Partí al mediodía del barrio de Chinatown en Kuala Lumpur en dirección al aeropuerto para líneas de low cost llamado LCCT (Low Cost Carrier Terminal). Me esperaba un vuelo en dirección a Medan en Sumatra con AirAsia.
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Para llegar ahí tomé el tren que en una parada me dejó en KL Sentral. De ahí salí al exterior y unas escaleras bajan al andén desde donde parten los autobuses Skybus y Aerbus que por 8 ringgits me dejaron al aeropuerto en una hora y cuarto más o menos.
Para ir seguro llegué con dos horas de antelación. El aeropuerto nada tiene que ver con el internacional. Es medio cutre pero fácil de ubicarse. Hallé el check in de AirAsia, embarqué la mochila y deambulé por las tiendas del aeropuerto.
El vuelo partió con un ligero retraso pero al reducir una hora de reloj al llegar a Medan lo solventamos.
No llevaba visado para Indonesia y al llegar a la zona de inmigración me indicaron una sala donde tuve que pagarlo. Está marcado en dólares y sale por 25 dólares para una permanencia de un mes. Llevaba euros encima y me lo dejaron por 20. Me sellaron el visado en el pasaporte y al salir ya tenía la mochila apostada en uno de los lados de la rueda giratoria. Antes de salir cambié los ringgits malasios que llevaba encima y salí del aeropuerto.
A primera vista se nota que en Indonesia son un poco más pesados que en Malasia. Apenas hay turistas paseando por Sumatra y deben aprovechar la oportunidad. Sorteé a los taxistas que andaban por la salida del aeropuerto y me dirigí a la calle.
El centro se encuentra a dos dilómetros y medio y busqué los bekacs (los tuk-tuk o rickshaws de Indonesia). No vi ninguno pero un chico en moto me ofreció un casco y me hizo señales para que me subiera. Regateamos y por 10,000 rupias me dejó en un hostal medio que había visto en la Lonely Planet; el hotel Sumatera en la calle principal de la ciudad.
Lluegé y me quedé sorprendido por la calidad de la habitación. Cama de matrimonio, baño, tele y deayuno por 220,000 rupias. Me instalé. Un precio alto para standares de mochilero en Indonesia pero me apeteció el lujo para esa noche.
Paseando por primera vez por las calles de Medan me dio un poco la sensación de volver al sur de la India, por esas ciudades donde pasean pocos turistas. Los chavales te sonríen, los bekacs te ofrecen su servicio, la gente no habla inglés ni por asombro y si sueltas un Termina kasih (gracias) o un Selamat malam (buenas noches) se les abre una sonrisa de oreja a oreja.
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Como es habitual hay de todo y ya me he preparado el taparrabos con dinero, visa y pasaporte por si las moscas.