Viendo el fútbol australiano en Melbourne

Luchando por un balón dividido

Treinta y seis superhombres corriendo sin parar, un balón de rugby, cuatros postes en cada extremo de un campo inmenso, 7 árbitros y decenas de miles de espectadores rugiendo por los hombres que llevan sus colores. Todo esto aderezado con un meat pie -o mit poooi como nos enseñaron a pronunciar nuestra familia australiana- conforma el espectáculo deportivo más grande que puedes ver en Melbourne.

Es la AFL (Australian Football League), un deporte que deja a la altura del betún a los mimados futbolistas e incluso un peldaño por debajo a los héroes del rugby.

El juego, que consta de 4 tiempos de 20 minutos, es una mezcla de rugby y fútbol gaélico irlandés. Hay dos postes centrales más altos que los dos que quedan a los lados de éstos. Si el balón entra entre los centrales son 6 puntos y sólo 1 si lo hace entre cualquiera de los dos laterales. El balón -de rugby- sólo puede ser pasado con el pie o con un puñetazo pero nunca agarrándolo como hacen en rugby. Cuando alguien patea el balón y alguien de su equipo -o del contrario- lo coge sin dejar que toque el suelo es una marca, como una falta en fútbol a favor del equipo que consiguió atraparlo en el aire.

Contado así suena bastante estándar y civilizado. Pues no. Los blocajes y el desgaste físico que realiza esta gente hace que todo el mundo los considere superhombres. Y con razón. Casi todos los jugadores son como mulos, de músculos poderosos e incansables en la carrera.

El primo de Tatiana nos consiguió entradas para presenciar el partido entre Melbourne y Carlton Blues en el estadio más grande de toda Australia -y creo que de Asia- el MCG (Melbourne Cricket Ground).

El estadio es circular y tiene más de 100.000 asientos lo que hacía que aquel Viernes pareciera semi vacío a pesar de haber 47.000 espectadores.

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Las proporciones del campo son más grandes que el de fútbol lo que exige un mayor desgaste físico a los jugadores.

Comenzó el juego y la gente vibraba con cada jugada de los suyos. El ambiente era magnífico y las hinchadas se dejaban la voz en cada jugada. Desde el principio los Carlton Blues se mostraron superiores a Melbourne pero los chavales de la capital de Victoria siguieron luchando como jabatos.

La noche era fría pero la familia nos invitó a los típicos meat pies, un pastel de hojaldre relleno de carne picada -nos dijeron que no preguntáramos de que animal era- y rociado con ketchup que te calienta el estómago al instante.

El espectáculo duró más de 2 horas -¡el tiempo añadido de cada cuarto es casi de 10 minutos!- y yo llegué derrotado a casa sólo de verlos correr durante tanto tiempo. Tengo claro que nunca habría escogido practicar este deporte en mi sano juicio. No quiero ni pensar la de horas de entrenamiento que deben dedicar para poder aguantar todo el partido a ese nivel. ¡Y encima no tienen porteros!, que es lo mio.

Al terminar el partido paseamos por el recinto deportivo en el que se encuentran también las pistas de tenis donde se juega el Abierto de Australia de Tenis -con la Rod Laver Arena a la cabeza (¡ojalá hubiese podido ver el Open!)-.

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Nuestros anfitriones nos dieron el mejor fin de semana que hemos pasado en todo el viaje y el poder presenciar en vivo un partido del deporte más famoso en Victoria -.y casi diría que Australia- fue sólo una parte más del pastel.

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