La leyenda de la Casa de las Siete Chimeneas de Madrid

Madrid es una ciudad que mezcla grandes monumentos – Puerta del Sol, Plaza Mayor, Puerta de Alcalá, El Retiro… – y estupendos museos con un buen número de rincones secretos. Esos pequeños lugares que no te muestran en los típicos tours turísticos son, en muchos casos, la sal de la ciudad.

Uno de esos lugares curiosos e históricos es la Casa de las Siete Chimeneas.

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Historia de la Casa de las Siete Chimeneas

La Casa de las Siete Chimeneas de Madrid

Ubicada en el número 31 de la Calle Infantas, en el famoso barrio madrileño de Chueca, esta casa se construyó en la segunda mitad del siglo XVI. Aunque no hay pruebas documentales concluyentes, se atribuyó su diseño a los arquitectos Juan Bautista de Toledo y Antonio Sillero, siendo más tarde ampliada por Juan de Herrera.

El primer propietario de la casa pudo ser un montero de Felipe II de España, quien mandó construirla para su hija, quien se casaría en 1569 con un miembro de la familia de los Zapatas (alto linaje en aquella época).

Al poco de la boda, el muchacho partió a la guerra como capitán de los famosos tercios de Flandes españoles. Allí encontraría su muerte en la batalla de San Quintín. Ya fuera por pena o no, su viuda no le sobreviviría mucho tiempo, falleciendo en la Casa de las Siete Chimeneas.

Después, la casa pasaría de unas manos a otras. Parece ser que las chimeneas se añadieron durante el período en el que la casa perteneció a un comerciante genovés llamado Baltasar Cattaneo.

En el siglo XVIII llegó a ser la morada del famoso marqués de Esquilache, diplomático y político italiano al servicio de Carlos III.

Las última reformas que sufriría la casa datan de los siglos XIX y XX. En 1881 se convirtió en la sede del Banco de Castilla y, ya en el siglo XX, en la primera sede del Lyceum Club Femenino. En 1948 fue declarada Monumento Histórico Artístico.

Hoy en día, la Casa de las Siete Chimeneas pertenece al Ministerio de Educación y Cultura.

Leyenda de la Casa de las Siete Chimeneas

Pues si ya os hemos resumido la historia de esta curiosa casa, vamos ahora con lo más interesante: la leyenda que la rodea.

En un principio, la muerte de la hija del montero de Felipe II – llamada Elena – no tuvo mucho misterio. Decían que Elena había muerto de pena al enterarse de la noticia de la muerte en combate de su marido. Pasó meses merodeando por los huertos y jardines que rodeaban a la casa – en aquella época era una casa de campo que se encontraba en los límites de la antigua Madrid -, sumida en la pena y sin ganas de comer o beber. Su aspecto se había deteriorado y su llanto era la banda sonora habitual en la casa.

Sin embargo, al poco de morir comenzaron a correr historias diferentes sobre el caso. Los sirvientes de la casa tenían la sospecha de que Elena había muerto asesinada. Las sospechas se fundamentaban en algo bastante concluyente: afirmaban haber visto marcas de cuchilladas en el cuerpo sin vida de Elena. Pero, ¿quién habría querido hacer algo así?

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Pues decían algunos que, antes de su muerte, Elena había dado a luz a una niña. Esa niña podría haber sido el fruto de una relación extramatrimonial con nadie menos que el rey de España, Felipe II. Los rumores que afirmaban que Felipe II y Elena habían sido amantes se difundieron como la pólvora.

La cosa se complicó aún más cuando unos días después de morir Elena, el padre apareció ahorcado de una de las vigas de la casa.

Con esta segunda muerte en extrañas circunstancias, las autoridades ordenaron llevar a cabo una investigación, pero entonces pasó algo rocambolesco: el cuerpo de Elena desapareció.

Buscaron en los jardines, huertos, sótanos e incluso entre las paredes de la casa, pero el cuerpo de Elena no apareció por ningún lado. Finalmente, dieron por finalizada la búsqueda y la historia se convirtió en una leyenda social.

La aparición del fantasma de la Casa de las Siete Chimeneas

Pasaron los años y la historia de Elena y la supuesta hija que tuvo con el rey fue olvidándose. Si nos pasa ahora, imagínate en los tiempos en los que no existía internet para recordarnos todo.

Sin embargo, unos años después de todo esto, un hombre aseguró haber visto a una figura de una mujer deslizándose sobre el tejado de la casa. Iba vestida de blanco y llevaba una antorcha en una mano y con la otra señalaba hacia el Alcázar, que en aquella época servía de residencia oficial al rey Felipe II.

Tras este hombre, fueron otros los que afirmaron haber tenido la misma visión y el rumor comenzó a extenderse por el Madrid de la época.

Todo el mundo opinaba. Para unos era el fantasma de Elena y para otros era la hija, que había sido criada como huérfana. Sin embargo, con el tiempo, la teoría del fantasma – siempre más jugosa – fue imponiéndose sobre la otra.

Con el pasar de los siglos, algunos otros afirmaron haber visto al fantasma, pero la historia no daría un vuelco hasa finales del siglo XIX, cuando se llevaron a cabo las obras para reformar la casa y convertirla en sede del Banco de Castilla.

Durante esas obras, los trabajadores desenterraron el esqueleto de una mujer. Junto a él se encontraba una bolsa de monedas de oro de la época de Felipe II.

Ahí queda eso.

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Desde entonces, las sospechas más firmes son las que aventuran que sí que fue cierto el romance con el rey y que, para guardar el secreto y tapar el caso de la hija bastarda, mandaron asesinar a Elena. La duda es si el padre de la muchacha fue quien llevó a cabo tan macabro crímen o solo se suicidó porque estaba al corriente del complot y no hizo nada para evitarlo, al ser el rey tan poderoso como era.

El caso es que parece que las monedas que supuestamente compraron su silencio acabaron quemando la conciencia del padre de Elena, y quizás fue él el que la enterró en otro lugar, junto a las monedas de Judas.

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Sin duda, una de las historias más sorprendentes de Madrid. Cuando estuve visitando el lugar, no vi ni rastro del fantasma. Eso sí, era de día y no esperé a que cayera la noche. ¿Te atreverías a realizar una visita nocturna a la Casa de las Siete Chimeneas de Madrid?

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