Hace unas semanas fuimos invitados por Turismo Estoril a visitar la pequeña ciudad, su salvaje costa, y las vecinas Cascais y Sintra.
Las pequeñas poblaciones de Estoril y Cascais vivieron un auge sin igual entre finales de la década de los 30 y los 50. La desintegración de parte de los ancestrales regímenes monárquicos europeos y la Segunda Guerra Mundial fueron los hechos históricos que jugaron en favor del boom. Los regentes exiliados de países como España, Italia, Rumanía o Bulgaria arrastraron tras de sí a duques, condes, marqueses y demás títeres de la nobleza que se asentaron en esa ciudad de temperatura agradable, bonitas playas y costas, y gran vida social.
Espías, hombres de negocios y altos cargos políticos que huían del segundo gran conflicto mundial del siglo, completaron el cóctel que hizo que lugares como el Hotel Palácio, el Casino de Estoril, la pastelería Garrett o la heladería Santini, fueran cuna de secretos, complots y mucho, mucho glamour.
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Hotel Palacio
El amigo Paulo me recogió en el aeropuerto y me llevó directamente al primer lugar emblemático que conoceríamos en Estoril: El Hotel Palácio.
Ataviado con unos pantalones multibolsillos finos, una camiseta y mi pequeña mochila salí del asiento trasero del BMW negro deportivo en el que me habían traido. Levanté la mirada y un botones con vestimentas de rey -sobre todo al lado de las mías- me acompañó a recepción. Claramente, estaba fuera de mi mundo.
Fui conducido, inmediatamente, al lugar donde el resto del grupo -llegué el último- contemplaba las fotos de todas las personalidades de la realeza europea que se habían alojado en el hotel. Don Juan de Borbón se encuentra en esta Galeria Real.
El hotel Palácio fue levantado en 1930 y hay lugares de su interior que te hacen preguntarte si no te encontrarás realmente en esa época. Aunque ha sido remodelado en varias ocasiones para mejorar sus prestaciones y adecuarlas a la vida moderna, el hotel ha conseguido mantener un aire a otra época, muy anhelado por muchos de sus huéspedes amantes de la historia.
Reyes, condes, duques, espías de ambos bandos que aprovechaban la neutralidad portuguesa en la II Guerra Mundial, escritores, directores, políticos…etc…etc. Todos ellos se encontraron alguna vez en alguno de los restaurantes o bares del Hotel Palácio.
En uno de esos bares se rodaron escenas de la película de James Bond «Al servicio de Su Majestad».
Tras pasear por el interior, salimos a la zona ajardinada donde una bonita piscina era la reina de la fiesta. Degustamos un buenísimo menú en el restaurante cercano al jardín antes de marcharnos a conocer el resto de lugares emblemáticos.
Pastelería Garrett
Sólo tuvimos que cruzar la calle para llegar al número 54 de la Avenida de Nice, donde se ubica la Pastelería Garrett.
Este fue un lugar de reunión de toda la gente chic desde su apertura en 1934. Aunque habíamos comido como marqueses, no pudimos evitar que la boca se nos hiciera agua mientras su dueño desde 1988, Antonio Casaleiros nos explicaba y mostraba los distintos tipos de dulces, tartas, galletas y pasteles que tenían en sus mostradores.
La joya de la corona no podía ser otro que el Bolo do Rei, una especie de roscón de Navidad que ostenta el récord de ventas de la pastelería.
Personalmente, no podía comer nada más por unas horas, así que me limité a charlar un rato con Antonio antes de comenzar un paseo por el resto de Estoril y Cascais. De haber podido con algo me habría decantado por un travesseiro, hechos con masa de hojaldre y relleno de almendra, huevo y azúcar.
Mucha gente dice que aquí Ian Fleming venía a escribir sus novelas de James Bond porque encontraba la inspiración. Yo creo que lo que encontró fue unos centímetros de más en su cintura tras atiborrarse a dulces.
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Heladería Santini
Después de caminar un rato bajo una lluvia algo incómoda llegamos a la Heladería Santini, situada en la Avenida Valbom 28F de Cascais. Tienen otra sucursal en Lisboa.
Al ser un día lluvioso de finales de Octubre, nos ahorramos las largas colas -que llegan hasta las calles adyacentes- que se forman en los calurosos días de verano. La heladería era toda para nosotros salvo por un par de jóvenes americanos enamorados.
Eduardo Fortes, valenciano y yerno del señor Santini, nos habló un poco sobre los orígenes de la heladería y su gran variedad de sabores. El secreto para tener un sabor tan intenso era sencillo y compartible: usar materia prima de primera calidad.
Yo lo pude comprobar por mí mismo al comerme una tarrina con una bola de helado de fresa y otra de mango. El sabor no tenía nada de artificial. Realmente era como comer fresas o mango helado con un sabor intensísimo a fruta de alta calidad.
Haga frío o calor, si os gustan los helados, no podéis dejar de tomar uno -o mil- en Santini.
Casino de Estoril
Cuando ya caía la noche fuimos a la última parada del recorrido de aquel día.
Ya habíamos pasado por un hotel legendario, una pastelería y una heladería exquisitas. Era hora de abandonarse al vicio y el glamour en el Casino de Estoril.
Es el más grande de Europa y fue abierto en 1931. Más de 80 años de glamour, más fortunas perdidas que ganadas y muchas historias de alta sociedad que nunca llegaremos a saber.
No nos dejaron pasar con las cámaras pero sí que nos dieron unas fichas para probar el famoso juego del Blackjack en una de sus mesas.
El Casino es inmenso. Hay bares, zona de máquinas tragaperras, salas para partidas de póker y zonas VIP donde las apuestas mínimas suben de rango y hay mayores comodidades para sus huéspedes.
Tras dar una vuelta nos sentamos a la mesa de Blackjack con nuestras fichas carentes de valor. Con mi suerte de siempre, desbanqué a la banca en más de una ocasión y habría salido de allí con ganancias de haber sido dinero real.
Está claro que si llego a poner los 5 euros de mínima apuesta de mi propio bolsillo, no habría ganado ni una sola mano. Yo, cuanto más lejos de estos sitios, mejor.
Pero si crees que has nacido con buena estrella o te apetece experimentar lo que debieron sentir todos esos peces gordos en aquellas noches locas, pues no hay otro mejor lugar en toda Europa.
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Veremos cómo afecta al negocio la aparición de Eurovegas en Madrid, aunque a clase dudo que le llegue a la altura de los tobillos el imperio americano.
Hace poco entré a un casino por primera vez, pero fue el de Aranjuez, sin tanto glamour como este… Si que me hubiera jugado una mano de poker allí.