En los fríos mares del norte de Europa, una pequeña isla tapizada de verde ha inspirado, desde tiempos inmemoriales, mitos y leyendas que se han confundido con la realidad. Irlanda, llamada Isla Esmeralda por muchos, atrae cada año a millones de turistas que encontrarán unos paisajes bellos y dramáticos entrelazados con un gran legado histórico y arquitectónico que se remonta a tiempos de celtas y vikingos.
Dividida políticamente en dos, Irlanda del Norte y la República de Irlanda tienen, en realidad, más similitudes que diferencias, dándote solo cuenta de haber traspasado la frontera que las divide cuando ves los precios en libras en lugar de euros.
Una ruta completa por toda Irlanda exige, al menos, tres semanas de viaje. Aquí te dejamos algunos de los lugares que no te puedes perder en Irlanda:
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Belfast
Hace un par de décadas, la capital de Irlanda del Norte comenzó un proceso de lavado de cara para poder dejar atrás su gris aspecto industrial. La iniciativa ha resultado todo un éxito.
Hoy en día, Belfast se presenta al viajero como una ciudad vibrante y cultural, convirtiéndose en el lugar perfecto para realizar una escapada de fin de semana.
Una forma diferente y sana de recorrer Belfast es alquilando una bicicleta. Sal desde el centro de la ciudad y dirígete hacia uno de los mercados más emblemáticos del Reino Unido, St George’s Market. Aquí podrás tomarle el pulso a la ciudad vagando entre los puestos de comida que se mezclan con otros de ropa usada, baratijas, accesorios de casa y muchas otras cosas más. Durante los fines de semana también vienen vendedores de artesanía y tienen lugar actuaciones musicales. Tómate algo en la balconada de la cafetería del segundo piso mientras observas el bullicio del mercado.
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Pedalea después hasta el muelle del río Lagan, para embarcarte en el viejo barco Mona. Su capitán te explicará todas las leyendas creadas entorno al Titanic, que fue construido en estos mismos muelles. Es el preámbulo ideal para realizar la visita a Titanic Belfast, la mayor atracción de la ciudad.
Titanic Belfast es mucho más que un museo. Sus cuatro edificios representan la proa del Titanic y en su interior muestran al visitante la vida del barco desde su creación en los astilleros hasta las reacciones y mensajes tras su hundimiento. Además, te explica cómo era la vida a bordo y te hace sentir como un pasajero más del trasatlántico más célebre del mundo.
Durante el fin de semana, date un capricho y vete de compras por el centro antes de tomar unas pintas en los legendarios pubs del Cathedral Quarter. Belfast está para vivirla, tanto de día como de noche.
Donegal
Cuando llegas al condado de Donegal, ubicado en el noroeste de la isla, te das cuenta de que has entrado en la Real Ireland.
Extensos prados verdes se ven jalonados por suaves montañas cubiertas de arbustos que no dejan de ser castigados por el viento. El ganado pace tranquilo en las granjas y pequeños pueblos se dispersan aquí y allá.
Su costa es salvaje. Escarpados acantilados cortan el Atlántico como un cuchillo. Entre ellos destacan los de Slieve Liegue, los más altos de Europa. Camina por la senda tortuosa que los recorre y siéntete pequeño ante la naturaleza.
Si quieres encontrar bosques milenarios, acércate a los alrededores de Dunfanaghy y adéntrate en el Ards Forest Park.
La pequeña ciudad de Donegal tiene un aire totalmente provinciano y las gentes que encontrarás en la campiña aún hablan gaélico, la antigua lengua celta, cuando se reúnen en el pub. Porque eso sí, por muy pequeño que sea un lugar si estás en la Real Ireland tiene que haber un pub cerca.
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Dublín
Las estadísticas dicen que 1 de cada 4 habitantes de Irlanda vive en la capital del país, pero cuando lleguéis a Dublín os resultará difícil de creer. Habiendo vivido y trabajado varios años en la ciudad, mi impresión de la misma desde el principio ha distado de las frías cifras.
Dublín es una ciudad amigable, con un centro histórico que se recorre fácilmente paseando aunque he de advertiros algo: con la armada inglesa bombardeando sus edificios en 1916 antes de que el país fuera independiente, no queda mucho en pie de hace más de 100 años. Eso sí, en la Oficina Principal de Correos (o GPO a cualquiera que le preguntéis dónde está), aún quedan los impactos de bala de ese negro periodo.
Negra es un icono de Irlanda, la famosa cerveza Guinness, cuya destilería es un museo interactivo de varias plantas que culmina con un bar (el Gravity) donde disfrutar de una pinta observando la ciudad desde las alturas.
Junto con una visita al Trinity College, un oasis de sabiduría y tranquilidad que alberga el Libro de Kells (con doce siglos de antigüedad), Temple Bar (la zona donde turistas y dublineses se dedican a beber mientras se escucha música en directo), un paseo por Henry Street y Grafton Street, las calles más comerciales, un peregrinaje a los antiguos estudios de U2 o, si el tiempo lo permite, sentarse en un banco en Saint Stephen´s Green, uno o dos días en Dublín os pasarán volando.
Los Acantilados de Moher
Aunque la Naturaleza no se dedica a perder el tiempo jugando con los elementos para beneficio del hombre, a veces nos regala escenarios que parecen un guiño a nuestros sentidos. En el Oeste de Irlanda, en el Condado de Clare, encontramos uno de esos sitios que son un regalo inesperado para nuestros ojos.
A 120 m sobre la espuma furiosa del mar, se levantan los Acantilados de Moher (Cliffs of Moher), la privilegiada atalaya sobre el Oceano Atlántico que es una de las principales atracciones turísticas de Irlanda.
Y si esa altura te parece poca, llega a los 214 m tras una valla de protección en torno a la Torre O´Brien, unos 8 km al Norte de esos mordiscos con los que viento y mar han ido atacando a la Isla Esmeralda.
Si los elementos han ido moldeado la costa, pacientemente, durante los últimos 300 millones de años, esas formaciones de roca de esquisto y arenisca pueden verse hoy desde lo alto o también desde el nivel del mar en barco. Pero si quieres ver los Acantilados de Moher en pantalla grande, también han sido escenarios de fondo para películas como “La Princesa Prometida” o “Harry Potter y el Misterio del Príncipe”.
Tip de Alojamiento
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La Calzada de Los Gigantes
Siempre hay dos explicaciones para un fenómeno tan extraordinario como las 40.000 columnas de basalto que encontramos al Norte de Irlanda del Norte, la llamada Calzada de los Gigantes (Giant´s Causeway en inglés o Clochán an Aifir en irlandés)
La Leyenda, el romanticismo y el afán por crear historias, dicen que son los restos de una senda sobre el mar que llegaba hasta Escocia, y fue construida por un gigante irlandés para ir a pelear contra otro gigante que vivía al otro lado del Canal del Norte. Naturalmente, hay dos versiones de cómo terminó ese combate y quién fue el vencedor.
La Ciencia, siempre más prosaica, nos revela que hace unos 60 millones de años, durante el Paleoceno, en esta zona hubo una intensa actividad volcánica. Las erupciones prehistóricas provocaron ríos de lava sobre el suelo de caliza de creta que, al enfriarse dieron lugar a esta formación declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1986.
Pero Irlanda, e Irlanda del Norte, tiene mucho más que ver y merece varios días de excursión, bien por cuenta propia o con una ruta a través de una agencia, como las que ofrece Tourist Forum.
Si tienes tiempo (¡búscalo!), alguna de las otras visitas que te recomendamos son el Monasterio de Glendalough, la ciudad medieval de Kilkenny, el castillo de Blarney, la ruta circular del Ring of Kerry, The Burren o Connemara, por citar sólo unas pocas.
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Los leprechauns pasan más tiempo en el pub que vigilando el caldero de monedas de oro. Vamos, que probablemente nos hayamos tomado alguna pinta juntos…
Uuuuuhhh saltándote Galway, qué osado. No te deseo ningún mal, pero ojalá el leprechaun que hay junto al caldero de monedas de oro al final del arco iris te arranque de un mordisco la nariz.