En los buses ecuatorianos es mejor que no mires demasiado por la ventanilla y te concentres en tu guía de viaje o cualquier libro que tengas a mano. Los vehículos en los que recorres el país son como los futbolistas que van a jugar a Qatar: todos están para retirarlos de la circulación. El pésimo estado de la carretera no ayuda mucho y empeora la cosa, si cabe, el hecho de que todos los conductores del país parecen tener como sueño frustrado el ser campeones de Fórmula 1. Un cóctel que acaba algunas veces en accidentes como el que presenciamos en el camino de Loja a Cuenca. Un bus se salió de la carretera en una curva y el resultado fue tristísimo: 18 personas muertas y 12 heridos.
La policía cortó la carretera por un tiempo y cubrimos el recorrido en 5 horas y media, siendo 4 la duración habitual y 5 dólares el coste.
Según la guía, Cuenca -capital de Azuay y declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1999- era la única ciudad del país que podía rivalizar con Quito en cuanto a la belleza del estilo colonial de edificios e iglesias que componen el centro histórico de la ciudad.
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Después de haber visto las dos, para mí no queda ninguna duda: me quedo con Cuenca.
A pesar de ser un centro económico importante y la tercera ciudad más poblada del país, Cuenca mantiene su aura de ciudad pequeña, manejable y amable cuyas calles pueden ser recorridas al caer la noche sin ninguna preocupación mientras admiras los múltiples monumentos arquitectónicos bajo las tenues luces que los iluminan, dándoles un toque medieval que te transporta a otros tiempos.
Desde la terminal de buses tomamos un taxi entre los 3 -Ecuador lo recorrí con una pareja de amigos franceses que fueron grandes compañeros de viaje, Myriam y Thomas- que por un par de dólares -negociad siempre el precio antes de subiros- nos dejó en el centro para ir buscando alojamiento.
Una vez dejamos las cosas en el hostal nos fuimos a patear el centro de la ciudad. Era una tarde muy agradable con temperatura primaveral, como casi todo el año en esta ciudad situada en la parte sur de los Andes ecuatorianos. Podéis ver todas las partes interesantes de la ciudad sin necesidad de tomar ningún tipo de transporte público o privado.
En el centro se ubican importantes vestigios históricos: varios museos e iglesias antiguas – siendo el máximo exponente la Catedral de la Inmaculada Concepción , una de la más hermosas de Sudamérica (con cierto parecido a Notre Dame de París) y otras más que datan de los siglos XVI y XVII- calles adoquinadas y casas con fachadas de estilo republicano que hacen notar las diferentes influencias españolas con estrechos balcones y cielo rasos tallados artísticamente.
Os aconsejo que hagáis también un paseo nocturno porque las vistas cambian bastante con iluminaciones que van desde la luz amarilla a la violeta, pasando por una anaranjado tenue que la envejece como al buen vino, dándole mayor glamour.
Para los amantes de los recorridos en bus turístico de los típicos ingleses de dos plantas con la superior abierta, existe un servicio con salida en el parque Calderón. Hay 3 salidas diarias de Lunes a Sábado -11.15, 15.30 y 19 (18 los sábados)- y sólo un servicio a las 11.15 los Domingos. El bus recorre en 2 horas las partes más emblemáticas de la ciudad y sus afueras por unos 5 dólares por persona (descuento del 50% si presentáis tarjeta de estudiante).
Fuera de la zona céntrica no hay mucho que ver salvo el río que cruza la ciudad y la facultad de medicina y el hospital militar. Además la zona deja de ser segura cuando cae la noche y es mejor no tentar la suerte aventurándose por sus calles sin compañía.
Los habitantes de Cuenca son muy amables y hay una mezcla curiosa de hombres de negocios con gentes que visten las clásicas ropas ecuatorianas coronados por el típico sombrero ecuatoriano denominado jipijapa. Si os encontráis perdidos o queréis algún consejo sobre dónde comer u hospedaros no dudéis en preguntarles.
Nosotros pasamos allí un par de noches aunque si tenéis tiempo de sobra y os apetece un descanso de hacer y cargar la mochila de aquí para allá, es un buen lugar para relajarse y disfrutar de paseos a una temperatura ideal. No en vano, son muchos los viajeros europeos y americanos que lo utilizan como ciudad-escuela para aprender nuestro idioma. El negocio de academias de español está bastante desarrollado y no os será extraño ver parejas paseando compuestas de ecuatorianos y extranjeros como parte de un intercambio de idiomas.
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Sin duda, una parada obligada en tu viaje por Sudamérica.
Ecuador es la vida en estado puro..reza su slogan..Cuenca es respirar un aire de arte y cultura por donde pases..pareciera que estuvieras en alguna ciudad de Europa y es un pedacito de este gran país..¡¡ su gente nativa es muy hospitalaria..su gastronomía exquisita, sus paisajes inigualables..gracias por compartir sus pasos por mi querida Cuenca..saludos..¡