Durante mi visita a la ciudad de Pardubice y sus alrededores pude ver lugares históricos, naturaleza, tradiciones y saborear una rica y variada gastronomía, típica de la República Checa. Quizás estas sean cosas que pueden ser comunes a varios destinos en Centroeuropa, pero lo que seguro que no vas a poder encontrar en otro lugar es una yeguada como la que puedes visitar en las Caballerizas Reales de Kladruby Nad Labem, situada a las afueras de Pardubice.
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Una de las yeguadas más antiguas del mundo
En Kladruby nad Labem llevan criando caballos desde el siglo XIV.
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Aunque los Habsburgo trajeron a estas caballerizas un buen número de poderosos ejemplares españoles, finalmente aquí se comenzó a criar una raza exclusivamente checa: el viejo caballo Kladruber. Es el linaje equino más antiguo de toda la República Checa.
Durante más de 300 años (de 1579 a 1918), la yeguada de Kladruby nad Labem fue propiedad del imperio y se encargaba de criar caballos para enviarlos a las cortes reales e imperiales de Praga y Viena. A partir de 1918, las caballerizas pasaron a manos del estado, siendo, incluso, declaradas Monumento Nacional.
Las instalaciones de la yeguada Kladruby nad Labem
En una mañana de abril en la que si me dicen que me encuentro en el verano alicantino me lo habría creído, buscaba una sombra con desesperación mientras nuestra guía nos contaba los pormenores de las instalaciones de la yeguada.
La muchacha explicaba todo con una pasión que solo pueden mostrar las personas que realmente han encontrado un trabajo que les encanta. Bajo la sombra de un gran árbol cercano a los establos principales, nos contaba que los terrenos de la yeguada Kladruby nad Labem ocupan nada menos que 3.000 acres de tierra.
En ellos, el corazón y pieza clave del complejo, lo forman los establos principales, el castillo y la iglesia. Estos tres edificios están abiertos al público y pueden ser visitados con guía.
Los establos principales están perfectamente organizados y clasificados en complejo en el que encontrarás un establo para los sementales, otro para las yeguas de cría, otro para los caballos jóvenes que se encuentran en período de entrenamiento, otro para los potros más jóvenes y un terreno para la práctica de la monta.
Justo al lado de los establos, se encuentra el castillo imperial. En su interior, encontrarás un buen número de habitaciones que eran usadas por la nobleza de los Habsburgo cuando les apetecía visitar las caballerizas de las que procedían la mayoría de los caballos que ellos montaban.
Desde el patio principal de la la yeguada de Kladruby nad Labem, parte un largo camino de algo más de 3 km, flanqueado por árboles y junto al que encontrarás los principales terrenos de pasto. Aquí, en distintos momentos del día, podrás ver a los caballos pastar despreocupados.
Qué tipo de caballos crían en Kladruby nad Labem y qué cometido tienen
La raza de Kladruber es de una pureza excepcional y se estima que no habrá más de 1.800 ejemplares en todo el mundo.
En sus primeros siglos, se criaban caballos blancos (para reyes, emperadores y nobleza) y negros (para los altos cargos eclesiásticos). Sin embargo, hoy en día ya solo se crían caballos blancos.
Los magníficos ejemplares de Kladruby nad Labem siempre fueron utilizados para tirar de carruajes. De hecho, aún compiten en eventos de importancia mundial. Visitamos también un pequeño museo dedicado a esta lid. Vimos antiguos y fastuosos carruajes – algunos de ellos eran grandes trineos para transportar a la gente durante las importantes nevadas del invierno -, las ropas de los conductores de los mismos y sillas de montar, fustas y demás aparejos utilizados.
Hoy en día, en la yeguada de Kladruby nad Labem viven unos 500 caballos que son cuidados con extremo celo y entrenados como lo que son: los mejores en lo suyo.
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Nuestra guía nos explicó muchas curiosidades más. Por ejemplo, yo no sabía que un caballo blanco no nace blanco sino que los potros vienen al mundo con la piel oscura y no adquirirán su color definitivo hasta los 8 o 9 años de vida. Viven unos 28-30 años y pesan 700 kg cuando alcanzan su edad adulta.
En cuanto a su vida en la yeguada, tienen, tanto ellos como sus cuidadores, unos horarios muy estrictos. Su día comienza a las 6.30 am y termina a las 4 pm, cuando ya todos los ejemplares descansan en sus cuadras y los trabajadores se marchan a casa.
En cuanto a las competiciones de carruajes, nunca se usan más de 4 por carro, aunque fuera de competición, han llegado a poner a 22 caballos a tirar de un solo carro. En los tiempos antiguos, solo los emperadores podían usar hasta 8 caballos para su carruaje, bajando el número de equinos conforme descendía el rango de nobleza e imporancia de los propietarios del carro.
Hoy en día, los viejos Kladrubers aún sirven en carruajes reales de cortes europeas, como las de Dinamarca y Suecia. También los encontrarás en las celebraciones del Castillo de Praga y son montados por policía de Praga, Ostrava y Pardubice.
Nosotros tuvimos la suerte de caer por allí en un día en el que había una competición internacional de carruajes. Estuvimos viéndola un rato y lo cierto es que fue bastante curioso. Otras fechas a apuntar son el Día del Caballo Kladruber (a finales de mayo), el Gran Riding Day (finales de junio); y un show de conducción internacional de carruajes a finales de abril.
El Gran Premio de Pardubice
Y para continuar nuestra inmersión en el mundo del caballo, durante nuestra última tarde en Pardubice visitamos el hipódromo de la ciudad. En él se corre, cada segundo domingo de octubre, la carrera del Gran Premio de Pardubice. Se trata de uno de los eventos deportivos más importantes de la República Checa.
El hipódromo de Pardubice se levantó en 1856 y sus tribunas eran de madera originalmente. Desde esas mismas tribunas – hoy bastante más cómodas que en sus comienzos – admiraba el circuito, con sus obstáculos, mientras nuestro guía nos iba contando curiosidades e historias varias. En el Gran Premio de Pardubice pueden correr hasta un máximo de 24 caballos y el llamado ‘Foso de Taxis’ es el obstáculo más difícil del circuito. Caminamos hasta él para comprobarlo con nuestros propios ojos. El seto se levantaba más de 2 metros desde el fondo y un caballo tenía que volar 9 metros para pasarlo con holgura. Una pasada. De hecho, los participantes no podían probar la pista antes porque decían que los caballos recordaban lo brutal que era ese salto y despúes se podían negar a afrontarlo durante la carrera.
El Gran Premio de Pardubice lo presencian en directo unas 60.000 personas cada año. Aunque parece una cifra espectacular, queda algo lejos de las 150.000 personas que presenciaban las carreras de motocross que tuvieron lugar en el mismo recinto entre 1929 y 1963. El Casco de Oro era el premio para el ganador de este evento que batió el record de asistencia en una prueba de motor.
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Ambas visitas son realmente curiosas y formaron parte importante de la magnífica caja de sorpresas que es Pardubice y sus alrededores.