Ascensión con crampones al pico de Posets en temporada invernal

El pico de Posets, a 3,375 metros de altura, se convierte en la segunda cima más alta de los Pirineos. Era una propuesta interesante para un fin de semana tras una abundante época de tormentas en forma de nieve virgen y abundante.

Con un par de amigos nos dirigimos al pueblo de Eriste, cercano a Benasque, y desde ahí emprendimos el camino en dirección al refugio de Ángel Orús.

Desde el párking , a unos 1,600 metros de altura, se tarda aproximadamente una hora y media hasta llegar al refugio. La ascensión final hasta el refugio se encontraba repleta de nieve y no hubiera ido mal ponerse los grampones aunque pudimos cubrir la distancia con botas sin demasiados problemas.

Llegamos sobre las tres de la tarde y el refugio estaba a tope de gente tomando el sol en la terraza y la zona de taquillas repleta de botas y material. Habíamos reservado dos noches para cuatro personas pero una de ellas nos falló. Al comentarlo, el guarda del refugio nos dijo que deberíamos pagar el 40% de la pernoctación de la persona que no había acudido. Realmente nos sorprendió. Nunca nos había ocurrido algo semejante y entramos en una discusión acerca del significado de refugio y su diferencia con el concepto de hotel.

Después de hablar un rato con el guarda nos dimos cuenta que para él no existía diferencia alguna entre uno y otro a excepción que los precios de pernocta en los refugios están debidamente fijados por la federación. Echamos un vistazo al reglamento de refugios de Aragón y vimos que el mismo daba la posibilidad al guarda a poder exigir ese 40% según su propia consideración.

Nunca nos había ocurrido tener que pagar el 40% por una reserva fallida en otro refugio. No obstante, esta mentalidad de negocio y privatización en refugio tampoco me era nueva. En Aiguestortes, según en qué épocas, no se dignan a reservar si no incluyes el desayuno y cena durante tu estancia. He visto algunas bordas cercanas a refugios destruidas al completo sin huellas de desprendimientos u otros signos de accidente mayor. Supongo que a nadie le sorprenderá que al ritmo que vamos, con tanta gente realizando deportes de montaña, esto cada día tenga un modelo de privatización más agresivo y prime el sentido económico de los guardas ante todo.

Por la tarde decidimos practicar con el arva, la sonda y la pala. El peligro de aludes en la zona era de cierto riesgo y por ello decidimos alquilar el material por si acaso y de paso aprender a utilizarlo. El arva es un emisor de radio que sirve para localizar a personas sepultadas bajo una avalancha. Cada uno de los miembros tiene un arva y todas ellas deben estar conectadas en todo momento. Una sonda es una alargada pieza de aluminio dividida en pequeñas partes al estilo de las varillas de una tienda de campaña. Se utiliza para ir pinchando la nieve para encontrar el cuerpo. Finalmente, el tercer elemento; la pala, cuyo claro propósito es la desenterrar el cuerpo una vez localizado.

Así que nos fuimos detrás del refugio y nos pusimos a practicar técnicas de rescate. Uno enterró su arva bajo la nieve mientras los otros no miraban. Cuando el aparato estuvo bien sepultado y alejado de nuestras miradas, activamos nuestras arvas y a siguiendo las señales de las luces y el sonido del aparato fuimos descubriendo el lugar donde se hallaba.

Durante la primera prueba tardamos 10 minutos, suficiente para dejar a más de uno tieso y sin esperanzas. Afortunadamente, al cabo de tres o cuatro pruebas más fuimos capaces de mejorar los tiempos y dejar una esperanza al aire en el caso de que nos ocurriera una tragedia así.

Por la mañana salimos los últimos del refugio. No eran todavía las ocho de la mañana cuando nos pusimos los crampones pero no quedaba absolutamente nadie en el interior del refugio. Todos habían ya desayunado y partido, la mayoría en dirección a nuestro objetivo: la ascensión al pico de Posets.

El día se despertó soleado y con manga corta iniciamos nuestra ascensión. La nieve todavía se mantenía dura y, con los grampones, la subida la hicimos sin demasiados problemas. A medida que recortábamos distancias con la cumbre el Aneto, la Maladeta, los picos catalanes y franceses se iban levantando en el horizonte sin apenas nubes en el cielo. Era un día fantástico e incluso pedíamos al sol que se apiadara de nosotros y que alguien viniera y bajara el nivel del termostato solar.

Llegamos a la cumbre en tres horas y por el camino y en el cumbre nos volvimos a encontrar a los que habían partido del refugio un par de horas antes. Es una delicia andar por un pico a más de 3,300 metros en manga corta, picar un poquito, disfrutar de las vistas y no quejarse del frío en las manos o en los pies.

La bajada fue un poco más pesada. Tras el fuerte sol y la continua peregrinación de gente la nieve se había vuelto una masa pastosa en la que cada paso con el grampón significaba un fuerte esfuerzo. Sin duda, está era la razón del por qué la gente madrugó tan pronto. Mis amigos llevaban raquetas cosa que les facilitó la tarea de andar sobre nieve blanda pero yo iba con los grampones y tuve que lidiar con la nieve un buen rato hundiéndome cada cuatro pasos hasta volver al refugio. Tres horitas más de vuelta y lo celebramos con unas cervecitas, unas olivitas y alguna cosa más de picar.

Pensábamos que tardaríamos más en realizar el objetivo del día así que habíamos reservado dos noches. En vistas a que durante el domingo no teníamos más planes que volver al párking y tomar la peregrinación de coches de vuelta a Barcelona decidimos cancelar la reserva y volver esa misma tarde.

Por supuesto nos tocó pagar ese famoso 40% por cancelar nuestra propia reserva. Ya íbamos mentalizados al respecto. Aunque la experiencia y el trato en el refugio no fue la esperada, sin duda, su situación ideal en el corazón del magnífico parque natural de Posets – Maladeta hace que probablemente volveremos pronto para disfrutar nuevamente de sus vistas privilegiadas.