Todo empezó cuando Carmen me mandó un twitter pidiéndome un cigarrillo. Era la una de la madrugada, cada uno se encontraba ya en su propia habitación del hotel y el silencio y el frío de la noche se apoderaba de la hospedería Monfragüe en el corazón del parque nacional que lleva el mismo nombre. Los freakies de la cámara –Jesús, José Ramón y Zumito- se habían ido al castillo de Monfragüe a tomar fotos de noche y los demás a la cama. Aunque era tarde no tenía sueño y parecía que Carmen estaba en las mismas. Tras el cigarrillo siguieron más twitts y Txema nos soltó en el timeline de Twitter que nos calláramos de una vez. Así que decidimos que esa noche de sábado no podía desaprovecharse en la cama y salimos de la habitación con la intención de ir a tomar unas copas al pueblo.
La hospedería Monfragüe se encuentra en plena naturaleza a poco más de un kilómetro de distancia del pueblo de Torrejón el Rubio. Ya vestidos, hablamos con recepción y nos informaron que los taxis sólo podían reservarse en Plasencia o Trujillo y eso estaba tremendamente lejos. Nos apetecía tomarnos unas copas así que nos abrigamos bien y salimos a la calle para salvar la distancia que nos separaba del pueblo y echar una ojeada a las posibilidades nocturnas que ofrecía un sabado noche en Torrejón el Rubio.
Hacía un frío tremendo. A mediados de enero el asfalto parecía congelarse por momentos y apenas saqué las manos del bolsillo durante la caminata. Al cabo de poco más de 10 minutos llegamos al pueblo y encontramos una pareja -una curiosa y sospechosa mezcla de señor mayor y jovencita caribeña-. Les preguntamos sobre la marcha en Torrejón el Rubio y nos indicaron que ellos mismos se dirigían hacia el pub Ibiza que se encontraba a pocos minutos de ahí.
No lo dudamos y nos dirigimos hacía el pub Ibiza dispuestos a mezclarnos con los locales y tomarnos unas copas y compartir experiencias de viajes y aventuras por el mundo.
El pub Ibiza es uno de esos locales cuadrados y espaciosos donde se reúne la gente del pueblo. La media de edad es indefinible: adolescentes, mayores y chavales se vienen todos juntos al pub para tomarse sus copas probablemente por la escasa oferta en el pueblo. Algunos probablemente suben al coche y se van a Plasencia aunque hoy en día con los controles de alcolemia y demás se prevé complicado.
Cuando entramos en el pub Ibiza se escuchaba música española de fondo, había un futbolín en medio y pocas mesas y sillas donde sentarse. La mayor parte del ambiente se encontraba en la barra así que nos dirigimos hacia allí.
La primera sorpresa vino cuando pedimos los primeros cubatas. Le di un billete de 20 y me preparó un Brugal y un Johnny Walker ambos con cola y vi que me devolvía un billete rojo y unas cuantas monedas. Aluciné. Miré el cambio y solo me había cobrado 3,5 euros por copa. Recordé que incluso en Barcelona antes del cambio al euro los cubatas ya valían más que eso.
Vimos que la gente se metía en una sala que daba al exterior desde el mismo pub y pensamos que era la zona de fumadores. Nos dirigimos hacia allí y efectivamente encontramos una especie de patio exterior donde los locales se tomaban sus copas y fumaban bajo el frío de la noche. Me sorprendió ver que se habían montado una estupenda hoguera cuyas brasas ayudaban a pasar el frío. Todo un lujo.
Empezamos a charlar con la gente y a partir de aquí algo ocurrió en la noche. Es como si las agujas del reloj se detuvieran y empezaran a moverse a un ritmo frenético sin norte alguno. Conocimos a un grupo bien entrado en los cuarenta con una borrachera encima considerable. Tras la resaca no logro recordar todo lo experimentado y las charlas completas que tuvimos pero os aseguro que nos lo pasamos de muerte y nos echamos unas risas incontrolables con ellos. Uno nos contó que acababa de llegar al pub y se había meado contra la pared como las burras mientras levantaba la pata mostrando la postura. Otro nos empezó a contar que había hecho la mili con Chanquete de Verano Azul.
Más copas cayeron y las agujas del reloj seguían circulando frenéticamente en direcciones opuestas. Parecía como si nos encontráramos en otra dimensión, como si un agujero negro nos hubiera succionado y trasladado a un mundo paralelo.
Salimos a fumar otro cigarrillo y vimos como el personal se las había apañado con la hoguera para hacer unas brasas y cocinar un pedazo de carne de cerdo enorme. Aunque me empecé a descojonar solamente al verlo, no desaproveché la ocasión y me ofrecieron el cuchillo para darle unos cortes. Se trataba de algo que llaman barbá y no dudamos en probarlo. De hecho era auténtica grasa de cerdo aunque con el frío y las copas a mi me entró de maravilla.
Cuando miramos el reloj por primera vez eran ya las cuatro y media. Por un momento, nos asaltó la responsabilidad al pensar que al día siguiente debíamos levantarnos a las ocho. Hicimos un esfuerzo mental y nos despedimos de nuestros nuevos amigos de Torrejón el Rubio. Bueno, la verdad es que ahora mismo no recuerdo si realmente nos despedimos. Cada uno iba a su bola con su taja así que imaginaros el plan.
Salimos a la calle y el frío nos quitó media taja de golpe. Probablemente estábamos por debajo de los 0 grados y recorrimos el trayecto hasta la hospedería en tiempo récord.
Dormimos apenas tres horas. Al día siguiente nos esperaba una dura pero excitante jornada en el parque nacional de Monfragüe con el grupo Nomaders.
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Lo mejor de todo fue descubrir dos cosas por la mañana: que apenas tenía resaca y que el mito del garrafón en los pueblos es puramente mito y esos 3,5 euros que valían los cubatas bien se lo merecieron. Lo peor fue que me olvidé la cámara y no tengo fotos para ilustrar esa noche tan surrealista y memorable.
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jaja! que bueno Clara! El mundo es un pañuelo! esta claro que tendremos que volver a torrejón! :)
jajajaj pues de surrealista nada que yo soy de torrejón y esa noche estaba allí!! yo si que tengo fotos comiendonos los bocadillos de careta!! me alegro de que os fuerais con buen sabor de boca… aunque la careta estaba salada salada!!! Tendreis que volver!! Un saludo de una torrejoniega.
jajaja! sin duda habrá que volver algun dia a Torrejon el Rubio y al pub Ibiza!
Carmen, estamos ansiosos de leer tu cronica! jaja! cuenta lo del «cara de etarra» que se me olvido! :)
«…y a partir de aquí algo ocurrió en la noche. Era como si las agujas del…» veeenga va! Lo que «ocurrió en la noche» fue que los 1, 2, 3… brugales hicieron su efecto! Jajaja
Buena crónica! Este finde me toca a mí, aunque poco más hay que pueda aňadir…
Jajaja, brutal, que bueno, cuando vas a un país para conocer su cultura lo mejor es relacionarte con los nativos.
Pues en Torrejón el Rubio igual, que mejor para conocer las cosas típicas que mezclarte con los del pueblo y además disfrutar de un cubata como Dios manda, ni garrafón ni nada y por apenas 3,5€
Oiga, yo no dije que se callarán en timeline, solo que no hicieran ruido en el Mundo Real TM xD.
Y yo puedo corroborar que en los pueblos lo del garrafón es un mito: solo hay uno o dos bares así que no se la pueden jugar.
Vaya relato mas surrealista, Almodovar total.
Que bueno! no hay nada como mezclarse con los autóctonos para enriquecerse en nuevas formas de divertirse y vivir la vida…
A.
Gracias por este relato con el que has conseguido trasladarme por unos minutos al mundo del rural y su ocio nocturno:los parroquianos contando sus historias, la hoguera, el señor mayor y la caribeña, el asado…La vida puede ser maravillosa y a la vuelta de la esquina está la oportunidad de descubrirlo!
Genial relato Quique. Para que veas que eso de los pueblos es una maravilla: las copas valen baratas, el alcohol no es de garrafón, te dan de comer y, encima, tienen zona de fumadores. Increible la historia del compañero de Chanquete y del camino de ida y vuelta por la carretera. Se me están helando los huesos solo de recordarlo.
Un abrazo.