Durante mis tres semanas por Turquía coincidí con un finlandés con el que decidimos alquilar un coche en Capadocia para dirigirnos a las fascinantes ruinas de Nemrut. El automóvil había que devolverlo al mismo lugar y yo no tenía intención de volver a Capadocia para dejarlo. No obstante, mi nuevo amigo finlandés sí tenía pensado volver ya que su siguiente paso lo dirigía hacia las costas mediterráneas de Turquía, así que fue él quien puso el alquiler a su nombre.
En la agencia de alquiler de coches le pidieron el pasaporte como seguro. A mi me extrañó verdaderamente pero como no era mi pasaporte el que pedía tampoco me puse muy insistente en el tema. Dejé al finlandés lidiar la situación y por lo visto no consiguió salirse con la suya y dejó el pasaporte en la agencia.
Emprendimos marcha por las secas y deshabitadas tierras del interior de Turquía. Vistamos las espectaculares ruinas de Nemrut y al día siguiente visitamos y dormimos en la ciudad más musulmana que he conocido jamás: Sianliurfa.
Entramos en uno de los pocos hostales que encontramos y, como era de esperar, el amo nos pidió los pasaportes. El finlandés trató de camelárselo con una especie de DNI finlandés y el carné de conducir pero no le funcionó. Le explicamos la historia e incluso le dimos el teléfono de la agencia pero al otro lado de la línea no contestaron. El hombre parecía furioso pero nos dejó salir por la tarde a dar una vuelta por el ciudad y conocer las aguas donde Abraham salvó la vida de las garras del rey Nemrut.
Volvimos pensado que el hombre se habría calmado y quizás con el DNI finlandés ya tenía suficiente. Gran error. A la vuelta, el hombre volvió a discutir con el finlandés y terminaron por solucionar el tema en la comisaría. Así que nos dirigimos hasta la comisaria turca más próxima donde el amo del hostal y el finlandés entraron.
Me quedé afuera esperando y lleno de curiosidad. Una lástima ya que por lo visto me perdí un aromático té acompañado de unas deliciosas pastas. Una verdadera pena. Por lo visto, un policia hablaba inglés, entendió la historia, llamaron a la agencia de alquiler de coches en Goreme que esta vez sí contestaron y el policia les pegó una santa bronca por pedir un pasaporte como seguro de retorno del vehículo.
Al finlandés le ofrecieron una merienda y una sonrisa y le advirtieron que cuidará mejor un objeto tan preciado como el pasaporte. Te aconsejo que tú también hagas lo mismo. Si lo quieren, ¡les das una fotocopia y santas pascuas!
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