Cartagena de Indias, la perla de Colombia

Cúpulas de la ciudad vieja de Cartagena de Indias
Cúpulas de la ciudad vieja de Cartagena de Indias


Aún me acuerdo de la primera vez que oí nombrar en la tele el nombre de Cartagena (no la provincia de Murcia). Fue en un concurso que ponían hace muchísimos años en la cadena autonómica valenciana que se llamaba Amor a primera vista. El premio casi más codiciado por todas las parejas de concursantes era un viaje a la famosa Cartagena de Indias. Una ciudad colonial de gran belleza y paisajes de playas caribeñas ocupaban entonces la pantalla mientras el parejón de turno se miraba con ojos de «o ésto o la pasta, pero algo nos llevamos».

Cuando llegué a la estación de buses de Cartagena después de un larguísimo viaje de 16 horas desde Medellín, no vi nada de lo que mostraban en la tele.

Una estación llena de polvo y caos donde nos esperaba un bus de línea que nos llevaría, tras otros 45 minutos de viaje, a la zona centro de la ciudad.

Pasamos 3 días en la ciudad que tiene 3 zonas diferenciadas:

La ciudadela colonial dentro de las murallas. La ciudad vieja es la parte más bonita de Cartagena y la principal razón de que haya sido designada Patrimonio de la Humanidad. Al cruzar el arco de la Torre del Reloj -construido sobre la muralla en el siglo XIX- te encuentras en la Plaza de los Coches. La plaza está rodeada de casonas con balcones de madera y está presidida por la estatua de Pedro de Heredia, quien fundó la ciudad en 1533. Dentro de la ciudad amurrallada se encuentran muchos edificios que fueron importantes durante la época colonial, así como la Casa del Marquéz del Premio Real, la Casa de la Aduana, la Iglesia y el Convento de San Pedro, construido en el siglo XVII por los jesuitas. Mientras caminamos por sus bellas calles también nos encontramos el actual edificio de la Alcaldía Mayor y el Museo de Arte Moderno donde actualmente se presentan exposiciones de artistas colombianos.

Fuera del recinto, justo enfrente de la Torre, hay una estatua de Don Miguel de Cervantes, quien estuvo trabajando de administrativo en la ciudad antes de que se lanzara a la fama con El Quijote. Y para casualidades de la vida, era el libro que había elegido para que me acompañara en los infinitos trayectos de bus que llevaba desde la ciudad peruana de Arequipa.

La verdad es que por la mañana el calor hacía casi imposible caminar agusto por las calles del centro y la tarde noche es el mejor momento para visitar esta parte de la ciudad que cobra una vida impresionante bajo una melancólica iluminación que resalta la belleza de sus antiguos edificios. Cuando vagabundeas por las calles más tranquilas del recinto puedes llegar a pensar que has viajado en el tiempo y te encuentras en la ciudad dorada que, hace unos 400 años, era saqueada por piratas ingleses, holandeses y franceses mientras los españoles construían sus fortificaciones.

Fuera del recinto amurallado y muy cercano a la Torre del Reloj, se encuentra el Barrio de Getsemaní. Fue allí donde nos alojamos nosotros y la mayor parte de los mochileros. La zona está muy bien situada aunque mucha gente desconfía del ambiente. Sus calles vibran de vida hasta que cae la noche, cuando la verdad es que sí se hace un poco más peligroso caminar por allí entre prostitutas y camellos. Aún así, la verdad es que no nos pasó nada en los 3 días que frecuentamos sus calles y además recibimos un trato buenísimo en los restaurantes baratos, los puestos de la calle y las tiendecitas en las que consumimos.

Esta parte es mucho más auténtica que la ciudadela auténtica, donde la mayoría de gente serán guiris o colombianos que se encuentran haciendo turismo y los lugareños que intentan hacer dinero ofreciendo multitud de baratijas, paseos con carro de caballos, fotos y otras muchas cosas más.

La zona de Getsemaní y el resto de barrios que unen a éste con la zona moderna de hoteles, playas y restaurantes apenas son frecuentadas por los turistas y son ideales para perderse entre mercadillos, aglomeraciones, buses, gente jugando a las cartas en terrazas improvisadas en medio de la acera y mucha, pero que mucha vida.

La tercera zona es la que comprende Bocagrande, Castillogrande y El Laguito. Es la zona moderna de la ciudad, donde se encuentran los edificios residenciales y confortables alojamientos en Cartagena. Por su situación privilegiada con vista a la Bahía de Cartagena y el Mar Caribe, este sector se había convertido en el área turística por excelencia. La avenida San Martín es la principal arteria vial del sector y en sus alrededores cuenta con numerosos restaurantes, discotecas y hoteles, entre ellos el Hilton —donde se hospedan las candidatas al reinado nacional de la belleza—, Almirante, Decameron o Capilla del Mar.

Iberia Express

Nosotros fuimos a esta zona caminando a mediodía pensando que estaría más cerca -yo de vosotros me pillaba el bus de línea porque a esas horas casi nos da algo- y pasamos la tarde en una playa después de comernos un buen pescadito frito en uno de los chiringuitos. La verdad es que las playas de esta zona tampoco tienen mucho que ofrecer y no pasan de estrechas franjas de arena que apenas estás separadas de los altos bloques de apartamentos y hoteles.

La mayoría de gente que viene en plan pulserita -todo incluido- para fiesta y playita se aloja por estos lugares a unos precios europeos.

La ciudad da sin duda para explorarla por unos tres días, aunque la magia de los atardeceres y noches en su parte colonial puede atraparte y hacerte perder el sentido del tiempo.

 

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