Recorriendo la Ruta de los Miradores en Asturias

También conocida como la Senda Costera de Muros del Nalón, es uno de los senderos más sencillos y bellos de Asturias

Asturias es un  paraíso terrenal. Sus paisajes, tanto de interior como costeros, son de los que te dejan boquiabierto a cada paso. Si eres un amante de la vida al aire libre, te recomiendo que dediques al menos una semana para hacer una completa ruta en coche por Asturias. Eso fue lo que hicimos nosotros, durante 9 días y tras varios años sin pisar esas tierras. Fue un verano extraño, pero con un tiempo inmejorable que nos permitió recorrer senderos tan bellos como la Senda Costera de Muros del Nalón, también conocida como la Ruta de los Miradores.

La Ruta de los Miradores es un trekking muy sencillo y apto para casi todos los públicos, en la parte centro. Se trata de caminar desde el encantador pueblo de San Esteban de Pravia hasta la Playa de Aguilar. La distancia entre los dos puntos apenas llega a los 5 km, sumando un total de algo menos de 10 km al realizar el camino de vuelta.

Aunque hay alguna pendiente considerable en el principio de la caminata – independientemente de cuál sea el extremo por el que decidas empezarla -, el resto de la ruta es muy suave, permitiendo el disfrute absoluto de las impresionantes vistas que te regalan los miradores que encuentras en el camino.

Esos miradores se abren a unas playas asturianas que poco tienen que envidiar a las que muchos persiguen en países lejanos. La costa es aquí accidentada y cubierta de verde, en contraste con el dorado de la fina arena y las distintas tonalidades azules que ofrecen las aguas de un Cantábrico que avanza y se repliega siguiendo el dictado de las mareas y la influencia de la Luna.

Detalles técnicos de la Ruta de los Miradores en Asturias

ruta de los miradores asturias
El sendero. Foto © David Escribano

Estos son, de un vistazo, los datos técnicos de la Ruta de los Miradores de Asturias:

Iberia Express
  • Tipo de ruta: lineal.
  • Distancia: unos 9,7 km (ida y vuelta).
  • Dificultad: fácil.
  • Señalización: buena.
  • Con niños: sí.
  • Duración: unas 3 horas.

Experiencia recorriendo la Ruta de los Miradores en Asturias

Decidimos hacer la Ruta de los Miradores un soleado y caluroso día de verano astur. No era algo que teníamos premeditado, así que simplemente salimos de Oviedo y pusimos rumbo noroeste para disfrutar de alguna buena caminata por la costa occidental asturiana. Mientras estábamos en el coche, hablé con mi gran amigo Gustavo, un asturiano de pura cepa que vive en Candás y conoce su región como la palma de su mano. Sabiendo qué rumbo llevábamos, me aconsejó hacer la senda costera de Muros del Nalón, asegurando que no nos iba a defraudar.

Comenzando en San Esteban de Pravia, el puerto carbonífero más importante de España

San Esteban de Pravia. Foto © David Escribano

Al venir desde Oviedo, el punto más cercano para comenzar la ruta era la localidad de San Esteban de Pravia.

A pesar de que no era demasiado pronto y el sol ya calentaba las calles, este pequeño pueblo costero se presentaba totalmente adormecido. Aparcamos el coche en un parking público cerca del muelle en el que se solían cargar los buques de transporte y dedicamos un ratito a ver las antiguas grúas que fueron restauradas hace unos 3 años. Ahora tienen el mismo aspecto que tenían a principios del siglo XX, cuando el puerto de San Esteban de Pravia comenzó a desarrollarse con la llegada del ferrocarril.

Era así, a bordo de trenes de carga, como llegaba a San Esteban el carbón que se extraía en las famosas cuencas mineras asturianas. Fue el puerto carbonífero más importante de España desde los felices años 20 hasta 1968, cuando dejó de funcionar debido a la crisis del carbón.

Algunas placas cuentan la historia y características de las grúas. Pura historia asturiana.

Desde el pueblo, puedes elegir subir andando hasta el mirador de San Martín, salvando un desnivel de unos 115 metros, o hacerlo en coche. Si prefieres caminar, puedes dejar tu automóvil en el gran aparcamiento que hay junto a la pequeña playa del Garruncho, situada justo al final del pueblo. Desde él parten unas escaleras que conducen al mirador.

El  mirador del Espíritu Santo

Playa de los Quebrantos. Foto © David Escribano

Tras ascender los algo más de 400 peldaños, llegamos al primero de los espectaculares tesoros visuales que nos regala la Ruta de los Miradores.

Desde el mirador del Espíritu Santo – en el que, además, encontramos una ermita homónima – pudimos admirar la extensísima playa de los Quebrantos, perteneciente al pueblo de San Juan de Arena (concejo de Soto del Barco) y que se mostraba ante nosotros inmensa y pletórica, debido a la marea baja.

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Si la playa de los Quebrantos se extendía a la derecha, la vista hacia el oeste tampoco desmerecía, con unos acantilados totalmente cubiertos de verde y que detenían su caída al mar en pequeñas franjas de arena dorada. Así disfrutamos de la Punta de los Espinos, la Punta de Ordial y los pequeños islotes de Los Señoríos.

La senda – de asfalto en este tramo – va casi pegada a la valla del mirador para entrar en una zona de merendero. El lugar, a la sombra de varios árboles, es ideal para tomarse algo disfrutando de la panorámica, pero, obviamente, no nos detuvimos, pues acabábamos de empezar la ruta.

Mirador del Espíritu Santo. Foto © David Escribano

Miradores de La Atalaya y Los Glayos

Esta primera parte de la Ruta de los Miradores es la más urbana de todas. Pasamos junto algunas casas con jardín, en las que la gente aprovechaba el buen día para comer al aire libre y dejar que los niños corretearan. Tras un ratito alejados del borde de los acantilados, volvimos a él para disfrutar de las vistas del mirador de La Atalaya.

De nuevo la costa se presentaba salvaje aquí, con zonas rocosas en el agua que prometían un buceo más que interesante.

Aquí tomamos la rampa de piedra que descendía a mano izquierda, internándose en una arboleda que apenas dejaríamos ya. A partir de aquí, el paisaje de la Ruta de los Miradores cambia y, para mí, mejora. Pinos y eucaliptos aparecen aquí y allá, ofreciendo su valorada sombra, sobre todo en el día caluroso que estábamos viviendo.

Foto © David Escribano

A pesar de encontrarnos en agosto, avanzábamos sin encontrar apenas gente en la senda, lo que hizo que la experiencia fuera aún más especial. Así, pasamos por las playa de La Atalaya, Cazonera y vimos los islotes de El Paso. Se respiraba naturaleza por todos lados y el terreno era sencillo, alternando tierra y hojas con alguna pequeña rampa de cemento.

Riendo, charlando y sin perder de vista las estampas que nos regalaba la costa a nuestra derecha, llegamos al mirador de Los Glayos.

La playa de las Llanas

Desde nuestra posición privilegiada en el mirador de Los Glayos, a la izquierda, divisé una de las playas más bellas de la Ruta de los Miradores. Se trataba de la playa de Las Llanas, y aunque en ese momento no bajé a disfrutarla, sí que lo haría a la vuelta.

Para acceder a ella, tan solo tuve que bajar por un serpenteante y estrecho sendero de arena, casi invadido por la densa vegetación. La sensación que tuve fue la de estar en un lugar realmente virgen. El sendero desemboca en una escalera de metal que lleva a una zona de grandes piedras, preámbulo de la preciosa franja de arena en la que había un par de familias disfrutando del día. Aproveché para bucear un rato, en la solitaria zona de rocas.

Las playas de Xilo y Aguilar

Playa de Xilo. Foto © David Escribano

Desde la playa de Llanas, tan solo nos quedaba por recorrer un tramo bajo los árboles, antes de comenzar el pronunciado descenso, jalonado de escalones y rampas, hacia las playas de Xilo y Aguilar. Fue en la primera donde decidimos quedarnos a comer.

La bella playa de Xilo aparece encajonada entre dos abruptas paredes rocosas cubiertas de vegetación, y se halla dividida por un grupo de grandes rocas y un pequeño peñasco. Cuando llegamos, la marea comenzaba a subir, pero la extensión de arena dorada aún era más que suficiente para encontrar un rincón privado y disfrutar del paisaje y la tranquilidad. De nuevo, me puse las gafas de bucear y me pasé cerca de una hora en el agua, recorriendo los recovecos de la pared oeste y admirando la rica vida submarina.

Después, comimos el típico menú de trekking – bocatas de salchichón con queso, bolsa de patatas y unos refrescos – y nos echamos una pequeña siesta al sol. No duró más de 15 minutos, que fue lo que tardó la marea en subir hasta nuestra altura. Típica pardillada de la gente que vivimos junto a las previsibles e inmóviles aguas del Mediterráneo.

A unos metros de la entrada de la playa de Xilo, se encuentra el aparcamiento de la playa de Aguilar. Este sí que se encontraba a rebosar y esa fue la razón por la que solo vimos la playa de lejos. No cabía una toalla ni sombrilla más.

Ruta de los Miradores en Asturias
Playa de Xilo. Foto © David Escribano

El camino de regreso

Tras sacar las últimas fotos, vencimos las pocas ganas de caminar que sueles tener después de comer y comenzamos el camino de regreso afrontando el largo ascenso de la cuesta que habíamos descendido para llegar a la playa de Xilo.

El regreso fue aún más sencillo, pues el sol había perdido parte de su fuerza y dejamos de pasar calor.

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Llegamos a nuestro coche con la cara de tontería y felicidad que se te queda cuando has tenido la suerte de disfrutar de un día maravilloso en la naturaleza. ¿Nos vemos en la Ruta de los miradores de Asturias?

 

 

 

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