En el estado mexicano de Guanajuato existe una pequeña ciudad que atrae a un buen número de visitantes por su bonita arquitectura colonial, su rica gastronomía, las aguas termales y su simbolismo histórico. Este es el atractivo cóctel que se nos presenta en San Miguel de Allende, declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO en el 2008. Un par de extras que le dan personalidad son sus cantinas y los badenes, pero esto es algo que os descubriré más tarde.
Llegamos a la que algunos califican como la «ciudad más bonita de México», en nuestra gran furgoneta, que debía pararse cada pocos metros por la presencia de uno de los muchos badenes que jalonan las estrechas calles empedradas. Si hubiera una clasificación de ciudades con mayor número de badenes por metro cuadrado, sin duda San Miguel entraría en el podio.
De todos modos, esto fomenta que se visite de la mejor manera posible: a pie.
El centro histórico nos hace entender por qué fue elegida por la revista Conde Nast Traveller, en 2013, como la ciudad más bonita del mundo. No es sólo la bella arquitectura colonial, sino como, sin apenas alterarla, han conseguido integrar bonitos restaurantes, tiendas, bares y otros lugares de ocio que han atraído a muchos extranjeros a fijar su residencia en estas altas tierras de clima templado.
Alguna de las joyas que nos podemos encontrar y actividades que podemos realizar en San Miguel de Allende son:
Índice de contenidos
Parroquia de San Miguel Arcángel
Es el símbolo arquitectónico más emblemático de San Miguel de Allende. Inicialmente erigida en el siglo XVII, fue transformada entre 1880 y 1890 por Zeferino Gutiérrez, que dejó de lado el estilo colonial original y reconstruyó su fachada inspirándose en las catedrales europeas de la época. Aunque pareciera que puede chocar con el resto de monumentos de la ciudad, al final acaba por imponerse sobre todos los demás.
Mercado de artesanías
Entrando por Loreto al callejón Lucas Balderas accedemos a una zona de tres manzanas en la que los puestos de artesanía se apoderan de todo. Podemos encontrar objetos hechos en vidrio, metal, papel maché o madera. Las clásicas máscaras de los luchadores mexicanos son también un souvenir que causa furor entre los turistas.
En realidad, toda la ciudad invita a comprar artesanías y obras de arte, con multitud de pequeñas tiendas y boutiques repartidas e instaladas en bellos edificios de corte colonial. Imposible irte con las manos vacías.
Cantina El Tenampa
No podéis marcharos de San Miguel de Allende sin pasaros por el número 12 de la calle Mesones. Allí una fachada rojiza sostiene un cartel de madera que reza «El Tenampa«.
Se trata de una de las cantinas más antiguas de San Miguel. Su dueño, Alejandro, es un tipo carismático y afable. Nos invitó a una ronda de mescales que nos alegraron el ánimo a la vez que calentaba nuestros cuerpos. Mucho calor ha pasado por El Tenampa.
Alejandro nos contó varias historias antiguas de este local que te transporta en el tiempo. El ambiente es cerrado, oscuro y algo claustrofóbico pero, a su vez, invita a una camaradería exacerbada por el consumo de las centenares de clases de tequilas y mezcales disponibles en una abarrotada barra de madera que parece que en cualquier momento se va a vencer.
Antes se prohibía la entrada a mujeres y curas, y no existía aseo, sino que se orinaba en una esquina, contra la pared. Alejandro nos señalaba unas marcas en la pared, producto de las «balaseras» que en otros tiempos no resultaban tan extrañas. Los parroquianos dirimían diferencias por mujeres, negocios o, simplemente, opiniones desenfundando los revólveres y disparándose en un local que no debe tener más de 6 metros de ancho.
Fue una experiencia inolvidable e hizo que, a partir de ese momento, me tomara algo en las cantinas de cada pueblo o ciudad que visitamos. Todo un descubrimiento.
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Visita en quad
Una forma muy divertida de explorar San Miguel y sus alrededores es en quad. Esta especie de motos de cuatro ruedas son ideales para desplazarse por las calles adoquinadas de la ciudad y la zona rural que la rodea.
Fuera de la ciudad nos esperan lagos, zonas de cultivo y alguna iglesia de los tiempos coloniales. Pero lo que más me gustó fue conducir el quad. No lo había vuelto a probar desde el año 2007 cuando, por hacer el cabra, tuve un accidente con uno de ellos que pudo acabar bastante peor de lo que lo hizo.
En esta ocasión lo cogí con cierto respeto y, al ser el único del grupo que tenía cierta experiencia conduciéndolo, me tocó abrir la marcha tras el guía. Al cabo de media hora ya me manejaba con soltura y disfruté por los caminos de arena, piedra y tierra que encontramos en las zonas rurales.
Es realmente divertido pero su inestabilidad y menor maniobrabilidad hace que haya que llevar algo de cuidado.
La noche en San Miguel
Al ser un lugar tan turístico, las noches de San Miguel pueden llegar a ser bastante animadas. Hay multitud de restaurantes para empezar la velada con una buena cena. En Aperi podemos probar buena comida mexicana, mientras que en La Parada encontraremos un cachito de Perú trasladado a México.
Tras la cena nos podemos tomar los primeros tragos en alguna cantina. El Tenampa, por ejemplo, cierra sus puertas a las 11 pero hay algunas que te servirán tequilas hasta la madrugada. Si aún tienes ganas de fiesta cuando sólo las almas perdidas rondan la noche, te recomiendo tomarte algo en el pub irlandés Limerick y pegarte los últimos bailes en la discoteca Mint, un lugar con ambiente muy cool que comienza a llenarse a partir de las 2 de la mañana.
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San Miguel es uno de los lugares más visitados de México pero sigue sin perder ese encanto colonial que hará que te traslades a otra época. Allí te espera.
David, que artículo tan interesante, es una bella perspectiva de una de mis ciudades favoritas. A mi lo que más gusta de ir a la Ciudad de México, es disfrutar de la arquitectura y de los increíbles museos que tiene. Yo viajo allá bastante seguido y he agarrado una buena rutina hasta de hospedaje porque es un hotel con un servicio excelente ¡Saludos a todos!