A priori, consideré -personalmente- que uno de los contras de Bratislava era que su noche se había ido convirtiendo en un atractivo importante para las despedidas de soltero de países anglosajones como el Reino Unido e Irlanda. A la hora de buscar información por la red sobre los garitos de copas y discotecas de la capital eslovaca, me topé con varias websites especializadas en llevar tropas de británicos para tenerlos entretenidos el fin de semana con actividades varias como paintball, karting y noches de copas y locales de streptease.
El tema no me convenció mucho por la fama mundial de los británicos de arrasar con estos lugares en un estado de total ebriedad y porque realmente lo bueno de salir por la noche en un país extranjero es mezclarse con gente de ése lugar.
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Pues me equivocaba. Sobre todo porque los findes en los que te juntas con 10 amigos para salir a comer y cenar, beberte unas birras y copas y echarte unas risas, realmente nunca salen mal. Ni siquiera aunque los mismísimos Hunos del gran Atila arrasasen la ciudad.
La mayoría de la vida nocturna de Bratislava se encuentra concentrada en su bonito centro histórico.
La zona está plagada de restaurantes en los que se ofrecen platos de distintos tipos de cocina -española, italiana, mejicana y como no, típica eslovaca- y bares de copas, en general, bastante bien decorados y muy orientados -sobre todo en los precios- a la clientela extranjera.
En general, las copas salen algo más baratas que en España -bien seguro, más baratas que en Dublín- pero sin alardes y los cócteles tipo mojitos o caipirinhas se mueven entre los 4.5 y 6 euros. Si queréis beber barato, sin duda debéis optar por las pintas de cerveza eslovaca que te harán entrar en calor por precios que oscilan entre los 1,30 y los 2,30 euros.
Para comer y tomar unas cervezas a media tarde os recomiendo el pub Slovak situado en la Obchodná 62 a 5 minutos caminando del centro histórico. Es un lugar enorme, decorado en plan medieval, con mesas de madera y ambiente bastante joven donde puedes comer y tomarte un par de buenas cervezas eslovacas rematadas con un digestivo del lugar por unos 12 euros por persona.
Cuando se acercó la hora bruja nos fuimos a probar los mojitos del que sería nuestro bar de referencia para el fin de semana: La Casa de la Habana, en la céntrica calle Michalska. Un bar-restaurante que se llena hasta los topes a partir de las 11 de la noche, cuando el DJ comienza a calentar al personal con sus ritmos latinos, desde reggaeton hasta salsa pasando por Orishas y demás grupos cubanos y sudamericanos. Justo enfrente está el Medusa con música más ochentera internacional.
Entre esos dos lugares nos movimos hasta que nos cerraron a las 3 y fuimos en busca de discos donde poder seguir la noche hasta que dieran las fuerzas.
Probamos sólo dos: Channels, a menos de 3 minutos caminando desde La Casa de la Habana y Rio, bajando por Michalska a la derecha que es otro restaurante con una buena disco-pub en sus bajos.
El primero tiene dos plantas bastante estrechas que se llenan hasta la bandera de gente tanto eslovaca como extranjera. La música es un poco mezcla de todo y el ambiente es un poco cargado en todos los sentidos.
Rio es más para los amantes de música techno o electrónica con una clientela algo más selecta y una larga y estrecha pista de baile donde las copas salen un poco caras. Pasamos allí un rato en nuestra segunda noche en la ciudad después de pasar la tarde en The Dubliner -se ve que echábamos de menos los pubs de nuestra patria adoptiva- un típico pub irlandés en la calle Sedlárska 6, con pantallas para ver partidos de fútbol y otros deportes. El lugar es bastante grande y también se puede comer algo para acompañar a la cerveza.
Habíamos leído malas críticas sobre The Dubliner, en cuanto a su clientela y los follones que solían montarse entre británicos y locales pero la verdad es que no tuvimos ningún problema mientras veíamos el tostón de partido que se soltaron Eslovaquia y Eslovenia. Un pero, sin embargo, sería que fue el lugar en que más cara encontramos la cerveza local.
La verdad es que la marcha eslovaca está bien y lo dimos todo hasta las pasadas las 5 de la mañana ambas noches a pesar de las pocas horas de sueño que tuvimos ambos días y del ritmo que nos impusimos bajo el lema: «al que pillemos descansando en el hostal, se paga las rondas de birras». Imagino que existirán lugares a los que se puede ir para dejarte sorprender por las luces de la mañana, pero éso lo intentaremos descubrir en una próxima visita.
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¡Un fin de semana increíble que espero que repitamos pronto!
Una cosina que se nos había pasado comentar sobre el Havana es que los camareros son demasiado espabilados: consiguen propina a base de redondear el precio, y la vuelta. Así, una cerveza de 2,80 euros para la que entregas 3 vuelve con un ticket, un «OK?» y ni un céntimo de vuelta. La escena más «sangrante» la padeció un incrédulo Mel al pagar una ronda de Mojitos (7 vasos a 6 euros cada uno, un total de 42 euros) con un billete de 50 y recibir sólo el ticket. El amigo eslovaco se llevaba un 20% de propina sin preguntarle a nadie.
Ah, el domingo pasé la noche sin el resto de viajeros (que se habían ido yendo esa mañana y esa tarde) y me acerqué a otro bar/cervecería que nos habían recomendado: el KGB. Con el nombre completo de Krcma Gurmanov Bratislavy, su escondida entrada está situado sólo unos pocos metros antes de nuestro local favorito de comida, el Slovak, en Obchodna 52. Su especialidad son las cenas y la buena, y barata (desde 1,10 euros la jarra de medio litro) cerveza, amén de los licores típicos en un ambiente juvenil (pese al busto de Lenin en una esquina de la barra o a las puertas de los baños, que parecen más bien de mazmorras).
Nota: Charo, tranquila, que tengo entendido que David volvió sano y salvo a Dublín. Incluso más sano de lo que aterrizó en Bratislava :)
!!!!MENUDA JUERGA OS CORRISTEIS,!!!y mi hijo convalencientee, os voy a matar-