Motonieve y pesca sobre hielo en la Laponia sueca

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Más contento que un niño en un día sin cole con mi primer pescado!

La última vez que me fui a pescar tenía ocho años. En esa época, mis padres nos llevaban de camping durante el verano a la costa brava y por las noches, junto a un añorado amigo de aventuras, nos subíamos a una zoodiac y su padre nos introducía en el mundo de la pesca nocturna entre las estrellas y las aguas del mediterráneo.

Quien me iba decir que la siguiente vez que me iría de pesca lo haría en un lago helado en medio de la Laponia sueca.

Partimos de Skelleftea rumbo a Arvidsjaur. Tardamos aproximadamente una hora en cubrir el monótono e hipnotizante trayecto blanco, llano y cubierto de abetos y lagos helados. El hombre de las nieves, Sonny Holmberg, nos esperaba a media carretera a pocos kilómetros de llegar a la población de Arvidsjaur.

Sonny es una de las personas que mejor recuerdo me llevo de mi viaje a la Laponia sueca. Un hombre habituado a los extremos de Laponia cuya personalidad se confunde con el paisaje que lo rodea. A través de su profunda mirada, sus cortas frases y sus movimientos sobre la motonieve uno entiende más sobre la vida en el norte de Suecia que leyendo unos cuantos libros sobre el destino juntos. Actualmente lleva uno de los pocos negocios locales donde ofrece actividades deportivas en la zona llamado Natur Safari que recomiendo a todos los que tengáis en mente visitar esta región de Suecia en busca de emociones fuertes.

Nos recibió en su motonieve en marcha y ya nos tenía preparado todo el equipamiento necesario para disfrutar de las actividades que nos esperaban en contacto con la naturaleza sin pasar frío: abrigo, pantalones de nieve, botas y guantes.

Una vez subidos a la motonieve fuimos rumbo a un lago helado en el interior del bosque. En medio del enorme espacio blanco encontramos una tienda, una mesa con utensilios de cocina sami y unas mantas sobre la nieve donde reposar. El sol brillaba más fuerte que en Antequera y el clima seco hacía olvidar que uno se encontrara en la Laponia sueca a escasos kilómetros del círculo polar ártico.

Aprende a pescar sobre hielo en 7 fáciles pasos

Tras reconocer el terreno, Sonny nos presentó a una de sus amigas preferidas: una taladradora con la que se puso a realizar un buen agujero sobre el hielo. Nos ofreció unas sencillas cañas de pescar, colocamos un trocito de salchicha en el anzuelo y empezamos a probar suerte deslizando el hilo a unos cuantos metros de profundidad bajo el lago.

«Pero como puede vivir un bicho bajo el hielo…» Fue lo primero que pensé al sentarme sobre la nieve y esperar. A los pocos minutos noté una fuerte presión. Habían picado. Sonny me ayudó con la primera presa y a los pocos segundos un espléndido salmonete surgió del agua. La novedad me devolvió la ilusión perdida de esas noches pescando en la costa brava hace casi 30 años y como un niño pequeño volví a colocar otro trozo de salchicha en el anzuelo.

cocinando-pescado-hielo-laponiaSalieron más peces y con ellos nos dimos un auténtico festín. Mientras Sonny se puso a cocinar, nosotros nos colocamos los esquíes de madera y dimos un paseo por el lago y sus alrededores para coger hambre. A la vuelta, el color rosado del pescado nos abrió el apetito y bajo un espléndido sol nos comimos nuestras presas acompañadas de unas deliciosas patatas y verduras.

Siempre había soñado conducir una motonieve cuando me iba a esquiar y veía a los trabajadores de las estaciones de esquí paseando por las pistas sobre una de ellas. Así que antes de partir no pude evitar la tentación de pedirle a Sonny que me dejara llevar su motonieve. No puso reparo alguno y me enseñó su sencillo funcionamiento. En pocos minutos ya estaba encima de ella y como un loco apretando gas. Fue una auténtica gozada sentir el viento, oler a gasolina y cruzar un lago helado montado sobre la motonieve.

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El sol seguía brillando. Sentí calor. Me quité el abrigo, los guantes, la bufanda. Parecía todo irreal, estaba atravesando un lago helado en Laponia y yo pensando en ponerme en gayumbos y darle gas a la motonieve. Sin duda, un día irrepetible.

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Brindando con un café con taza de madera estilo Sami por un día perfecto
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