Viajamos a Estambul con Turkish Airlines directos desde Barcelona. Teníamos ante nosotros tres semanas para viajar alrededor del país, conocer la mítica Constantinopla, adentrarnos en Asia, conocer la misteriosa Capadocia y perdernos por el poco conocido interior y el confín con Irak, Siria e Irán tan poco visitados y a la vez tan sugestivos. Este era el plan pero íbamos con la mochila, la guía y ningún plan que nos convenciera del todo para dejarnos ir a la menor idea sugestiva que el camino y Turquía nos deparara.
Estambul es una de aquellas ciudades que siempre me habían sugerido desde pequeño. La mítica Constantinopla, la fantasía de las mil y una noches, el colosal imperio otomano y su ejército de medias lunas que arrasaban pueblos sin piedad. El Bósforo y el cruce de culturas que une el puerto más transitado del mundo con el choque frontal de la vieja Europa y el contiente asíatico.
Así que era un viaje obligado y junto a un amigo nos decidimos a viajar por esas tierras durante tres buenas semanas.
Llegamos a Estambul y el bochorno nos acogió como si de un sedante que aplaca las energías se tratara. Subimos al Havas bus que nos dejó en el centro de la ciudad y sus subidas y bajadas y laberínticas calles nos despistaron un poco. Con el mapa bajo el brazo –os recomiendo llevarlo a todas horas- llegamos a la mítica Santa Sofia. Tras ella y el palacio Topkapi encontramos la zona de backpackers donde se encuentran la mayoría de hostales. La mayoría tienen terraza y el desayuno incluido con el precio –aunque no deja de ser algo de tomate, olivas, pepino y un huevo duro-. Según la época del año hay que reservar con antelación. A nosotros nos tocó patearnos un rato las calles pero por fortuna encontramos sitio sin demasiados problemas pero con pocas opciones de regateo.
Dejamos las mochilas e inmediatamente empezamos a visitar la ciudad. La buena ubicación de los hostales permite visitar la zona del palacio Topkapi, Santa Sofia y la mezquita azul a pie sin problemas. Así que nos dividimos los días en zonas para visitar.
Es ideal organizarse porque Estambul es enorme y con tres días no van a ser suficientes si queréis ver la ciudad como se merece. Se puede hacer pero con tan poco tiempo vais acabar destrozados y con unas cuantas llagas en el pie.
Así que durante el primer día en Estambul lo dedicamos a contemplar la espectacular e histórica Santa Sofia, la Mezquita Azul, la Cisterna y alrededores.
Santa Sofía o Agia Sofia, la famosa mezquita se hallaba en gran parte en obras así que no pudimos admirarla como se merecía. Es la única mezquita que ya no está considerada oficial, es decir, ya no está dedicada al culto. Empezó a construirse en el año 537 y por ella han pasado unos cuantos estilos arquitectónicos como es evidente. No deja a nadie indiferente. Unos repiten la visita hasta la saciedad y otros, por alguna razón, les decepciona. No en vano, este lugar ha sido el mayor centro religioso creado durante diez largos siglos.
Visitamos posteriormente la vecina Mezquita Azul. Se hallan separadas por la plaza de Sultanahmet y juntas forman una de las fotos más famosas de Estambul. La mezquita, es sin duda, una extraordinaria obra de arte en geometría y buen gusto. Quizás no rezuma tanto pasado y fervor como Santa Sofia pero sin duda es un poema a los ojos con sus alfombras espléndidas decorando el vasto interior de la mezquita. Esta, al contrario que Santa Sofia, es de culto y deberéis controlar vuestros modales, ropa y seguir una visita ordenada por su interior. Tiene seis minaretes y en el momento de su construcción fue algo inaudito ya que ese número solo lo poseía la Meca y eso resultaba ser una afrenta al mundo islámico. Para evitar discusiones, el sultán ordenó construir un minarete más en la Meca y el asunto fue zanjado.
La cisterna: Más de uno pasará de largo. Se trata de un pequeño habitáculo que es encuentra al lado de Sultanahmet. Cobran entrada y uno piensa, “bueno, tampoco habrá para tanto…” Os aconsejo que le echeis un vistazo. Es la cisterna más grande que se construyó en época bizantina. Es uno de los lugares más sorprendentes de Estambul. Entrad en ella, buscad las cabezas de medusa.
Ya cansados, tras el viaje y nuestro primero contacto con Estambul, decidimos llenar nuestros estómagos con el primer kebab puramente turco y volvimos al hostal. Nos esperaban dos días más de Estambul antes de partir hacia el interior del país así que mejor era resguardar fuerzas para lo que todavía aguardaba tras los milenarios muros de esta gran ciudad.
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Fotografías, Atilla1000
Hola estoy interesada en conocer Turquía y había pensado viajar este año unos días a Estambúl. El único problema es que voy sola y me gustaría saber si es una ciudad para ir una chica sola o mejor espero a poder ir con alguien más.
Mi viaje por Turquia fue el mejor de mi vida, pero he de destacar los derviches y su extasis en Estambul. Saludos