Ricardo Thys, el belga que decidió dejar todo y dar la vuelta al mundo sin petróleo

Foto (C) Ricardo Thys
Foto (C) Ricardo Thys

Ricardo, a sus 55 años, acudió un buen día a la oficina de la Seguridad Social belga para preguntar cómo iba su pensión. Estaba hastiado de un trabajo que le ocupaba los 7 días de la semana (aunque al menos era para su propia empresa) y se estaba replanteando su vida. El funcionario de turno le dijo que por lo cotizado hasta ese momento, cuando se jubilara recibiría una cifra bastante pobre. Cuando vio la expresión abatida de Ricardo, el hombre añadió: «estos últimos 10 años son los más importantes para calcular la pensión«. Ricardo le miró fijamente y preguntó: «Entonces, ¿estos diez años son los más importantes de mi vida?«. El funcionario asintió. Ricardo se levantó de la silla y se despidió amablemente. Ya sabía qué iba a hacer con esos 10 años.

Este hecho fue el empujón definitivo que hizo que Ricardo Thys se convirtiera en uno de los más extraordinarios viajeros modernos que he conocido.

Su proyecto

Foto (C) Ricardo Thys
Foto (C) Ricardo Thys

Desde el 4 de abril del 2015 se encuentra dando la vuelta al mundo sin petróleo y no sabe cuánto tiempo estará en el camino, aunque piensa que unos 7 años.

Salió desde la mítica Grand Place de Bruselas y recorrió Francia a pie para llegar a España. Aquí seguirá caminando rumbo a Lisboa, donde tiene planeado tomar un barco de vela que le lleve a América del Sur previo paso por las Canarias y Cabo Verde.

Recorrerá las Américas del Sur y del Norte montado en una bicicleta y desde Alaska tomará otro velero con el que cruzará el Pacífico para recalar en las desconocidas islas de la Polinesia francesa antes de llegar a la maravillosa Nueva Zelanda. Australia y Asia formarán parte de su ruta antes de regresar a Europa. Si es que lo hace.

En un viaje como este, nada se puede planear. Quizá se enamore de una persona, o de un lugar, y Ricardo decida poner punto y final a su peregrinaje.  Él solo sigue lo que le dicta su corazón y sus ganas de vivir una experiencia inolvidable.

Cómo llegó a Alicante

Foto (C) Ricardo Thys
Foto (C) Ricardo Thys

El destino es enrevesado. Tras algo más de 10 meses caminando, Ricardo se alojó, en Benidorm, en casa de una amiga mía, Pilar. Yo no podía darle una cama en Alicante pero intenté ayudar consiguiéndole un barco de vela con el que visitar las Baleares. Como no estamos en temporada, el barco no zarpaba pero su capitán, el gran Jose (al que yo no conocía tampoco, sino que era amigo de un amigo), le ofreció quedarse en su bonito velero de 15 metros de eslora, el «Velapi», el tiempo que quisiera, a cambio de ayudarle con el mantenimiento y reparaciones.

Jose y Ricardo se cayeron muy bien nada más conocerse. Cuando yo conocí al aventurero belga, supe el porqué.

La vida de Ricardo

El día que Ricardo conoció a mi madre
El día que Ricardo conoció a mi madre

Ricardo Thys es una persona clara, agradable, culta, de mirada límpida, sonriente, alegre, optimista y cercano. Sus experiencias vitales han forjado en él un carácter indómito y aventurero, que fue mitigado durante algo más de una década por un trabajo que al principio supuso un reto alegre pero acabó sumiéndole en una ardua existencia en la que no era feliz.

A los 23 años se marchó a Perú con su novia y un amigo y acabó comprando un terreno cercano a la pequeña población de Kiténi, en los lindes de la selva amazónica. Tras aguantar un par de temporadas de lluvias intensas, Ricardo tuvo suficiente y regresó a Bélgica. Allí cumplió dos de sus sueños principales: tener una hija y dedicarse a las carreras de coches.

Iberia Express

Fue semi profesional como piloto de bólidos y conoció circuitos de toda Europa. Tras 10 años de carreras, colgó el casco y comenzó a dedicarse más a fondo al negocio de la venta de modelos en miniatura de los mismos coches que tanto le habían maravillado. El negocio fue muy bien, pero una gran empresa francesa de la que formaba parte acabó jugándosela.

Teniendo que empezar de cero, en el año 2003 decidió dar el salto a aquello que llamaban la venta online. Vendiendo miniaturas de coches de carreras consiguió unas cifras récord, con miles de clientes en más de 50 países. Finalmente, sin embargo, el trabajo le obligaba a estar sentado delante de su ordenador un buen número de horas los 7 días de la semana. Y así concibió el proyecto Defi Kiténi.

Durante un año preparó las cosas del viaje, buscó sponsors (que le proporcionan solo equipo) y dejó su empresa a su hermano.

No se considera a sí mismo un gran ecologista. «Simplemente, se me ocurrió esta idea y decidí hacerlo así, sin petróleo… A mi ritmo«, me confiesa en una de nuestras varias conversaciones.

Lleva casi un año recorriendo Europa a pie y en abril podrá celebrar el primer aniversario de viaje con su hija, Virginie, que volará al sur de España para encontrarse con él. Sólo se han visto virtualmente este año y es ella la que organiza el presupuesto del viaje (5 euros diarios) y le ayuda con cualquier contingencia que pueda ocurrir. El hermano de Ricardo y algunos otros buenos amigos componen el resto del equipo logístico.

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Cuando me habla de su hija, se le cae la baba: «ha sacado mi carácter y la belleza de su madre. ¡Menos mal que no fue al revés!«, me decía cuando nos despedíamos la última noche en el puerto pesquero alicantino. Cosas del destino, quizá Virginie me aloje una noche, el mes que viene, en su pequeño apartamento de Bruselas. Otra viajera, como el padre.

Un año de aventura

El Velapi, la casa de Ricardo en Alicante. Foto (C) Ricardo Thys
El Velapi, la casa de Ricardo en Alicante. Foto (C) Ricardo Thys

Durante este año ha corrido muchas aventuras.

Prefiere la naturaleza y pueblos pequeños a las ciudades. Evita las capitales, salvo que le invite algún contacto en ellas. Pasó por el Mont Blanc; durmió en un castillo francés y en una villa a medio construir en la Costa Azul francesa (y cuando se despertó se asomó a un balcón suspendido sobre el mar, a menos de 1 metro del agua) ; ha dormido con gendarmes y bomberos, familias en casas de campo españolas e incluso en las instalaciones del circuito aragonés de Motorland, cerca de Alcañiz, donde trabajó varios días.

A Ricardo le gusta la naturaleza, pero aún más la gente. Conocer gente y vivir experiencias es el verdadero motivo de su viaje. Está abierto a todo y lo notas cuando habla contigo. Cuenta sus muchas historias, pero también escucha las de los demás.

En el camino va trabajando a cambio de comida y alojamiento. Ha reparado barcos y casas de campo, construido escaleras, elaborado quesos y panes,… No le tiene miedo al trabajo, sobre todo si es al aire libre y puede aprender algo nuevo.

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En los pequeños pueblos franceses iba directo a los ayuntamientos para pedir algo de ayuda (para encontrar lugar para dormir) y les contaba su proyecto. No pude evitar descojonarme cuando me confesó que en España, en lugar de visitar los ayuntamientos, ha aprendido que debe ir a los bares.

Me lo contaba así: «En el primer pueblo pequeño al que llegué en España, pregunté por el ayuntamiento y me dijeron que ya había cerrado (eran las 2) y que no abrían por la tarde. Entonces fui al bar a tomarme algo y me puse a hablar con algún parroquiano. Cuando le cuento mi historia, coge el móvil y me dice que espere. Él era el alcalde y me iba a solucionar todo en un momento. Y así en casi todos los lugares«. Amigos, España es así.

Durante estos días que he pasado con él, he aprendido mucho de Ricardo. Es un tipo con muchas ganas de vivir. Cansado de proyectar en el futuro, ha preferido disfrutar del presente. No ve diferencia en jubilarse con 600 euros o 1.300, porque ¿quién te asegura que vas a llegar con salud a los 65?.  «Si me queda poca jubilación, ya me iré a vivir donde pueda estar bien con ese dinero«, me decía.

Su viaje, como su corazón, está totalmente abierto a lo que pueda pasar. La improvisación le lleva a pasar una noche en un pueblo o 20 días en Alicante, en la que ha sido la parada más larga desde que comenzó su aventura (lo cual me enorgullece, porque quiere decir que se ha sentido muy bien entre nosotros).

El pasado jueves por la noche, con el viento azotando al puerto alicantino, pedaleaba con furia en mi bici y le dejaba atrás tras darnos un último abrazo. Me dio mucha pena despedirme de él, pero algo me decía que le volvería a ver durante su viaje. Quizá sea así. Espero que sí… Seguro que sí.

Un viajero de los de antes. Un tipo que quiere exprimir su vida al máximo sin importarle lo material. Un gran conversador y persona entrañable que te infunde ganas de vivir y positivismo. Así es Ricardo Thys.

Sigue su viaje y su proyecto en su web Défi Kiténi. ¡Siempre puedes comprar una de sus camisetas o hacer una donación para apoyarle en su causa!.

 

 

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2 comentarios en “Ricardo Thys, el belga que decidió dejar todo y dar la vuelta al mundo sin petróleo”

  1. Pues sí, Pablito, amigo. Un tío entrañable y con el que pasé una gran semana en Alicante. Le seguiremos en su aventura!.

Los comentarios están cerrados.

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