Existen lugares que fácilmente te enamoran cuando vas de viaje. Es el caso de la localidad de Lekeitio en Vizcaya. Si el buen tiempo además acompaña, verás por la mañana un diminuto camino de arena que une la playa de Karraspio con la isla San Nicolás. Si llegaste al día anterior pensarás que ese mismo camino dorado ha aparecido por arte de magia. Las mareas y su relación con el ciclo de la luna tienen su halo de misterio. Y lo sigues. Una fuerza interior te pide seguir esa senda dorada que hace apenas unas horas no existía.
Paseas por la playa y observas a tu izquierda el muelle, los barcos de pescadores y las casas que despiertan al ritmo que los rayos del sol van alegrando los colores de sus fachadas. Como compañeros de viaje, en una mañana de domingo apenas encontrarás a algún vecino paseando el perro por la playa, el cura que abre las puertas de la basílica y los primeros restaurantes y bares que preparan sus terrazas y embriagan la mañana con el olor a café.

La isla de San Nicolás desde la playa de Karraspio
La isla de San Nicolás frente a la playa le da ese toque final a Lekeitio para que sea una de las poblaciones más fotogénicas del País Vasco. Se dice que durante la Edad Media la isla se usó para trasladar a los enfermos de lepra para evitar el contagio. Hoy en día apenas encontraremos cabras, conejos, algún pastor controlando su ganado y un espléndido mirador al pueblo desde la zona más alta de la isla.
A la vuelta, un café en una de las terrazas frente al puerto y un breve paseo para visitar la Basílica de Santa María de la Asunción.

Lekeitio mirándose en el espejo
Son pocos los pueblos de apenas siete mil habitantes con una iglesia cuyas dimensiones muchos turistas confundirán con una catedral. De estilo gótico tardío, desde su exterior recuerda a la Catedral de Mallorca y en su interior os sorprenderá encontrar un enorme retablo de estilo gótico hispano-flamenco.
Si queréis disfrutar de un atardecer auténtico no podéis iros de Lekeitio sin visitar su faro más próximo.
El Faro de Santa Catalina se encuentra a escasos kilómetros de Lekeitio y ofrece unos atardeceres espectaculares desde su atalaya. En su interior encontraréis una exposición audiovisual muy interesante así como un bar donde disfrutar de un buen txacoli mientras saboreáis una espléndida puesta de sol desde su terraza.

Atardecer desde el Faro de Santa Catalina
Durante nuestra estancia en Lekeitio nos alojamos en el Hotel Zubieta, un conjunto monumental del XVII a los pies del Palacio que lleva el mismo nombre. La entrada en forma de arco revestida con árboles de bambú impone y más todavía su entorno y el gusto decorativo en sus fachadas e interiores.
En Lekeitio encontraréis un buen repertorio de restaurantes donde comer bien. Nosotros nos pegamos un buen festín en el restaurante Aroa. De pequeñas proporciones e instalado a pocos metros del puerto. Tienen una carta tradicional con especial enfoque en los pescados y marisco. El precio medio es de unos 30-35 euros por persona. A destacar el delicioso rodaballo.

“Chipis” en el restaurante Aroa de Lekeitio
Investigando un poquito sobre Lekeitio ya he encontrado una excusa para volver. Por lo visto, durante la primera semana de septiembre se celebra la fiesta de San Antolín, una fiesta popular en la región comúnmente conocida como la fiesta de los Gansos.
Siguiendo la tradicional locura de las fiestas peninsulares, durante estos días en Lekeitio, lo suyo es agarrarse al pescuezo de un ganso agarrado a una una cuerda que cruza ambos extremos del puerto. Al otro lado del muelle, los lekeitierras más fuertes, vestidos de mahón con blusa azul y pañuelo a cuadros de arrantzale, tiran de la cuerda. El objetivo es mantenerse el tiempo más largo posible agarrado del ganso mientras los demás tratan de evitarlo a toda costa con sus tirones.
Hoy en día se hace con un ganso muerto pero en el pasado el pobre animal andaba vivo y tenía que soportar la tortura de los tirones continuos. La fiesta tiene una tradición de más de 300 años y no creo que pasen mucho más para que volvamos a disfrutar de Lekeitio, sus costumbres y vistas privilegiadas a la isla de San Nicolás.
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Yo sólo digo que estaba tomando un café y esos chipis me han abierto el apetito ;)
Buen post! Soy otra amante de las playas del norte, yo soy catalana pero me subo allí en cuanto puedo!
Si quieres mírate el post de mi blog dedicado a la playa de Zarautz bit.ly/19qAmZA
Estuvimos allí, en la primera quincena de setiembre. Paseamos por su magnífica playa aunque, por la marea, no pudimos acceder a la isla de San Nicolás. Los pintxos y tapas extraordinarios. En mi blog de viajes, al que invito tanto a ti como a todos tus lectores, Parada y Fonda de un viajero en paradaconfonda blogspot.com podéis leer cuatro crónicas de nuestro recorrido por la Costa Vasca y… saldran más…
Buen artículo, ciudadano viajero.
¿Alguien sabe que premios hay para los participantes a los gansos?