La isla Sur de Nueva Zelanda es de una belleza sobrecogedora y no me extraña que Peter Jackson eligiera aquí tantas localizaciones para sus películas de El Señor de los Anillos. Nosotros la descubrimos sin acompañarnos de Hobbits o Elfos pero también nos sentimos parte de una película al recorrer millas y millas rodeados de maravillas naturales.
Al dejar la animada y activa Queenstown pusimos rumbo noroeste para viajar, por segunda vez en mi vida, a los glaciares de Franz Josef y Fox.
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Quedaba muy lejos en mi memoria aquella visita en Enero del 2004, cuando junto a Rober y Óscar saltamos la valla de protección del Franz Josef para ver el glaciar de cerca después de la hora de cierre. Era la primera vez en mi vida que veía uno de estos monstruos de hielo.
Aquella vez veníamos del norte de la isla pero esta vez nuestra primera parada fue el glaciar Fox tras recorrer unos 350 kilómetros desde Queenstow, vía el paso de Haast.
En el 2004, en una mañana soleada, nos aventuramos -inconscientemente- a escalar parte del glaciar por nuestra cuenta, pero esta vez el clima no acompañó y cuando llegamos con la furgo a la entrada al parque, el vigilante nos dijo que no se admitían más visitas debido al mal tiempo.
Yo lo conocía ya pero Tati se tuvo que contentar con ver, en la distancia y parcialmente cubierto por la niebla, esta lengua gigante de hielo que recorre 13 kilómetros descendiendo desde las montañas de los Alpes del Sur.
Teníamos sólo un par de días en la zona y decidimos darle más tiempo al Franz Josef, cuyos alrededores son espectaculares y permiten hacer un buen trekking de varias horas por una zona de bosque selvático salpicado por ríos, helechos arborescentes y otras maravillas.
Condujimos hasta el pequeño y adormecido pueblo de Franz Josef y decidimos no pasar la noche en la furgo por el intenso frío, quedándonos en una pasada de hostal de la cadena Youth Hostel International. Fue de lo mejorcito de todo el viaje en cuanto a instalaciones.
Allí conocimos a unos españoles muy majos que estaban currando en Queenstown. Al chaval le convencí para quedarnos despiertos a ver cómo el gran Rafa Nadal liquidaba de nuevo a Federer para ganar su sexto Roland Garros, para disgusto de los franceses. Por la diferencia horaria me iba a la cama a las 6 de la mañana pero, para un fan del tenis como yo, ¡valió la pena!.
El día siguiente amaneció soleado y nos pusimos en marcha muy pronto. Nos subimos a la furgo y llegamos al parking desde el que salen los caminos hacia el Franz Josef y los bosques de alrededor.
Como teníamos tiempo de sobra y el solecito aún calentaba, cogimos una de las sendas que nos internaban en la espesura verde tras cruzar un puente colgante. Si tenéis mucho tiempo, os aconsejo haceros la ruta entera que os llevará a miradores donde las vistas del glaciar a vuestros pies son inmejorables.
Nosotros fuimos en el comienzo del invierno austral y la corta duración del día nos lo impidió. Caminamos casi 3 horas -entre ida y vuelta- y nos dirigimos al valle de acceso a la parte frontal del glaciar.
No paséis por alto un lago pequeñito que tiene un reflejo precioso de las montañas nevadas en un día claro. Allí hicimos una de las mejores fotos de todo el viaje.
Llegamos a las barreras que sólo se deben traspasar si formas parte de un grupo guiado o eres -o sigues siendo después de 7 años- un inconsciente. Sacamos unas cuantas fotos y salté las cuerdas para subir por una ladera de piedras hasta que alcanzara el hielo. En el medio de la inmensa lengua de hielo unas figuritas pequeñas -un grupo guiado- se movían lentamente, unidos por una cuerda. Una versión friolera de los enanitos de Blancanieves, con sus picos y todo, pero no para cavar en la mina – ¿y a hacer éso iban tan contentos?- sino para clavarlos en el hielo.
Me tiré un buen rato encontrando el paso más seguro hacia el hielo hasta que lo encontré pero no me aventuré mucho más allá porque las suelas de mis Salomon tenían tanto agarre como una canción de Reggaeton entre la comunidad Amish.
Regresé a por Tati y nos fuimos hacia el coche. Eran casi las 5 de la tarde de otro día en el que sólo haríamos una comida principal: la cena. Como siempre.
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En el 2004 visitaría después el famoso Perito Moreno argentino pero la experiencia de ver tu primer glaciar es inolvidable. Inmensidad de hielo azulado que parece inmóvil pero no lo está, que pide a gritos que no le hagamos retroceder por maltratar el planeta en el que nació y debe perdurar por siglos o milenios. Una belleza natural sobrecogedora. Otra razón más para amar y cuidar nuestra Tierra.
Hola Carmen!!!
Pues las dos veces que fui lo hice en coche y furgo!:( Igualmente, es un lugar superturístico. Escribí hace años un artículo sobre cómo moverse por Nueva Zelanda.
http://www.viajablog.com/alquiler-de-coche-bus-y-ferry-en-tu/
Ahí tienes las dos compañías de bus que en aquella época recorrían las islas. La Kiwi experience creo que aún existe fijo. Si no, habrá otras. Podrás llegar en bus. Tanto en el Fox como en el Franz Josef hay un pueblecito a 5 o 6 kms del glaciar (como mucho). Así que puedes alojarte en ellos (te aconsejo el Youth Hostel International de Franz Josef, sólo 3 ó 4 dólares más caro que los otros si eres socio y muchísimo mejor en instalaciones) y salir al día siguiente con alguna excursión (si quieres de las que te meten en el hielo..hay muchas compañías con oferta bastante variada) o haciendo dedo para cubrir esa corta distancia (o a pata!).
No comprobé si hay buses en los pueblecitos que tan sólo te dejen en las zonas de acceso de ambos glaciares. Imagino que algo habrá aunque son pueblos minúsculos. Si no, lo mejor es hacer dedo que seguro te llevan.
No hay que pagar entradas ni nada. No es un parque como tal sino que han puesto un par de cuerdas y una caseta de vigilancia (en el caso del Fox, en el Franz Josef ni éso) y cada uno campa a sus anchas sabiendo que lo que ocurra es por cuenta y riesgo de uno mismo.
Dime cosas…jajaja
Besos
Gracias David, lo tengo apuntado! Pero dime una cosa… si no se dispone de furgo, ¿esto cómo se puede ver? Llego al parque, allí hay donde alojarse, esa noche contrato una excursión o puedo hacerlo por mi cuenta a pata… ¡Datos, datos! :P
Gracias Marcis! aunque ya lo disfruté! Tú también estuviste por allá? Un saludo!
Pues te lo recomiendo encarecidamente! la belleza natural que tienen allí (y el respeto que tienen por ella) no lo he visto en ningún otro sitio. Vete para allá ya mismo!jaja. Un saludo!
Qué pasada! ganas terribles de ir a NZ!!! Gracias!!!
Oooohhh, qué buenos recuerdos! Disfrútalo, David!