Tras pasar una espectacular noche de Diciembre entre risas y copas con mis amigos de Harvard, les prometí que escribiría un artículo sobre una de las ciudades que tiene mejor farra de tarde-noche de todas las que conozco en la geografía española.
Puedo prometer y prometo -después de pasar noches y feria allí- que los albaceteños y albaceteñas -guapísimas y peligrosas ellas- saben dedicarse a la fiesta. No tengo la menor duda.
Mi amigo Alfon me propuso el plan una mañana de Viernes, justo antes de salir de mi casa para un mítico día de comida-copas-cena-copas-desayuno con mis amigos alicantinos. Le dije que el plan que me proponía para el Sábado (comida-copas-cena-copas-desayuno de nuevo) era muy grande, pero no podía doblar por una más que probable falta de fuerzas.
Pero es lo que tiene la fiesta para quien le gusta: una te lleva a otra.
Así que esa misma tarde de viernes, dejé mi copa en la mesa del garito y mis amigos vieron cómo salía disparado sin dar explicaciones. Quince minutos más tarde volvía del cybercafé con un billete de tren para el Sábado a las 5 de la tarde- Destino: Albacete.
Siesta en el tren y aún medio convaleciente me encontré con Alfon en el centro de la ciudad. Parada obligada a dejar la mochila y a las 7.15 de la tarde me veía con un ron-cola en mi mano en un garito enorme, oscuro y lleno hasta los topes de treintañeros que no miraban el reloj para no saber que les aguardaba una larga noche.
La cosa comienza, cada fin de semana, a eso de la 1 de la tarde. La gente se reune en las terrazas, los innumerables bares de las calles Tejares y Concepción para empezar a tomar quintos de cerveza, vinos y tapitas que servirán de base hasta la cena.
Cafetito y la muchedumbre deja la calle Tejares para concentrarse en la Concepción.
Bares como Bundhaka, la Roneria, la Gintoneria, Bolshoi, el Búho o Cotton se llenan de gente con ganas de divertirse, miradas furtivas a objetivos del otro sexo -o del mismo-, copas a 5 euros -o 4 si has ido coleccionando los descuentos que ofrecen las relaciones públicas en la calle- y todo aderezado con música bastante comercial. El cachondeo está servido.
Nosotros elegimos el Bundhaka pero fuimos cambiando cada media hora como máximo. Es lo que tiene tener amigos de culo inquieto. Hacía casi 2 años que no veía a Alfon pero a los demás les perdí la pista hace 9 años y fue un lujo volver a verles y echarnos unas risas buenísimas a ritmo de ron-cola y recuerdos de aquellos años.
A las 10 de la noche hay un alto en el camino en el que los débiles abandonan y se van para sus casas, pero los fuertes cenan algo para aguantar las largas horas que quedan hasta el amanecer.
En este caso coincidió con el Madrid-BarÇa y conseguimos asientos de palco en uno de los pocos bares vacíos que había en Concepción. Pizzas, birras y otra victoria culé después -y las que me quedan por soportar- regresamos a la brega en Bundhaka.
El cambio fue para bien porque la música se tragaba las lecciones magistrales que nuestro amigo culé, Busi, nos intentaba meter en la cabeza. ¡Pep es un principiante a su lado!
Reanudamos la marcha y acabamos en el Swing, que cierra algo más tarde de las 4 de la mañana. El resto de bares de la calle Concepción cierra sus puertas algo pronto, cerca de las 3, aunque -para quien lleve desde el mediodía- puede que no sea mala hora de retirada. Hay gente que ya se ha ido acompañado mucho antes y da la noche por buena.
Sólo Alfon y yo sobrevivimos al Swing y fuimos a buscar otro sitio que cerrase más tarde. El Tiare, en palabras de Alfon «cierra para la hora del lechero» -¡muy buena!- y es el lugar donde te reencontrarás con las chicas -o chicos- a las que has ido viendo toda la noche y que tampoco han querido irse a casa. ¡Será vuestra última oportunidad de acercamiento!
Al final nos adelantamos un poco al lechero porque -como a Papá Noel- no queríamos pillarle in fraganti llegando a casa, y nos fuimos a las 6.30.
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Estaba roto después de dos días dándolo todo pero muy contento de haber ido a Albacete a pesar del cansancio. Fue genial ver a todos estos personajes de nuevo y la marcha de Albacete me hizo recordar por qué la tenía como una de las mejores de España. ¡TTBoy os da las gracias chavales!
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Dedicado a los grandes Alfon, Chino, Busi, Josean, Rodri, Ricar, Jota…y Águila Roja! -qué guapa!-, así como a los que no pudieron estar.