Visita a Tours en el Valle del Loira

Leer los artículos de Ángel M. Bermejo es todo un placer y para nosotros todavía lo es más cuando colabora en nuestro blog. Compañero de aventuras en el proyecto Travel Inspirers, Ángel nos relata una deliciosa visita a la ciudad de Tours en el Valle del Loira.

Dicen que, en Tours, se habla el mejor francés del mundo. Quién sabe, es posible, aunque seguro que en más lugares dirán (en perfecto francés, claro) lo mismo refiriéndose a ellos.

En cualquier caso, Tours es una ciudad calificada de «arte e historia», en la que es posible experimentar ese art de vivre único de las ciudades de tamaño justo, esas que tienen las ventajas de la vida urbana pero no los inconvenientes de las grandes aglomeraciones.

Tours es, sobre todo, una de las etapas fundamentales en cualquier recorrido por el tramo del Valle del Loira que está declarado Patrimonio Mundial por la Unesco. Una ciudad a orillas del río que fue capital de Francia durante un siglo y en donde se demuestra que los atractivos de la zona no son únicamente sus castillos.

La mejor forma de comprobarlo es recorriendo la parte central de Tours. En ese paseo se descubren no sólo monumentos medievales y callejuelas que parecen sacadas de un decorado de película histórica sino también una ciudad moderna y muy viva.

Un buen ejemplo es el Centro de Congresos Vinci con su vistosa imagen moderna obra de Jean Nouvel. Aunque se encuentra en un ancho bulevar, en cuanto se empieza a caminar por la calle que se abre a uno de sus costados enseguida se inicia el descubrimiento del Tours repleto de historia: palacios, hôtels centenarios, jardines, plazas, callejones por donde se pasea en busca de detalles y donde en cualquier momento surge la sorpresa. Por ejemplo, ese inmenso árbol que se distingue perfectamente por encima de la tapia del Museo de Bellas Artes es un cedro del Líbano de más de 200 años de edad.

El cedro es grande, claro, pero nada comparable con la gran catedral de Saint-Gatien (San Gaciano), que recuerda al primer obispo de Tours. Al caminar por este barrio ya se empieza a sentir ese toque tan francés que les hace conservar y proteger sus barrios históricos. Además, por aquí abundan las librerías, los anticuarios, los cafés y muchas tiendas que recuerdan oficios perdidos. Sin embargo, justo al pasar junto a la basílica de San Martín, es cuando se llega al verdadero corazón histórico de Tours. Es un conjunto de calles estrechas alrededor de la plaza de Plumereau, todas flanqueadas por casas de paredes de entramado de madera, con tejados inclinados y con muchos detalles de madera esculpidos en las fachadas.

Este centro histórico tan hermoso y por el que es tan agradable pasear, y en donde hay tiendas y bares de todo tipo, estuvo a punto de desaparecer por un proyecto de rehabilitación urbanística unos años después de la II Guerra Mundial. Pero afortunadamente llegó una ley inspirada por André Malraux que propició su conservación y restauración, y hoy luce mejor que nunca. En cuanto hace buen tiempo la plaza Plumereau se llena de mesas y aquí reina un ambiente en el que se nota que se disfruta de la vida.

Al caminar por los alrededores se descubren pasadizos, torres con escaleras exteriores, patios escondidos… Incluso, al azar del paseo es posible encontrarse con un museo insólito: el Musée du Gemmail. Por un momento te entra la duda ¿le habrán dedicado un museo en este barrio medieval al correo electrónico de Google? No, no hay que preocuparse ya que el gemmail es una técnica peculiar de trabajar las vidrieras y en la que se trabaja sin las soldaduras de plomo. Se desarrolló en el siglo XX y se dice que le gustaba mucho a Picasso.

Para salir de este barrio medieval uno puede dirigirse hacia el Loira, para darse de bruces con este río que dirige cualquier itinerario por la zona, o hacia los bulevares que corren en paralelo al río y que dan paso a la ciudad moderna. Lo bueno es que, para darse un descanso y probar la gastronomía local —rilletes, andouilletes, foie gras, rillon, etc.— acompañada por vinos de la tierra vale tanto buscar en el barrio histórico como en la parte más nueva como, incluso, en los pequeños restaurantes que, a partir de la primavera, se instalan a orillas del Loira.

Cualquiera de estas posibilidades es una buena manera de reponer fuerzas mientras se recuerda a uno de los personajes fundamentales de la historia de Tours, y no se trata necesariamente de Balzac. Al recorrer el valle del Loira casi siempre está presente el recuerdo de Juana de Arco, pero no es el único ejemplo en el que en esta tierra se mezcla la santidad con las armas. En Tours hay que pensar en san Martín, ese soldado romano del que se dice que encontró a un peregrino casi muerto de frío y al que le ofreció la mitad de su capa. Martín, que se convirtió al cristianismo y acabó siendo obispo de Tours, murió en el año 397 en Candes, otra población ribereña del Loira. Entonces empezó el conflicto: los habitantes de Candes (que ahora se llama Candes-Saint Martin) querían conservar el cuerpo del que ya consideraban santo pero los de Tours querían lo mismo y alegaban que había sido obispo en su ciudad. Así que una noche los de Tours asaltaron la iglesia de Candes y se lo llevaron. Lo maravilloso del caso es que, a medida que navegaban río arriba con el cuerpo en una barcaza, de regreso a Tours, los árboles de la ribera iban floreciendo a pesar de ser noviembre. Y éste es el origen milagroso de esa anomalía del clima que es el veranillo de San Martín.

Reconfortados por la historia de los santos y por las viandas locales, uno puede empezar a pensar en los lugares que se pueden visitar por los alrededores de Tours.

Más información sobre el Valle del Loira:

• En Viajablog: Castillos del Loira
• En 3viajes: Blois
• En Guías Viajar: Castillos, abadías y otras excursiones cerca de Orleans | Visita al centro histórico de Orleans