En nuestra constante búsqueda de los orígenes de los mejores productos gastronómicos hemos hecho un alto en nuestra ruta mediterránea y nos hemos desplazado al Valle del Jerte, en Cáceres, para profundizar en el apetitoso mundo de la picota del Jerte, un producto amparado bajo la D.O. Cereza del Jerte rabiosamente de temporada (solo lo podemos disfrutar en Primavera y Verano) de producción local y muy versátil en cocina (ya lo veréis) o sea que tiene todas las papeletas para despertar nuestra gula.
Pero vayamos por partes: ¿cereza o picota? ¿son lo mismo? ¿si la temporada es ahora por qué las encuentro casi todo el año? y lo prioritario ¿saben igual?
Lo primero que hay que saber es que la cereza tienen muchísimas variedades (algunas con nombre de estrella de cine mudo como Precoce Bernard) que se diferencian por calibre, color y otros aspectos, de forma que la picota es una de esas variedades que a su vez se subdivide en Ambrunés, Pico Limón Negro, Pico Negro y Pico Colorado. Lo fundamental a la hora de distinguirlas es que el hueso o «pipo» es mas grande y que las picotas no tienen rabo porque este se queda en el árbol cuando se recogen (y no vale hacer trampas porque la picota es muy lista ya que cuando le quitas el rabo a una cereza esta se estropea rápidamente mientras que la picota no porque su «herida» cicatriza en el momento que la recoges) manualmente.
Como os decía, la recogida es una tarea completamente manual que realizan los hombres que trabajan en fincas como «Las Mirandas» en Navaconcejo, de nuestro amigo Fernando, que nos permitió asistir a la recolección y practicar una experiencia deliciosa como es comérselas directamente del árbol (todavía me relamo solo de pensarlo) cosa que seguro también podréis hacer si visitáis el valle en esta época.
El trabajo de las manos expertas de la gente del valle continúa en la clasificación por parte de las mujeres de la finca cuya experiencia es determinante para realizar un primer cribado de calibres y calidades antes de llevar los frutos a la cooperativa para su procesado final y envasado con destino a los puntos de venta… de toda Europa porque la picota al igual que vosotros viaja a todas partes. De hecho nos llamó la atención ver cajas listas para ser enviadas a Gran Bretaña a un conocida cadena de supermercados y a un precio muy atractivo, teniendo en cuenta los costes de transportar y distribuir un producto tan exquisito y delicado como la picota.
En fin, nos alegramos por los británicos así sabrán lo que es bueno. Pero al igual que nuestras picotas recorren el mundo las cerezas de otros países productores también lo hacen, y gracias (o lamentablemente, pero ese es otro tema) a la globalización comercial ahora puedes encontrar durante casi todo el año cerezas turcas, chilenas, canadienses… que simplemente se parecen. Ni por sabor ni por textura ni por grado de maduración en el árbol son lo mismo y aunque sirvan para calmar vuestro insaciable apetito estamos seguros de que el placer no va a ser tan intenso. Porque este es el quid de la cuestión, la picota está francamente buena. Muy buena. Es más crujiente, más jugosa, más dulce, más golosa y… mas viciosa porque no puedes parar de comer y todo gracias una combinación única en el mundo de suelo, clima, tradición, experiencia y mimo.
Como todo producto gastronómico de calidad el impacto del cultivo de la cereza en el valle del Jerte va mas allá de la cifras de producción, venta o exportación (aunque el volumen de la cosecha es impredecible) porque impregna el carácter y la vida de la gente del valle. Al ser un cultivo delicado que requiere de mano de obra elegante y experimentada junto con el tamaño de las fincas (menos de una hectárea de media) se consigue un mejor reparto de la riqueza que se genera y creemos que eso ayuda a que los habitantes de la zona tengan ese carácter desprendido y generoso como pocos, emprendedor y constante que les ayuda a crecer sin olvidar el pasado de una forma de vida en ocasiones extremadamente dura (probad a cargar uno de los cestos donde se recogían las cerezas con el garabato al hombro como los que tienen en el Museo de la Cereza de Cabezuela del Valle) pero al mismo tiempo sabiendo disfrutar de lo que tienen que no es poco, porque no solo de picota vive el hombre.
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En el valle del Jerte puedes visitar asombrosos cañones de río y bañarte en piscinas naturales de granito mientras observas una gran variedad de aves rapaces, puedes comer fantásticamente bien en alguno de los restaurantes como los que visitamos por la zona gracias a eventos como este en los que lo productos locales están bien representados y mejor tratados, puedes darte un tratamiento de cerezaterapia o puedes hacer multitud de actividades de las cuales os hablaremos en un próximo post.
Pingback: Un viaje por el valle de la Picota del Jerte – cerezadeljerte.org
Hola a todos,
Hemos creado un blog dedicado a la temática de Extremadura y queremos compartir cualquier experiencia vivida en Extremadura con todos los que nos visitan.
Si lo desean, pueden visitarnos en:http://experienciasenextremadura.blogspot.com.es
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Documentado,magnifico reportaje,ágil ,ameno, versátil,invitativo,a conocer el hermoso valle de Jerte sus parajes,sus campos productivos de tan exquisitas,dulzonas,jugosas picotas,cerezas para los de Peru,Congratulaciones al autor del report,y a http://www.viajablog.com/
No sabía que existía tanta variedad de cerezas… Desde luego que es un lujo para nuestros paladares además de poder apreciar esa zona tan maravillosa de dónde proceden.
Un artículo de lo más interesante. Saludos!!!
Impresionante!!!
No me imaginaba que de una cosa tan pequeña hubiera un mundo (social, económico, obviamente gastronómico, etc.) tan grande.