Hong Kong: Donde oriente se encuentra con occidente

hong kongRoberto – un hermano para mí y mi compañero de fatigas durante 5 meses con la mochila por el mundo – y yo aterrizamos en Hong Kong procedentes de Bombay en una tarde calurosa a principios de Diciembre.

Tras la intensa experiencia India y la bella y pura naturaleza de las montañas nepalíes, ahora volvíamos a la civilización. Hong Kong – junto con Macao – es una de las dos regiones administrativas especiales de China. Allí se produce una curiosa fusión entre Oriente y Occidente, Asia y Europa, Asia y Estados Unidos, Asia y Australia.

Nuestra experiencia hindú no fue todo lo buena que esperábamos y paseábamos por las calles llenas de llamativos paneles publicitarios de neón con las mochilas en la espalda y buscando un mejor inicio de aventuras que el que habíamos tenido un mes antes en Nueva Delhi. Por estas curiosidades de la vida, acabamos alojándonos en una pensión regentada por un hindú de la región de Rajasthán. La habitación no era para tirar cohetes pero el precio era económico y tenía sus ventajas como el poder ducharte y lavarte los dientes mirándote al espejo al mismo tiempo, ya que el baño era de 1×1 y no existía el concepto de plato de ducha o cortina: el agua caía casi encima del váter y el lavabo.

Imagen: Chris Drew, Wikipedia

Los cinco días que estuvimos en Hong Kong se nos pasaron volando. Es una ciudad muy viva y diferenciada en dos partes: el centro financiero y la ciudad propiamente dicha.

Tomamos un ferry para cruzar al trozo de tierra donde se acumulan los grandes rascacielos – es la segunda ciudad del Mundo con mayor número de rascacielos, tras Nueva York – donde multitud de bancos de inversión y multinacionales occidentales y orientales tienen sus oficinas. Estos mismos edificios son los protagonistas de la atracción turística nocturna: un espectáculo de luz y sonido en el que participan rascacielos como el imponente edificio del Banco de China.

Con un bus se accede a la Victoria Tower desde donde se puede divisar toda la bahía donde los grandes ferries se mezclan las pequeñas barcas de pescadores de una sola vela.

Abundan los centros comerciales en el que están presentes tiendas de las primeras marcas de moda de todo el mundo atrayendo los ojos de los pudientes habitantes hongkoneses que, no en vano, están en el puesto número 6 Mundial en cuanto a renta media per cápita. Y entre medio de tanta riqueza por allí caminaban dos mochileros – todo hay que decirlo – bastante zarapastrosos comparados a ellos.

Perdiéndonos por las callejuelas alejadas del centro nos encontramos maravillas como el mercadillo nocturno en el que se podía encontrar todo tipo de cosas: desde el más pequeño juguete hasta los -tan de moda en España – sets de mesa con mantelitos de bambú, palillos y bowls, pasando por aparatos electrónicos de toda clase y manufacturas de gran y rara belleza.

Imagen, Ángel Riesgo: Wikipedia

Iberia Express

Cenamos en sitios muy baratos – por un par de euros tenías platos muy decentes – donde el menú estaba sólo en cantonés y nos guiábamos por las fotos de los platos. Hasta el día en que pedimos una sopa de noodles que parecía tener buena pinta. Ahí llegó aquél amable hombre con aquella sopa. Removimos un poco con la cuchara e iban saliendo trozos de arterias, nervios, hígado y algo que parecía el corazón de algo que no supimos nunca de qué se trataba. ¡Al menos el caldo no estaba mal!

En cuanto a la vida nocturna: es muy occidental. Encontramos varios pubs fuera del centro económico – allí hay muchísimos que están atestados de gente de negocios que pasan a tomarse unas copas después de la jornada laboral – llenos de gente joven e incluso con las típicas promociones de Heineken regalando llaveros, bolis y bueno, lo típico que vemos en España. Lo mejor fue descubrir que es verdad: ¡San Miguel está en todas partes!

La gente es increíble. Todo el mundo te mira con una sonrisa cuando les preguntas – aunque no tengan ni idea de lo que les estás preguntando – e intentan ayudarte en lo que sea. Así conocimos a Alex, una guapa chica que había estado viajando hacía poco por el que sería nuestro siguiente destino: Tailandia. Se cogió el bus con nosotros hasta Victoria Tower y nos dio muchísimos consejos sobre alojamiento y lugares que visitar en Tailandia. Nos despedimos pensando que no nos veríamos de nuevo. Pero – cosas del destino – nos la encontramos dos días después en la oficina de Correos. El azar en una ciudad de 1.8 millones de habitantes. Ella y su amiga nos invitaron a una fiesta que tenían aquella noche pero ésa era la noche en que salía nuestro vuelo a Bangkok. ¡Fue una pena!

Como último apunte: el aeropuerto. Es un ejemplo de modernidad y confort. Fue elegido el mejor aeropuerto del Mundo y es que dormir allí fue sin duda mil veces mejor que hacerlo en nuestra pensión.

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