Vitoria Gasteiz ha conseguido ser la European Green Capital 2012 a base de esfuerzos que se vienen haciendo desde finales del siglo XX. Fue en la década de los 90 cuando comenzó a recuperarse una de las zonas más emblemáticas de la ciudad y joya de la corona de su famoso Anillo Verde: los humedales de Salburua.
Un sábado por la tarde cualquiera, Egoitz y yo llegamos al punto de alquiler de bicicletas que se encuentra a la entrada del parque.
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Los humedales de Salburua se pueden visitar a pie, en triciclo o en bicicleta, siendo las rutas las mismas para todos.
En la entrada al parque encontraréis el Ataria, un edificio de curiosas formas que ejerce de centro de interpretación de los humedales. Aquí podéis pasar un rato aprendiendo sobre lo que váis a ver y encontraréis un plano que plasma las cuatro diferentes rutas vitales que tiene Salburua.
Estas rutas nos permiten conocer la flora y fauna de los humedales de Salburua.
Cada camino es de un color: verde para la botánica, azul para las aves, blanco para los invertebrados y amarillo para los anfibios y los reptiles.
Las rutas son autoguiadas y la información la encontraréis tanto en los paneles que hay en el Ataria, como en otros que están diseminados por los caminos.
Nosotros llegamos cerca de las 6 de la tarde y la chica que nos dio las bicis nos informó de que los puntos de observación de aves cerraban justo a las 6. No perdimos más tiempo y comenzamos a seguir una ruta que bordeaba las dos lagunas principales: Betoño y Arcaute.
Con las prisas decidimos no pararnos ni a mirar el plano y simplemente nos guiábamos por la intuición cuando llegábamos a cualquier bifurcación del camino. Hubo un momento en el que decidimos meternos por una senda que no parecía un verdadero camino. Egoitz y yo somos de los que se sienten atraídos por una gran fuerza magnética cuando vemos una ruta que parece llevarnos a perdernos sin remisión.
La parte incial del terreno parecía que había sido algo más transitada, pero pronto desembocamos en una senda invadida por arbustos y maleza, de casi un metro de altura, que se nos enredaban entre los radios de las ruedas.
Nuestras bicis -que no eran de montaña- avanzaban a duras penas y acabamos dándonos la vuelta cuando vimos que íbamos directos hacia la carretera. Lo peor de la miniaventura fue el pinchazo de la rueda trasera de la bicicleta de Egoitz. El campeón siguió pedaleando su máquina hasta que la devolvimos una hora más tarde.
Cuando por fin alcanzamos el observatorio de aves de la laguna de Betoño, una chica que trabajaba en el parque ya estaba apremiando a partir a los dos amantes de las aves que se encontraban allí, equipados con libros y prismáticos.
Parece ser que ella conocía a uno de los chicos, y aprovechamos sus ganas de ponerse al día para observar los gráciles movimientos de varias especies que desconozco totalmente.
Sin embargo, si eres un amante de la naturaleza y conocedor tanto de aves como de otros animales, debo decirte que los humedales de Salburua tienen una importancia internacional que les han llevado a ser integrados en el plan Ramsar (que agrupa a los humedales más importantes alrededor del Mundo).
En cuanto a la flora, destaca la presencia de uno de los pocos robledales de llanura que perviven en la Llanada Alavesa.
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Por el lado de la fauna, existe una gran diversidad y se encuentran varias especies amenazadas de extinción. La más curiosa e importante es el visón europeo -tan amenazado como el lince ibérico- pero también existe una gran colonia de invertebrados, con más de cien especies de escarabajos y algunas libélulas en peligro de desaparición.
Sin embargo, los mamíferos más buscados por el visitante son, precisamente, unos que han sido introducidos -no formaban parte del ecosistema original- por la mano del hombre: los ciervos.
La situación geográfica de los humedales de Salburua hace que muchas aves los elijan como lugar de parada en su migración invernal hacia el Sur. La comida es abundante y es un terreno bueno para anidar, por lo que muchas familias decidirán quedarse en el lugar hasta el verano.
Cuando la chica nos pidió, por tercera vez, que abandonáramos el puesto de observación, cogimos nuestras bicis y continuamos la ruta.
Nos encontramos a muchas familias y parejas por el camino. La mayoría de ellos iba caminando pero también muchos estaban dándole a los pedales, como nosotros. Salburua es un buen lugar para echar el día o la tarde en compañía de los seres queridos.
En la recta final de nuestro recorrido vimos incluso un partido de baseball en una zona de hierba seca. Los dos equipos iban ataviados con la vestimenta típica de los partidos oficiales que se ven por la tele. Ni idea de si hay una liga por esa zona de un deporte tan poco popular en nuestro país.
Lo que sí que puede atraer a los amantes del deporte es el pabellón Buesa Arena, donde el Baskonia de basket juega sus partidos desde la década de los 60.
El pabellón -que ahora tiene una capacidad para más de 15.000 personas- está a unos cientos de metros de la entrada a los humedales. Le dimos un par de vueltas con la bici justo antes de devolverlas.
Nos echamos unas risas cuando Egoitz devolvía su bici pinchada y comunicaba al chico, con una gran sonrisa, que se le había pinchado la rueda trasera. El tío, al ver la cara de felicidad de mi amigo, le dijo: «Pero… ¿La has pinchado a propósito?«, y Egoitz dijo «¡Qué va, hombre! ¿Cómo voy a hacer éso?»…» Pues no sé, como veo que te ríes…». Y es que, ¡hace falta más humor en esta vida!.
Para llegar a los humedales podéis coger los buses 3 y 5 desde el centro de Vitoria.
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Un bonito lugar para aprender algo más sobre fauna y flora mientras disfrutas con la familia, amigos o amores.
Grande Pachinlanister!
Además de por el post, hoy toca felicitarte por tu día del nombre ;)