Hace tiempo que no escribo sobre las aventuras que estoy viviendo en este periplo sudamericano que comencé hace ya casi 100 días, pero en parte me alegro de ello porque quiere decir que no estoy parando y me cuesta mucho encontrar el momento para poder redactar un artículo que merezca la pena. Ahora me encuentro en Chile y es por ello que, aunque me quedan en el tintero muchísimos artículos sobre lugares por los que he ido pasando, he elegido el volcán Osorno como próximo destino para todos los viajeros que nos leen.
Nosotros accedimos al Osorno desde la población chilena de Puerto Varas que se encuentra a una media hora al norte de Puerto Montt. La mañana salió clara y calurosa y Chicco y yo decidimos ir a las faldas del volcán por nuestra cuenta ya que los tours que te llevaban allí salían por un pico y aún más los que organizaban grupos para escalarlo. Para llegar tomamos el bus -bueno, más bien es una furgonetilla- que te lleva a la pequeña población de Ensenada por 1.200 pesos chilenos. Decidle al conductor que os deje en el cruce hacia el volcán. Ahí nos bajamos y comenzamos a caminar por la carretera rodeada de árboles y arbustos. Teníamos en mente las 2 horas de camino que nos habían confirmado en la oficina de turismo de Puerto Varas y al poco comprobamos que la chica que nos informó no tenía ni idea.
Cuando llegas al comienzo de parque (a una media hora ya del cruce) comienzan 12 kilómetros de puerto de montaña que a las 2 de la tarde de un día de verano chileno se hacen como 24. Cuando llevábamos una hora de ascensión comenzamos a hacer autostop y media hora más tarde tuvimos la suerte de que nos recogiera una pareja joven y la madre del chico. La familia resultó ser lo mejor y no sólo nos llevaron al mirador del Osorno, si no que insistieron para que nos quedáramos con ellos para el resto del día y nos llevaron hasta el centro de esquí que, en verano, hace las veces de centro de turismo para los que quieren acceder en telesilla hasta unos metros de la cima.
Nosotros preferimos el camino más largo y comenzamos la ascensión de hora y pico desde el centro de esquí hasta el punto más alto en el que comienzan las nieves perpetuas y hace falta equipo especial para continuar. El camino es de roca volcánica y con total ausencia de vegetación y desde los casi 2600 metros de altura que se alcanzan en la ascensión, se divisa una gran cordillera a la izquierda y el inmenso lago Llanquihué que baña varias poblaciones de la región. Nos quedamos unos minutos contemplando esta hermosa y vista y después subimos la cercana pendiente de nieve para poder deslizar hacia abajo con el culo, ¡si ej que son como niños!.
Estando allí, a tan sólo una hora y poco de camino y unos cuantos metros -en vertical- de la cima del volcán que se extendía majestuosa y cercana -y a su vez inalcanzable- ante nosotros, entendí lo que sienten los escaladores y el magnetismo que tiene la montaña. Sabía que no tenía el equipo adecuado, que lo quedaba para llegar a la cima era un camino sin senda y cubierto de nieve e hielo…Y sin embargo, me moría por seguir adelante y asomarme al cráter de aquel coloso de piedra, nieve, lava petrificada y hielo.
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Quizás otra vez será. Un abrazo a todos desde Pucón, donde el volcán Villarica quita toda la fama al Osorno. Aun así, yo me quedo con el viejo Osorno.