Cierra los ojos y piensa en Valladolid. Si al cabo de un par de segundos lo único que te viene a la cabeza es una procesión y un expresidente del Gobierno, entonces estás tan despistado como yo lo estaba hasta hace una semana. Lo que ha cambiado en estos siete días es que he recorrido la provincia de Valladolid y esta me ha sonreído y me ha lanzado cinco guiños, a cada cual más sorprendente.
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El guiño de los colores: Valladolid también es verde
No son sólo las hojas de la vid las que tiñen de verde los campos de Valladolid, aunque sus vinos sean famosos allende los mares. Cuando hablo del color me refiero a experiencias en la Naturaleza que te puedes encontrar sin imaginarlo cuando tú lo que buscas es una colosal obra de ingeniería.
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Si, hablo del Canal de Castilla, un proyecto casi faraónico que se inició en el siglo XVIII con el objeto de comunicar las zonas donde se producía trigo con los puertos desde donde se podría exportar. De gestación larga y vida corta, al menos con ese objeto, el Canal de Castilla ha dejado una huella sostenible en Medina de Rioseco, donde se encuentra una de sus dársenas.
Allí su ribera se ha convertido en zona de paseo para los riosecanos y atractivo turístico para los visitantes. Estos pueden optar entre bicicletas, piraguas, barca eléctrica o un barco turístico (el Antonio de Ulloa) para recorrer el Canal de Castilla, por tierra o fluvialmente. Es además punto de partida para rutas senderistas o a caballo.
El guiño de los cielos: contemplando nubes y estrellas
Los cielos de Valladolid no dejan a nadie indiferente ni de día, ni de noche. Sí, también de noche. Coronando una loma, a 823m de altitud, se encuentran las instalaciones del Centro Astronómico de Tiedra, a las afueras del pueblo del mismo nombre.
Aunque sólo lleva en funcionamiento desde Diciembre del 2013, goza ya de una excelente reputación entre los aficionados locales a la astronomía. En la zona disfrutan de un privilegiado calendario en el que las noches despejadas son abundantes, y de una situación con casi ausencia total de contaminación lumínica en 360 grados a la redonda.
El Centro puede ser visitado tanto de día como de noche, pues las proyecciones del planetario no dependen de que fuera haya luz o no. Sin embargo, de día las observaciones posteriores en el telescopio han de limitarse por fuerza al Sol. De noche es cuando realmente podemos disfrutar de la experiencia de contemplar de cerca planetas y otros cuerpos estelares.
De día me encontré mirando continuamente, pese a mi ridícula tendencia al mareo, al otro lado de la ventanilla mientras viajaba por Valladolid. De Tierra de Campos a Tierra de Pinares, el sol ha bañado con su luz los paisajes de extensas llanuras y discretas colinas mientras ocasionales nubes le daban un respiro a los ojos, perdidos ante tanto azul.
Lo tengo comprobado desde hace años. Cuando viajo a Madrid desde Asturias en autobús o tren, en Castilla y León y miro hacia el exterior, me encuentro casi hipnotizado por la serenidad de paisajes – campos, el ocasional pueblecito del que asoma la torre de la iglesia… – con unos cielos infinitos que relajan al más nervioso.
El guiño de la gastronomía: Valladolid no es para dietas
Ocurre en todas partes y Valladolid no iba a ser una excepción. Cuando uno abandona las carreras, prisas y calculadoras de calorías del presente urbano, viaja a una época en que se comía para sostener el cuerpo durante el duro trabajo del campo. Los alimentos disponibles se preparaban con las limitaciones de los ingredientes que se plantaban o criaban, y el resultado son platos humildes pero de sabores contundentes.
El Pincho de Lechazo Churro a la brasa de sarmiento es la especialidad del Mesón Los Doce Arcos (Traspinedo) y unas sorprendentes Sopas de Ajo tostadas al horno nos esperan en El Rincón del Labrador (La Santa Espina). Presentadas por un Fernando siempre con algún chascarrillo presto en los labios, en el cercano Monasterio de la Santa Espina tiene la huerta de las que salen muchos de los productos que llegan a la mesa.
No es ningún secreto que toda comida que se precie ha de acompañarse con un buen pan y un buen vino, y en Valladolid vamos a encontrar abundantes ejemplos de ambos.
Valladolid es una provincia que destaca ante los ojos de los amantes del vino por calidad y cantidad, pues cuenta con cinco denominaciones de origen, el mayor número de toda España.
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Tierra de León, Ribera del Duero, Cigales, Toro y Rueda son nombres que a todos nos suenan y cuando se abre una buena botella de cualquiera de ellos, las miradas siempre se dirigen hacia la copa que se llena.
Si, a juzgar por su planta, el Castillo de Peñafiel es un buque que un día encalló en una colina, es en sus bodegas donde se guardan los secretos del vino. Pero esos secretos se revelan ante quien visite el Museo Provincial del Vino donde nos encontramos desde los comienzos de la elaboración del mismo, a las prensas, las botellas o la cata.
En torno a esa vía de transporte de mercancías que era el Canal de Castilla surgieron fábricas de harina (en Medina de Rioseco una de ellas, la de San Antonio es un museo) y para entender mejor el producto final que salía de ellas debemos acercarnos a Mayorga, donde se encuentra el Museo del Pan.
Es un producto de fabricación sencilla, que admite variedades en sus ingredientes, pero que ha de maridar con esmero el plato al que escolta, porque ¿quién no ha descartado de un plumazo el protocolo y ha usado un trozo de pan para mejor paladear una salsa o caldo?
El guiño de la Historia: conquistas, luchas, religión y una de romanos
Los romanos están vivitos y coleando en Valladolid. Tras derrotar a los vacceos, se dedicaron a difundir su cultura y forma de vida por toda Hispania y en Valladolid, a pocos kilómetros de Olmedo, se levantó en el siglo IV a.d. la Villa de Almenara Puras. Hoy en día sus restos son uno de los tres elementos que conforman el Museo de las Villas Romanas.
El yacimiento arqueológico (una extensión cubierta perfectamente visitable recorriendo una plataforma elevada) cuenta con dos patios, termas y una treintena de habitaciones. Este silencioso pasado cobra vida unos metros más allá, en la Casa Romana, una recreación de una Villa Romana donde se reproducen las estancias de la misma y un grupo de actores teatralizan situaciones y escenas de la época.
Entre yacimiento y villa, se levanta el Museo. En 1.800 m2 de superficie se presentan de manera amena pero rigurosa los hechos más relevantes sobre la Hispania Romana, la vida en las villas, la economía y otros aspectos de la época.
Si damos un virtual salto en la Historia, nos plantamos en la época en que España estaba invadida por los musulmanes; raza y religión decidían contra quien se empuñaba la espada. Castilla es tierra de castillos y algunos son tan espectaculares y masivos como el de Peñafiel, de forma alargada y que recuerda a un buque, tanto en silueta como en la planta que se observa desde lo alto de su torre.
Otros, como el de Tiedra, nos parecerán más una torre protegida por murallas, memoria de un encuentro entre el Cid y Doña Urraca. Eso sí, la panorámica que se tiene desde lo alto de la torre no tiene precio.
De esas épocas de cruces y medias lunas datan también impresionantes iglesias y monasterios. El Real Monasterio de Santa María de la Santa Espina (en Castromonte), espectacular en su exterior pero de cisterciense sencillez en su interior, alberga una reverenciada espina de la corona que se le ciñó en la frente a Jesucristo.
Si los riosecanos están orgullosos de la recuperación del Canal de Castilla (que tiene una dársena en el pueblo), lo que le tienen a Iglesia de Santa María es devoción. En ella se encuentra lo que se ha descrito, a priori hiperbólicamente, como la Capilla Sixtina del arte castellano. Pero cuando uno viaja a Medina de Rioseco y contempla la Capilla de los Benavente, con su abundancia de figuras policromadas y de representaciones bíblicas, se queda sin palabras que la describan.
El guiño de la cultura: de libros que se viven y respiran
Existe en las estribaciones de los Montes Torozos un pequeño pueblo completamente amurallado y con un castillo usado como cementerio. Se ubica en lo alto de una loma desde la que se otean, en un día despejado, poblaciones y campos a decenas de kilómetros a la redonda.
Si las tres razones anteriores (muralla, castillo, paisaje), no tuvieran suficiente peso a la hora de influir en los pasos del visitante, hemos de añadir que Urueña, pues tal es su nombre, es la única Villa del Libro en España de las sólo 14 que existen en el mundo.
¿Sabéis esas estadísticas que hablan de bares por habitantes y que nos dejan en puestos muy altos en cualquier lista? Pues para compensarlo existen sitios como Urueña, que tiene casi tantos habitantes (poco más de 200) como librerías y establecimientos relacionados con la cultura bibliográfica: El Rincón Escrito, Librería Páramo, Librería Enoteca «Museo del Vino», Alcuino Caligrafía&Arte, El Grifilm, La Bodega Literaria, Bibliomanía, Boutique del Cuento, Librería Almadí, Librería Alcaraván y Taller de Encuadernación de Urueña, el enorme y bien surtido Centro e-LEA Miguel Delibes…
Un paraíso para los aficionados a la la literatura pero también al cine, pues en Urueña no falta un cine fórum, con recientes proyecciones de obras de Wim Wenders (”En el Curso del Tiempo”, 1975) o Buster Keaton (“El Maquinista de la General”, 1926), presentadas y comentadas por profesores y expertos.
De hecho la relación con el Séptimo Arte (y su hermano pequeño, la televisión) lleva a que la pequeña tienda de juguetes “Oriental, 9” de Urueña suministrara juguetes de época para la serie “Amar en tiempos revueltos”.
Cervantes, Góngora, Quevedo, Lope de Vega o mucho más tarde Zorrilla, Delibes o Guillén vivieron o pasaron en algún momento por Valladolid. En sus obras, en prosa y verso, encontraremos como fuente de inspiración, cuando no referencias directas, a las tierras, paisajes e historias de Valladolid.
Esa misma provincia de Valladolid que me lanzó cinco guiños, y serán más de cinco las veces que hable de ellos.
Página Web de Turismo de la Provincia de Valladolid con información sobre la Provincia de Valladolid
Página Web de Turismo de la Provincia de Valladolid sobre Urueña, la Villa del Libro
Página Web de Turismo de la Provincia de Valladolid sobre el Canal de Castilla
Página Web de Turismo de la Provincia de Valladolid sobre el Museo de las Villas Romanas
Página Web de Turismo de la Provincia de Valladolid sobre el Museo del Pan
Página Web de Turismo de la Provincia de Valladolid sobre el Museo Provincial del Vino
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Nota: Les envío de corazón un agradecimiento especial a Rubén, Javier, Silvia, Juan Pablo y demás empleados de la Diputación de Valladolid y sus Centros Turísticos Provinciales por las facilidades y ayuda prestada durante mi viaje por Valladolid