al ataque a gran escala que lanzaron los ingleses en 1800 (también lo habían intentado más de dos siglos antes, en 1594). Nada menos que 100 navíos y 15.000 hombres se presentaron aquí para superar las defensas, penetrar en la ría y alcanzar y destruir los astilleros españoles. Esperaban que este fuera el golpe de gracia a la Armada española y su presencia en las aguas del Atlántico y el Mediterráneo.
Sin embargo, tras lanzar varias oleadas de ataques por tierra – con unos 4.000 hombres -, desistieron y embarcaron de nuevo, con el rabo entre las piernas, rumbo a las costas de la pérfida Albión.
Otros histórico enemigos nuestros, los franceses, al mando del almirante Henri D’Escobleau, intentaron lo mismo y su ataque fue repelido por el fuego perfectamente combinado de las baterías de los tres fuertes españoles.
Durante la Guerra Civil, el castillo de San Felipe jugó un papel oscuro, tanto como prisión como lugar en el que se celebraron juicios y se llevaron a cabo ejecuciones de los sentenciados.
A mediados de los años 70, la fortaleza dejó de tener importancia y uso militar, quedando a cargo de un oficial y dos soldados hasta que, en 1996 el Ministerio de Defensa anunció la salida a subasta del complejo. No lo adquiriría nadie hasta el año 2000, cuando el Ayuntamiento de Ferrol se hizo con la titularidad del mismo por unos 165 millones de pesetas.
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El castillo de San Felipe fue declarado BIC (Bien de Interés Cultural) en 1994.
Visitando el Castillo de San Felipe
Las nubes se disiparon en el cielo cuando llegamos a la entrada principal del castillo de San Felipe. Pasamos junto a una garita vacía y dejamos atrás el umbral de la puerta para acceder a la pequeña oficina de información turística que se encuentra en el interior de la fortaleza. Allí puedes conseguir, gratuitamente, folletos explicativos de los distintos puntos que ver y su historia. Sin embargo, en estos lugares de tal importancia histórica, no hay mejor manera de recorrerlos que con un guía experimentado.
Puedes concertar una de estas visitas con guía oficial por tan solo 10 euros por persona. La experiencia es totalmente distinta si la vives así.
En nuestro caso teníamos la suerte de contar con Emma, la estupendísima guía que nos acompañó durante todo nuestro viaje por las Rías Altas y partes del Camino Inglés, una de las variables más desconocidas del Camino de Santiago.
Tras dejar la oficina de información, comenzamos deambular entre los patios, almenas y cañoneras de una fortaleza cuyo interior me parecía bastante más grande de lo que había imaginado.
Desde esas almenas me asomé a contemplar la preciosa vista que el día me regalaba. Frente a las murallas de San Felipe pude ver las de su melliza (aunque menor) de La Palma. Ambas fortificaciones parecen no saber vivir la una sin la otra. Luego, el Sol sacaba los mejores brillos a las aguas de la ría, así como a las rocas y los bosques circundantes. Intentaba imaginar cómo sería ver la entrada de los grandes buques de guerra por esas aguas, pero lo único que conseguía ver era un velero que izaba su velamen para aprovechar el interesante viento que se acababa de mover.
Tras las explicaciones históricas de Emma, cada uno vagó libremente por ese laberinto de murallas, escaleras y piedras. Es cierto que no hay dependencias con grandes interiores, pero no es necesario pues el lugar emana historia y secretos por sus cuatros costados.
Sin duda, un lugar que no te puedes perder durante tu visita a Ferrol, tanto si eres amante de la Historia como si te gustan la naturaleza y los paisajes, o incluso las gastronomía, pues no puedes marcharte de aquí sin probar el pulpo de Mugardos.
Horarios de visita del castillo de San Felipe
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El castillo de San Felipe abre todos los días del año (incluido festivos) de 10h a 14h y de 16h a 20h.