Islandia es un país en el que el agua, en forma de cascadas, es una protagonista indiscutible. Las tienes por todos lados y de todas las formas, colores, alturas y potencias distintas. Entre las mejores cascadas que ver en Islandia siempre suenan nombres como los de Godafoss, Seljalandsfoss, Gullfoss, Dinyandi o Dettiffoss (que posee el honor de ser la más potente de Europa), pero en realidad hay cientos de ellas desperdigadas por el país, siendo muchas merecedoras de una visita. Es el caso de las cascadas de Barnafoss y Hraunfossar, que poseen unas cualidades diferenciadoras del resto, pues una tiene su origen en las aguas subterráneas de un campo de lava islandés (cuando lo normal suele ser que las cascadas nazcan del agua de los ríos) y la otra esconde una trágica leyenda.
Estas son dos cascadas que pueden visitarse en poco más de 45 minutos, siendo una parada casi obligatoria si estás viajando por el oeste de Islandia. El acceso a las mismas es sencillo, pues al contrario que ocurre con otras cascadas – como la de Hengifoss -, aquí no tendrás que caminar más que unos metros desde el aparcamiento para poder disfrutar de los saltos de agua.
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No solo los turistas se acercan a verlas, sino que también son muy famosas entre la gente local. Por ello, aquí te dejo una completa guía sobre cómo visitar Barnafoss y Hraunfossar.
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Índice de contenidos
- Cómo llegar a Barnafoss y Hraunfossar
- Cuál es la mejor época del año para visitar las cascadas de Barnafoss y Hraunfossar
- Cuánto tiempo necesito para visitar las cascadas de Barnafoss y Hraunfossar
- Hraunfossar, la cascada que nace en las entrañas de la tierra volcánica
- Barnafoss, la cascada de los niños
Cómo llegar a Barnafoss y Hraunfossar
Para visitar las cascadas de Barnafoss y Hraunfossar tendrás que disponer de un coche, ya sea propio o de alquiler. De hecho, alquilar un coche en Islandia – o una autocaravana o furgoneta -es de lo más habitual, pues es la única manera que tienes de conocer bien el país.
Las ciudades, de cierta entidad, más cercanas a Barnafoss y Hraunfossar son Borgarnes (unos 47 minutos y cerca de 60 km por carretera) y Akranes (88 km, unos 70 minutos). Si partes desde Reikiavik, tendrás ante ti un viaje de 126 km, que puedes recorrer en 1 hora y 45 minutos, aproximadamente, ya que el trazado incluye algunas carreteras comarcales.
Justo al lado de las cascadas encontrarás un aparcamiento con capacidad para 40 o 50 vehículos, además de un pequeño bar/restaurante y unos aseos (son del restaurante, y se pide realizar un pago, pero no es realmente obligatorio).
Cuál es la mejor época del año para visitar las cascadas de Barnafoss y Hraunfossar
Como suele ocurrir en casi todo el país, el verano (entre los meses de junio y septiembre) es la mejor época del año para visitar las cascadas de Barnafoss y Hraunfossar. Será en esta época del año cuando dispongas del mayor número de horas de sol y, además, mejor temperatura y menor probabilidad de precipitaciones. Sin embargo, debes saber que el clima islandés es totalmente impredecible, llegando a cambiar varias veces en el mismo día, por lo que nadie te puede asegurar que verás Barnafoss y Hraunfossar en las mejores condiciones posibles, ni siquiera en verano.
Durante el invierno, la estampa puede llegar a ser muy bonita, con la nieve y el hielo, pero a veces es complicado acceder al lugar.
Aprovecha tu tiempo en Islandia al máximo con alguna de las siguientes excursiones con guía en español y con muy buenas recomendaciones de sus usuarios:
- Trekking por el glaciar Vatnajökull
- Excursión a Landmannalaugar
- Ruta del Círculo de Oro
- Tour de la Aurora Boreal
- Glaciares y cascadas de la costa sur de Islandia
- Excursión a la Laguna Azul
- Trekking al volcán Geldingadalur desde Reikiavik
- Excursión a Snaefellness desde Reikiavik
- Otras magníficas excursiones en Islandia
Cuánto tiempo necesito para visitar las cascadas de Barnafoss y Hraunfossar
Para visitar las cascadas de Barnafoss y Hraunfossar encontrarás un pequeño sendero que parte directamente de la zona de aparcamiento.
El sendero se recorre en poco más de 20 minutos. Aunque cruza el puente y te lleva al antiguo campo de lava solidificado que hay del otro lado, lo cierto es que aquí encontrarás algunos cables y postes que delimitan la zona que puedes pisar. Es terreno protegido y está prohibido aventurarse más allá de los límites (aunque te aseguro que no te faltarán ganas de hacerlo, porque el paisaje es hermoso e incita a la aventura).
Permitiendo otros 20-25 minutos para tomar fotos y dejar que la fuerza del agua y la belleza de las cascadas te embelese, podemos estar hablando de una visita de unos 45 minutos para disfrutar bien de Barnafoss y Hraunfossar.
Hraunfossar, la cascada que nace en las entrañas de la tierra volcánica
Nada más entrar en el sendero, a tu izquierda encontrarás una ramificación que lleva al mirador desde el que se avista la cascada de Hraunfossar. Me gustan mucho las dos, pero esta es mi preferida.
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Y es que Hraunfossar es una cascada diferente a todas las demás que vi durante mi estancia en Islandia. Es un verdadero tesoro que se puede describir como una colección de innumerables arroyos y cascadas, pequeños y grandes, que brotan de la lava solidificada a lo largo de una extensión de unos 900 metros.
El glaciar Langjökull es visible desde el mirador y este campo de lava es la obra resultante de uno de los volcanes que se encuentran debajo del glaciar. Lo que me encanta de esta cascada es el color del agua o del río. A veces es deslumbrante y turquesa, pero en otras ocasiones lo verás como blanco lechoso. Cualquiera que sea el color, es una escena impresionante que vale la pena disfrutar o fotografiar.
Barnafoss, la cascada de los niños
Si traduces del islandés al español el nombre de Barnafoss, tienes como resultado «La cascada de los niños». Este apodo tan bonito encierra, sin embargo, una triste historia.
La leyenda de Barnafoss
Y es que, según cuenta la leyenda islandesa, en los primeros días del país, una familia con dos niños vivía en la granja cercana de Hraunsás. Una mañana, los padres se marcharon a la iglesia, ordenando a los pequeños que se quedaran en casa, pero como se aburrían, los niños pronto decidieron seguirlos.
Conocían un atajo a la iglesia: un puente de piedra, que se arqueaba sobre la rápida cascada cercana, que en ese entonces habría tenido un nombre diferente. Comenzaron a cruzarlo, pero la altura del puente y la potente corriente de agua que pasaba bajo él los mareaba. En un giro trágico de los acontecimientos, ninguno de los niños logró cruzar el puente y ambos cayeron al agua y murieron.
Aunque ambos padres estaban desconsolados, la madre perdió completamente la cordura. Algunas versiones del cuento terminan con ella exigiendo que se derribe el puente. Otros dicen que recurrió a la brujería, colocando una runa en el puente que hizo que cualquiera que lo cruzara cayera en picado a la muerte al igual que ocurrió a sus amados hijos.
Si la última versión es cierta, su hechizo se rompió cuando un terremoto destrozó el paso.
Una cascada potente
Si bien los cuentos islandeses han sido, por supuesto, exagerados a medida que se transmitían en la tradición oral, es muy posible que esta historia sea cierta. Cuando te asomas al segundo mirador, te das cuenta de que Barnafoss mataría a cualquiera que cayera en él con toda probabilidad.
Por supuesto, es igualmente posible que, como muchos cuentos islandeses, se haya creado simplemente como una forma de garantizar que los niños pequeños respeten a sus padres y teman la naturaleza impredecible del país.
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En cualquier caso, el espectáculo es realmente poderoso, sintiendo la brutal fuerza del agua desde el puente y el mirador. Tan solo unos metros más abajo, ya corre a un ritmo más normal, y es aquí donde se junta con el agua vertida por Hraunfossar. Islandia en estado puro. En estado líquido.