El Entroido de Vilariño de Conso es, sin duda, una expresión de la tradición más ancestral de este tipo de celebraciones en Galicia, y concretamente en la provincia de Ourense. Con una duración de un mes, su celebración se reparte en preparaciones y disfrute de unas fiestas que se transmiten de generación en generación, haciendo que mayores y niños convivan en una mágica atmósfera de cultura y costumbres.
Precisamente, una característica de este “Entroido” es ver como las diferentes generaciones conviven durante este mes tan pagano, compartiendo como los mayores dan su legado a los más jóvenes y como estos llenan de vitalidad a los más mayores.
Y es que el carnaval de Vilariño de Conso, con su antigüedad y carácter festivo pagano, ha logrado mantenerse a lo largo de los años como un reflejo de la identidad colectiva y cultural de este pueblo gallego. Gracias a testimonios fotográficos, orales y antropológicos, la tradición y el legado de este “Entroido” ancestral siguen vivos en la memoria de los vecinos.
Así, Vilariño de Conso se convierte en un lugar donde el pasado y el presente se entrelazan en una celebración única y enriquecedora.
El punto culminante del carnaval llega con el desfile del “Fulión” (folión). En este espectáculo, los boteiros y otros personajes típicos del entroido recorren las calles del pueblo, acompañados por el sonido atronador de los bombos y las guadañas, herramientas agrícolas que simbolizan la cosecha y el trabajo del campo.
Uno de los elementos más destacados de este “entroido” son los bombos. Unos enormes tambores artesanales hechos con pieles de cordero u oveja, algunos de ellos confeccionados con madera de castaño.
La tradición de elaborar estos instrumentos de forma artesanal se mantiene viva en Vilariño de Conso, convirtiéndose en una de las señas de identidad de esta festividad.
Cada parroquia tiene un sonido diferente, un toque que marca cuál es su territorio. Como perfectos percusionistas acompasados, portando dos mazaricos (mazas), golpean a pié con fuerza defendiendo el “toque” de su pueblo. En la pequeña aldea de Mormentelos se diferencian del resto de los pueblos de su municipio tocando con un solo palo.
Acompañando a los bombos, otros vecinos hacen resonar las agudas notas de las guadañas, que golpean con otro apero de labranza de metal. Un grupo de más de 12 vecinos forma el folión en cada aldea, con una rítmica y acompasada melodía combinada con bombos y guadañas.
Sin duda, el protagonista indiscutible de esta festividad es el Boteiro. Esta figura enigmática de Vilariño porta un traje tradicional, lleva sobre la cabeza una pantalla cuadrada, elaborada con ornamentación de cintas, y en algunas de las parroquias del ayuntamiento, la pantalla muestra un dibujo de un animal salvaje.
Para Uxía Fernández, una joven de Vilariño de Conso que cada “Entroido” se viste de Boteiro, es la mejor época del año: “Todo eso es muy emocionante, son sentimientos que no son capaz de describir con palabras”.
Para ella, también se hace especial porque es consciente que hace no muchos años este era un papel sólo de hombres. Lo que tiene claro que el relevo generacional de los Boteiros está asegurado, ya que cada vez más niños salen presumiendo de interpretar la máscara tradicional del carnaval de su pueblo.
Durante el intenso mes de carnaval, los distintos foliones visitan los pueblos vecinos, pero para poder entrar en el pueblo primeramente han de “pedir permiso” a la entrada del lugar. Una acción que hacen en forma de verso y que, tras recibir como respuesta los versos del pueblo anfitrión, marca el inicio de la fiesta en la que todos juntos tocarán parando en cada bodega a reponer fuerzas.
Son muchos los días marcados como importantes en Vilariño. Los jueves de compadres y de comadres, el sábado y el domingo gordo, y, por supuesto, el fin de fiesta del martes de carnaval.
Pero su día estelar es el sábado anterior al domingo gordo, cuando decenas de foliones no solo de Vilariño, sino invitados de los ayuntamientos limítrofes, desfilan por las calles del municipio, terminando con una comida popular en el pabellón municipal. En él se celebra, desde 1988, la fiesta gastronómica más importante del ayuntamiento: “A Festa do Cabrito”.