Tras disfrutar del descenso en kayak por el río Umia y refrescarme en sus frías aguas, me puse algo de ropa seca y nos marchamos a seguir conociendo las bodegas y pazos que conforman la Ruta do Viño Rías Baixas.
Bodega Lagar de Pintos
Una simpática y dicharachera Marta Castro nos abrió la puerta de su casa y sus viñedos de la Bodega Lagar de Pintos.
Un día más, el sol gallego nos abrasaba y mientras Marta nos contaba la historia de esta bodega familiar, buscábamos con ahínco alguna sombra que nos protegiera.
Lagar de Pintos es una bodega situada en el municipio de Ribadumia y cuyos productos están basados, principalmente, en una uva albariño de magnífica calidad. Cuatro generaciones de la familia de Marta han ido mimando y respetando la naturaleza mientras lograban cultivar una uva de calidad superior.
Su casa de piedra se levantaba, imponente, enmarcada por las parras plantadas en todo su alrededor. Bajo ellas, al aire libre, Marta había dispuesto una elegante mesa en la que nos sirvieron sabrosos mejillones, berberechos, almejas, quesos y empanadas, todo ello regado, cómo no, con un buen Albariño de la casa.
Lagar de Pintos también comercializa un vino tinto de uva mencía y varios licores de alta graduación. Mientras probábamos uno de estos últimos, charlábamos con Marta de las diferencias entre la vida en el campo y en la ciudad. Sus hijos se han críado corriendo y jugando por la finca familiar. Ese comentario – ayudado por el efecto amodorrante del vino en la calurosísima tarde – me hizo recordar mis años de niñez, cuando no pasábamos ni un minuto en casa y volvíamos pedaleando sobre nuestras BH con las rodillas peladas. Cada día era una aventura… Y no precisamente de las que juegan en la Play Station los niños de hoy en día. Marta me cayó, si era posible, aún mejor.
Tras explicarnos el selectivo procedimiento que siguen para crear uno de los mejores albariños de la región, tuvimos que despedirnos de nuestra magnífica anfitriona y emprender el camino hasta nuestra segunda bodega del día.
Bodega Pazo de Señoráns
Cuando llegamos a las puertas del Pazo de Señoráns, Laura (la chica de Ruta do Viño Rías Baixas que nos acompañaba estos días) nos dio una información que, sin duda, hizo la visita mucho más amena: iba a celebrar el banquete de su boda en ese mismo lugar. No diré la fecha para que no se apunten espontáneos sin invitación. Conmigo ya tendrá bastante.
Y es que cuando visitas el Pazo de Señoráns te apetece pasar algunos días – o semanas… O meses – en él.
Javier nos recibió frente al prontón principal del pazo y nos llevó al moderno edificio que había justo frente a él. Este lugar alberga la tienda, oficinas y los tanques donde se conserva el vino (la bodega moderna).
Tras la breve explicación sobre la obtención del Albariño (Javier no quería saturarnos con el tema después de haber visitado cuatro bodegas) pasamos a conocer la magnífica casa solariega del siglo XVI. Prácticamente la totalidad del pazo es visitable y ahora ha sido convertido en lugar de celebración para bodas y eventos. Cada habitación está decorada con un gusto exquisito, respetando los elementos tradicionales del pazo y combinándolos con ornamentos de todo tipo y procedencia.
Me gustaron especialmente las salas correspondientes a las antiguas bodegas, donde Javier nos mostró una prensa de uva que aún podría utilizarse y la antigua capilla del pazo, además de los lindos jardines y viñedos.
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Finalmente, catamos cuatro tipos distintos de vino albariño de Pazo de Señoráns y un licor destilado. El vino que más me gustó fue uno que tenía 3 años, desmontando así el mito que dice que el único albariño bueno es el del año en curso.
Un gran visita que disfrutamos con Javier.
Bodegas del Palacio de Fefiñanes y Gil Armada
Por último, justo después de visitar a las grandes mariscadoras de Cambados, fuimos a conocer las bodegas del Palacio de Fefiñanes.
El palacio se encuentra en la plaza más emblemática de Cambados e impresiona nada más avistarlo. Fue construido en el siglo XVI y su fachada es la más reconocible del pueblo. En la pequeña bodega se elaboran tres tipos distintos de albariño, que aprobamos y comentamos guiados por la simpática canaria, Yurena. De nuevo probábamos buenos vinos con tres años de barrica. Para mí, siempre mejores que los albariños jóvenes.
En el mismo edificio conocimos a la familia que se encuentra al frente de la bodega Gil Armada. Mi avión se marchaba en 2 horas y tuve el tiempo justo para saber que, desde 1990, también elaboran albariños y licores destilados utilizando los métodos tradicionales de Galicia. Para la elaboración de licores se han tenido en cuenta tanto las antiguas recetas de monasterios hoy desaparecidos, como la búsqueda de sabores inéditos.
Me quedé con las ganas de probar sus vinos y viandas en la bonita mesa que nos habían preparado en un patio al aire libre. Algo que dejo pendiente para mi próxima visita.
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Los vinos albariños que probé durante mi periplo por la Ruta do Vino Rías Baixas fueron realmente buenos, pero, como siempre ocurre, las experiencias se miden más por el trato con las personas que te acompañan y la emoción y vida que ellos ponen en sus explicaciones. Sin duda, eso fue lo mejor que me llevé de aquellos días inolvidables en Galicia. Aquí el vino se vive, no sólo se bebe.