Llegada y visita a Skelleftea en la Laponia sueca

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Antiguas casas sami en Skelleftea

La pasada semana estrenamos el vuelo que une Girona con Skelleftea en la región de la Laponia sueca con la compañía de bajo coste Ryanair. Apenas éramos unas 20 personas y se agradece subirse a un vuelo de esta aerolínea sin tener que sudar la gota gorda al hacer el check in o al intentar encontrar un hueco en la cabina para dejar tus cosas.

El vuelo sale a las siete de la mañana los lunes y viernes así que nos alojamos la noche anterior en un hotel cercano al aeropuerto. Se llama Salles Hotel, se viste de cuatro estrellas pero yo le quitaría una o dos. No sé si existe algún criterio para aumentar las estrellas de los hoteles por eso de ofrecer servicios adicionales al estar al lado de un puti club pero, sin duda, eso acostumbra a ser poco agradable especialmente por la variada fauna que podemos encontrarnos en la calle. Aun así tiene un spa que no pudimos disfrutar, un bonito patio interior con piscina -y vistas al puti, cómo no- y las habitaciones, aunque estrechas, son más que aceptables.

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Llegamos a Skelleftea con sueño. Aunque en el vuelo de inauguración rumbo a la ciudad sueca sólo iban unas 20 personas, las azafatas de Ryanair siguieron su programa al mínimo detalle usando los altavoces para vender cigarrillos electrónicos, productos de duty free, lotería, etc. Vamos, el habitual repertorio para dar la paliza y no dejar dormir ni al tato.

Cuando el avión empezó a descender pudimos observar el mar báltico completamente helado y un cielo azul sin atisbo de nubes. El viaje prometía y un ligero nerviosismo aparcó el sueño retrasado por un rato.

Con los ojos medio cerrados salimos del avión y nos dispusimos a recoger la mochila en el pequeño aeropuerto de Skelleftea. De repente, lo que encontramos en la misma sala de equipajes nos despertó de repente. Los suecos habían preparado una bienvenida por todo lo alto a los primeros llegados de la península ibérica con el flamante vuelo de Ryanair. Una mujer tocaba música en un piano eléctrico, nos ofrecieron canapés y champán y la prensa se acercó para hacernos preguntas. Una bienvenida de estas características te abre el apetito para recoger la mochila rápidamente y ponerte a viajar y conocer a este pueblo tan acogedor.

Sería fácil ahora exagerar y comparar esa recibida como si me hubiera encontrado de pleno en la película de Steven Spielberg y sus encuentros en la tercera fase. No obstante, me sorprendió la cálida bienvenida. Más tarde comprendería que esta zona al norte de Suecia recibe muy pocos turistas y un vuelo directo venido del sur de Europa con unos cuantos periodistas y un par de blogueros de viaje iba a ser noticia en los periódicos durante los siguientes días.

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Plaza del centro de Skelleftea

Nos dirigimos hacia el centro en coche. No obstante, si precisáis de transporte público, existen autobuses que unen el aeropuerto con el centro de Skelleftea y sus horarios están conectados con las llegadas y salidas de los vuelos. Sale por 80 coronas suecas y tarda unos 20 minutos. Como en cualquier otro servicio o establecimiento del país podrás pagar con tarjeta así que olvídate de cambiar o sacar dinero del cajero durante todo el viaje. ¡Bienaventurados suecos!

Visitamos una parte antigua de la ciudad donde existe un asentamiento de casas sami. Antiguamente los suecos obligaron cortésmente a los samis a profesar el cristianismo. Con el tiempo, se pidió a esta tribu nómada de Laponia a realizar visitas reguladas a las iglesias de cada pueblo para así poder tener un censo de los habitantes de la zona. Se construyeron pequeñas casas de madera alrededor de las iglesias y, hoy en día, todavía se levantan y algunos casos sirven de alojamiento para los locales.

Skelleftea es una agradable ciudad de unos 30,000 habitantes junto al mar báltico. En la plaza del centro encontraréis zonas comerciales con todo tipo de tiendas y servicios. Es un buen lugar para realizar vuestras operaciones por la zona aunque lo aconsejable es pasarse en la ciudad una noche y alquilar un coche para conocer los alrededores de esta remota zona de la Laponia sueca.

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