El tema del alojamiento en Taganga está basado principalmente en hostales bastante económicos. Sin embargo la noche en que llegamos al pueblo preguntamos en el que nos había recomendado el taxista -no recuerdo el nombre pero es el último pegado a las rocas de la colina en la arena de la playa- pero no había nada disponible.

Entonces nos fuimos a un hotel que también se encontraba en la misma arena de la playa, a escasos metros del hostal del que veníamos. La verdad es que tuvimos muchísima suerte, porque en Mayo es más bien temporada baja en el lugar y nos recibieron con una gran sonrisa y un precio mucho más rebajado que el que muestran en su web. El Hotel Ballena Azul es un lugar buenísimo con habitaciones con ventiladores, aire acondicionado, baño privado -con toallas, jabón, gel y demás comodidades que apenas encontré en los lugares de bajo presupuesto en los que me solía alojar en todo el continente- y televisión por cable. La cosa nos salió por tan sólo 25.000 pesos por cabeza y noche -poco más de 8 euros al cambio de Mayo 2009- y en nuestra habitación teníamos 3 camas para los dos. El servicio es también de primera y posee una terraza con vistas al mar donde se pueden contemplar los bellos atardeceres de Taganga.

El precio normal de las habitaciones dobles suele estar por los 80.000 pesos pero creo que sigue siendo un muy buen lugar si estáis de vacaciones con un presupuesto medianamente holgado.

En cuanto al tema de llenar la barriga, en el paseo marítimo encontraréis pequeños restaurantes y bares, una pequeño supermercado y, ya en la arena, varios chiringuitos que sirven comidas y bebidas.

Nuestra primera noche cenamos en un lugar que estaba justo al lado de un hostal que alojaba principalmente a israelíes. No os lo recomiendo para nada. Aunque las pizzas estaban bastante buenas y los zumos eran los más baratos -y bastante buenos también- tardaron milenios en traernos la comida y además tendréis que aguantar a los pesados de los israelíes dando por saco sin importarles si hay más gente o no.

A ver, no es la primera vez en mis viajes que me topo con grupos de israelíes -y conozco a muchos más viajeros que directamente los rehuyen, como yo acabé haciendo- y son muy complicados de llevar. Cuando viajan en grupo son realmente ruidosos y maleducados, pasan de la gente que les rodea y se creen los amos de los lugares en los que se alojan, comen, beben o miran internet. Lo vi en Tailandia, en Perú, Colombia, Argentina…, vamos, que no es un hecho aislado.

Como siempre, los hay muy majos e incluso viajé un par de días con uno de ellos e hice un trekking de un día con una pareja simpatiquísima. Pero en general, son bastante grupales y muy poco respetuosos con los demás viajeros. Como ejemplo comentaros que un par de chavales israelíes que conocí en Lima me comentaban que ellos mismos evitaban los lugares en que se alojaban los israelíes porque no les gustaba nada el rollo que llevaban casi todos.

Así que ni se os ocurra alojaros en ese hostal ni frecuentar ese restaurante. Hay uno justo al lado que sirve buena comida y grandiosos zumos a un precio algo más elevado pero igualmente asequible.

La opción de los chiringuitos -la más barata- también la probamos y también nos dejó más o menos bien. En general no podéis esperar mucha variedad y las hamburguesas y pizzas son el alma de la fiesta si buscais lo más económico, pero os recomiendo que os dejéis algo más de dinero y probéis los buenos pescados que se ofrecen en la zona. En Playa Grande de hecho no hay otra cosa más que pescado y simplemente tenéis que probarlo.

¡Qué relajación en Taganga!

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