Aunque Le Touquet se encuentra a 240 kilómetros de distancia de París, este enclave turístico de sol -o más bien nubes- y playa fue bautizado con el sobrenombre de la playa de París. Algo así como si en España renombraran alguna localidad de la Costa Blanca con el categórico nombre de Gandia, la playa de Madrid.
Hoy en día, Le Touquet es uno de los destinos costeros del norte de Francia con más afluencia de turistas. La fácil conexión desde París y la cercanía de las islas británicas y Bélgica lo convierten en un lugar ideal para conocer la costa de Ópalo.
El origen de Le Touquet tal y como hoy la conocemos se lo debemos a un notario. Sí, a un gris notario que a finales del siglo XIX tuvo la idea de comprar la localidad entera y se dispuso a plantar árboles para convertir el lugar en un enclave ideal para el descanso rodeado de bosque y mar.
Los vecinos ingleses, los más listos del continente y a la historia me remito, empezaron a desplazarse a Le Touquet para pasar sus vacaciones y se inició un progresivo desarrollo hotelero. Le Touquet y su playa se convirtieron en un lugar común donde la burguesía incipiente y la aristocracia pasaban sus vacaciones. De esa época nos han llegado vistosos palacios con su inconfundible art decó británico entre los que destaca el Hotel Westminster & Spa donde es probable que encuentres aparcados la mayor concentración de Ferraris y Bendleys de todo el continente.
Si alguna vez habéis estado en Biarritz o en Niza, Le Touquet os traerá recuerdos de estas dos enclaves costeros de Francia.
La naturaleza salvaje de la costa invita a realizar un recorrido en coche a través de ella. Desde Boulogne-Sur-Mer hasta Calais existe una estupenda carretera que os llevará a través de un festival de un colorido contraste con el verde intenso de la hierba, el color ópalo del mar y la inestable luz del norte de Francia. De hecho, el origen del nombre de este mar procede de los pintores impresionistas franceses. Cuando visitaron la zona se maravillaron por los continuos contrastes y distintos reflejos que producía la luz sobre los acantilados.
En ciertos puntos de la carretera podréis disfrutar de las vistas a los acantilados de Dover en Inglaterra y monumentos y recuerdos a las dos guerras mundiales que dejaron un recuerdo imborrable en esta región de Francia.
Si os quedáis en Le Touquet tenéis las siguientes opciones: comer marisco, descansar, pegarse unas buenas sesiones de balneario o bien practicar algún deporte como cabalgar en caballo sobre la playa, subirse a un curioso carro a vela o simplemente pasear.
Alrededor del pueblo de Le Touquet existen toda una serie de paseos para realizar en familia. El bosque, las extensas playas, las dunas de arena y las urbanizaciones con casas que parecen surgir de un cuento de hadas son un escenario ideal para disfrutar de una buena jornada de deporte.
Nosotros nos subimos a un segway que, últimamente parece estar de moda por todos lados, y realizamos una buena excursión por el litoral de Le Touquet, bordeamos la extensa playa, nos internamos por los jardines y las tranquilas calles de Le Touquet.
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En el centro turístico de Le Touquet encontraréis múltiples bares y restaurantes donde en el menú principal abunda el pescado y el marisco. Nosotros comimos en la Brasserie Les Sports, la marabunta de gente que se encontraba ahí dentro no podía estar equivocada. Si bien es cierto que comimos bien quedé un poco decepcionado con el plato de marisco. Éste iba cargado de mejillones, gambas diminutas y caracoles de mar. Abundante sí, pero a ser sinceros eché de menos un poquito más de variedad en el plato y alguna salsa para condimentar el plato. A destacar la excelente sopa de pescado.
Nos alojamos en el Hotel Castell Victoria, un renovado establecimiento con bonitas habitaciones con baño interior a partir de los 85 euros, con bar, una estupenda terraza y muy cerquita del centro de Le Touquet, su playa, sus tiendas y lugares de ocio.
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