Tras pasar una semana en Arequipa tomé un bus que me llevó a Paracas y pasé allí una noche. Ese día sólo habíamos llegado cuatro turistas en el mismo bus y congeniamos a las mil maravillas. Leo, francés que había estado viajando el mismo tiempo que yo por Sudamérica y tan sólo le quedaba una semana para volver a casa. Martyna y Yanet, italiana y peruana que eran amigas y venían de vacaciones desde Italia.
Los cuatro hicimos el tour con la lancha por las Islas Ballestas -que narró Quique en su viaje a Perú– y después pasamos el día juntos. Fueron las chicas las que propusieron regresar una hora por el camino por el que habíamos venido de Arequipa para llegar a Ica, en cuyos alrededores estaba el Oasis de Huacachina.
Yo viajaba sin guía y no había oído hablar del lugar pero junto con Leo decidimos irnos para allá dado el aburrimiento que nos esperaba en Paracas.
Fue una decisión acertadísima. Llegamos a Ica pronto a la mañana siguiente y un taxi nos llevó -por 10 soles- 5 kilómetros al oeste de la ciudad, donde se encuentra el oasis. Nos alojamos en el hostal Salvatierra por 20 soles en habitación doble y pudiendo disfrutar de una decente piscina donde poder combatir un poco el calor que hacía. Las habitaciones y duchas son casi de lo peor, pero bueno, el ambiente era bueno.
Nada más llegar al hostal nos ofrecieron el tour con buggies por el desierto y regateamos un poco hasta conseguir un precio de 30 soles por persona por una excursión que disfrutamos muchísimo.
Hay salidas a mediodía y por la tarde. Os recomiendo encarecidamente que lo hagáis por la tarde porque el calor que pega a mediodía es inhumano. Por algo es un desierto.
A las cuatro y media nos montamos los cuatro en un buggy enorme en el que ya nos esperaban otros cuatro pasajeros y el conductor. Hay que pagar una pequeña tasa de entrada al desierto de 3,20 soles por persona y después… ¡comienza la diversión!
Nuestro piloto además de majo era cojonudo. Así, como suena. Nos llevaba arriba y abajo por las dunas produciéndote una sensación en el estómago como la que te deja una montaña rusa. Las dunas tenían una textura perfecta y al poco de entrar en el desierto dejabas de ver signos de civilización, lo que te hacía sentir como un grano de arena en la inmesidad de aquel monstruo sinuoso que emana una belleza sobrecogedora a pesar de saber que su avance será perjudicial para el ser humano que allí habita.
Paramos tres veces para practicar el sandboarding. La cosa es bien simple: tomas una tabla tipo snowboard, embadurnan la parte inferior con una sustancia resbaladiza y te tiras deslizando por las dunas del desierto. Al ver a los otros grupos nos dimos cuenta de que nuestro piloto nos llevaba a las mejores dunas, las que tenían pendiente más pronunciada.
Se llega a alcanzar una velocidad bastante decente y desde luego es una experiencia divertidísima. Los cuatro disfrutamos muchísimo y nos montamos en el buggypara una nueva sesión de subidas y bajadas de camino hacia un mirador para contemplar la puesta de sol en el desierto. Fue precioso. Las dunas se volvieron de un amarillo intenso, después anaranjado para dejar paso a un color fuego y un violeta que precedía a una noche estrellada sin una sola nube que la enturbiase.
Quedamos contentísimos con la experiencia y dimos una buena propina a nuestro conductor -realmente la esperan y te lo hacen saber con pintadas en el coche tipo «don´t forget to tip your driver»-. Por la noche cenamos comentando las jugadas y después nos dedicamos a beber unas copas y divagar en nuestra piscina contemplando el cielo estrellado.
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Sin duda, una experiencia que no debes perderte si estas por la zona.
Una visita al oasis de la Huacachina (única en Latinoamérica) te deja una de las más exquisitas experiencias y no solo para quienes disfruten de los deportes de aventura, como el sandboarding, sino para todos!
Sus paisajes, la pequeña laguna y una buena compañía construyen también un buen recuerdo del lugar.
Pues sí José Manuel, acabé yendo allí por el azar y la verdad es que fue un descubrimiento muy agradable.
Sres. ICA es lo maximo sus dunas sus encantos y su misteriosa laguna enamoran a qienes la visitamos desde la primera vez. Yo la visite a los 10 años de edad y desde aquella fecha nunca dejo de visitarla.
Un abrazo a todos y vengan visitenla y comprobaran lo que les digo,
Me encanta esta frase Yola!
Que envidia tengo ahora mismo…
Asia sigue siendo una nebulosa en mi cabeza, pero la sensación de ESTAR EN MANOS DEL DESTINO es grandiosa
Puffff, ya me has dicho casi todo, si Marruecos, para mi muy civilizado, te parecio más salvaje…. :( Al menos me servirá para no crearme falsas espectativas. Gracias.
La verdad, cuando escribí el comentario anterior, me saqué el google earth para buscar ARENA, y lo que mejor me pillaba era el noroste de China. Pero mucho me temo que, en este entido, como en África va a ser que no.
A día de hoy no tengo la menor idea de donde ir. Estoy estancada en Bangkok (tenías razón, son los vuelos más baratos) a la espera de 3 visados (que ni siquiera se si usaré). Asia sigue siendo una nebulosa en mi cabeza, pero la sensación de ESTAR EN MANOS DEL DESTINO es grandiosa :D
Seis días me quedan para tomar una decisión :) o dejarme llevar, jeje
Hola Yola! yo visite el desierto de Rajasthan a traves de Bikanner. Salimos en camello para dormir una noche en haimas en el interior del desierto.
No es para desmoralizarte, pero la verdad es que en Marruecos tuve una sensacion mucho mas salvaje de desierto que en la India…
Vas a Mongolia?
Huy, huy, huy…….. Después de la «desilusión» del Namib, tenía todas mis esperanzas de DESIERTO en toda regla puestas en el Rajastan :S
¿No se puede surcar el Rajastan? En lo que sea, todoterreno, camello… ¿No se puede dormir al raso en Rajastan? Aunque solo sea un par de noches. Jaisalmer no es la «puerta de entrada al desierto»? No me fastidies que aparco India y tiro hacia oriente.
Por Dios!!!! Que alguien me diga algo de este desierto.
David, el desierto siempre te deja ganas de más. Si quieres desierto auténtico, y aceptas una recomendación, los alrededores de Siwa. El Mar de Arena del desierto lívico de Egipto. Para mí uno de los más auténticos, de verdad de la buena. Tienes historia, etnia, arqueología y naturaleza en estado puro. (Espero que las tablas de sandboard todavía no hayan llegado allí).
Pues sí ,Junior y Yola, preciosas las vistas del oasis desde las dunas. Era la primera vez que llegaba a un punto de desierto en el que no veía civilización -después de la desilusión de Jaisalmer en India- y me encantó. Ahora quiero ver más!! Juan Ferrrr! qué sorpresa!el viejo va llegando a todos!jaja. Saludos al mini y espero verte en la terreta en Junio!
¿Tirado boca abajo en la tabla? Yo lo hice allí mismo pero con tablas tipo snowboard, y de pie…
…y en la última bajada mi ruta coincidió con la de un inglés así que él acabó con un tobillo despellejado y yo con un dedo torcido :D
Preciosas las vistas del oasis desde las laderas de las dunas que lo rodean y casi sumergen, ¿verdad?
Lo corroboro David. Sin duda una gran esperiencia lo del «tripa/culo-sandboarding». Y lo del buggy-rally, ni qué decir. Nosotros lo hicimos cerca de Cerro Blanco, en el desierto de Huaracanga (Nazca).
Preciosa la foto de Huacachina con la iluminación nocturna. Un ocaso allí no tiene precio.
A seguir disfrutando!!!
Impresionante Deivi….Impresionante…
Cuando vuelvas a alicante espero que te volvamos a ver y nos cuentes un par de aventurillas de estas que estás viviendo, asi que quedamos emplazados a tu retorno.
Un saludo y cuidate mucho.
J.F.
P.D.Se lo he contado al mini y me ha dado recuerdos para ti.