La península de Dingle en bicicleta (1) De Tralee a Annascaul

dingle
1ª Jornada:
De Tralee a Annascaul

La península de Dingle se encuentra en el suroeste de Irlanda y si tenéis piernas y tiempo os recomiendo alquilaros una bicicleta para disfrutar de su naturaleza a lo slow motion.

Llegué a Tralee desde Dublín con la compañía estatal de autobuses Buss Eireann. Hay que realizar un intercambio en Limerick (ciudad irlandesa conocida sospechosamente como the stab city -la ciudad de los cuchillos-) y cambiar de autobús para llegar finalmente a Tralee. Aproximadamente se tarda unas ocho horas en total. Así que paciencia y a disfrutar del paisaje rural del interior de Irlanda.

Tralee es una bonita y tranquila población con su propia bahía. De pubs no faltan y muchos tienen música en directo. El pueblo goza además con un museo de historia muy interesante con trenecito incluido para hacer la visita más llevadera.

Existen unos cuantos hostales donde dormir barato pero yo, cansado de la larga paliza de autobús, olvidé la peregrinación de precios y me metí en el primero que encontré: El Finnegan’s Hostel, hoy en día una cama en litera sale por menos de 20 euros, está en el centro de la ciudad y es más que correcto.

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Al día siguiente me dirigí a una tienda de alquiler de bicicletas y, sin pensármelo dos veces, me monté a una para realizar una ruta circular por la península de Dingle durante tres días.

Empecé por la carretera N86 que une Tralee con la población de Dingle ya en el interior de la península.

El día empezó clareado pero al poco rato, mientras bordeaba la bahía de Tralee, unos espesos nubarrones empezaron a cubrir el cielo y empezó a caer la de siempre en Irlanda. Me puse el chubasquero y cubrí la mochila con una bolsa de basura que llevaba conmigo.

La lluvia no es la peor enemiga en Irlanda. El peor de todos, según mi parecer, es el viento que sopla con fuerza desde todos los puntos cardinales posibles. Un paraguas en Irlanda no sirve para nada. Circulando en bicicleta, con una climatología irlandesa adversa, se hace difícil pedalear. El viento en contra y la lluvia cerrándote los párpados con agua convierten una tranquila y divertida paseada en bici en una gesta heroica en medio de campos labrados y campesinos que te miran extrañamente.

Llegué a la población de Camp y paré en el primer pub para tomarme un café con leche bien caliente y secarme un poco la ropa.

Tenía pensado pegarme un buen palizón hasta llegar a Dingle cruzando el collado de Connor pero debido al mal tiempo cambié de opinión. Preferí llegar ese día hasta el hostal de Annascaul y dejarme el Connor Pass para el día de vuelta.

En Annascaul fui el único habitante del hostal. Había un cartelito en la puerta indicando la dirección de donde podía encontrar al amo del hostal y al encontrarlo simplemente me abrió la puerta y me dio las llaves. Fui a una tienda para aprovisionarme de comida y me quedé a mis anchas en una enorme mansión donde no faltaba una amplia cocina, un enorme comedor, un salón y un par de plantas para mi solito.

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